Capítulo 1:

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Reí de forma contagiosa moviendo mi mano avivadamente mientras el cielo se iba comenzando a colmar de nubes de color rosado sobre una aldea cercana. Otra distracción no había. Todo hoy era demasiado aburrido. Nix, se había negado a entrar a la aldea con el pretexto de que debía hacer unas pociones antes de luna nueva. Dos ciclos de luna faltaban y ella ya se andaba quejando de que no tenía los suficientes ingredientes. En cambio yo sabía que sí.

Una piedra golpeó mi brazo pero seguí moviendo la mano aún más sutil con una sonrisa, ya no divertida, en los labios. Quizá me aburra muy rápido de las cosas.

- Mist. - Advirtió mi hermana elevando su mano. La formó en un puño y lo giró hacia la derecha antes de abrir su mano de nuevo. Las nubes habían vuelto a lo normal. Puse mis ojos en blanco algo irritada. - Deja de jugar y ayuda con las pociones. Ocúpate de buscar mandrágora autumnalis.

- Voy. - Murmuré levantándome del suelo. Sacudí un poco mis mallas negras algo rotas. Coloqué mi bolso sobre el hombro sacando la navaja de uno de mis bolsillos. Nix sonrió y yo le saqué el dedo corazón. Caminé por el bosque con la mirada en busca de aquella maldita planta.

¿No podía hacerlas aparecer con un movimiento de mano? Claro que no, debía recolectar las plantas a mano obligándome a mí a ayudarla.

Pateé un pierda bastante furiosa. Quizá no me sienta al hacer magia por aquí. Sonreí secretamente dejando caer el bolso al suelo. Miré a mí alrededor y no había ningún moro en la costa. Chasqueé los dedos de mi mano derecha apartando la maleza que obstaculizaba mi vista.

Un hermoso lago con agua azulada y una pequeña playa de arena negra, rodeado por árboles y arbustos de hoja perenne y caduca. Mi vista se clavó en una figura más o menos visible, me acerqué un poco procurando pasar desapercibida, era un hombre dándose un baño en el lago. No estaba demasiado lejos de mí. Quizá unos veinte o veinticinco metros. Podía ver su espalda ancha perdiéndose en la superficie de agua y su cabello castaño mojado. ¿No tenía frío? El agua debía estar algo helada.

Sentí como alguien tiraba de mi oreja para hacerme caminar hacia atrás de forma progresiva. Quejé varias de veces pero no me soltaba.

- ¿Te dije yo espía a un tío bañándose? Creo que no, si mal no recuerdo, dije que buscases mandrágora autumnalis. - Ella estaba enfadada y yo indiferente. Encogí mis hombros. - Aunque ya lo encontré yo. Ahora si podemos ir a la aldea. - Sonrió cogiendo mi bolso del suelo, me lo tiró antes de salir corriendo. - La última en robar un dulce es una bruja buena. - Gritó.

Coloqué mi bolso pasándolo por mi cuello dejando la correa a la izquierda y en la parte derecha el bolso en sí. Comencé a correr de forma exagerada llegado a su lado. Nix movió la mano hacia mí empujándome contra un árbol y haciendo que sus ramas atrapasen los brazos.

- Oh. Venga ya Nix. - Quejé moviendo mi dedo índice quemando las ramas. Una vez de pie pude ver su figura en la lejanía. Moví ambas manos para tener más precisión. Creé una gran capa de hielo a debajo de sus piernas haciéndola resbalar, creé otra capa sobre ella envolviendo su cuerpo y luego hice que las ramas y raíces de árboles la atrapasen. Volví a correr riendo a pulmón abierto dejándola en pocos segundos atrás quemando las raíces de árbol.

Veía como la aldea se iba acercado más y más a nosotras. Al llegar esta estaba rodeada por muros altos y con una valla de metal cerrada. Humanos idiotas.

- ¿Escalamos el muro o rompemos la puerta? - Pregunté con suplica decantándome por la segunda opción. Ella negó y ató su pelo y cobrizo con mechones blancos en una coleta. Sonreí al ver como comenzaba a escalar el muro con piedras salientes. Me miró desde unos cuantos metros por encima preguntándome si esperaba algo. Encogí mis hombros y comencé a escalar como ella. Una vez llegamos al final del muro, Nix comenzó a buscar alguna forma de bajar ya que la altura era algo exagerada. Coloqué mis pies cerca del vacío decidida a saltar a la falta de solido aunque me tomaba mi tiempo hasta que alguien por detrás.

Sentía como el aire fuerte golpeaba mi piel preparándome para un impacto doloroso aunque jamás paso. En cambio caí en dos brazos fuertes, antes de que otro cuerpo cayó sobre el mío y el de la otra persona totalmente desconocida a mí. El cuerpo que rápidamente se levantó de encima de mí era la golfa de Nix. Todo tenía sentido. Miré a la persona que me había cogido y era un chico realmente guapo. Su mirada era algo oscura pero aun así avellanada. Labios rugosos de color rosa intenso en la parte más interior y rosa palo en las afueras. Cejas pobladas de color castaño oscuro al igual que su pelo el cual era de capas desiguales en la parte superior, cayendo algunos mechones sobre su frente y los laterales algo más cortos e igualados. Un chico de aspecto parecido se acercó a él ayudando a levantarse. Una de las cosas que les diferenciaba era que el chico sobre el que había caído se le marcaban mucho más los músculos a través de su camiseta negra, las facciones más suaves en el segundo chico, el color de ojos verdosos y la forma de llevar el pelo peinado.

- Ve a por ellas error sin protección. - Gruñó el primer desconocido hacia el segundo dándome una mirada extraña. Miré a Nix y ella a mí.

- Tu a por el primero, yo a por el segundo. - Sonreí elevando mi mano divertida. La moví hacia el primer hombre corriendo hacia una calle, en si la primera que divise. Este unos segundos después apareció detrás de mí pisándome los talones casi. No obstante yo tenía trucos bajo la manga, mejor dicho, en la sangre. Al llegar al final del callejón me di la vuelta sintiéndole inocente. Hice crujir mi cuello cuando él se paró a más o menos un metro de mí. Sonreí cerrando por unos pocos segundos mis ojos. Al abrirlos moví mi mano en un meneo presto congelando sus pies.

Un gritó de ansiedad escapó de sus labios cuando trato de alcanzar mi cuerpo pero esquivé su contacto. Observé ambos edificios descubriendo que el de mi derecha era mucho más bajo por lo que sería más fácil alcanzar su tejado. Creé una escalera con primor observando de reojo al neandertal que tenía al lado, el cual trataba de quitarse el hielo de las piernas a base de rasguñar superficialmente dicha sustancia. Negué antes de comenzar a subir los peldaños sin importarme que hacia el maldito pulgoso ahí atrás ya que nada más llegar a mi destino haría desaparecer lo que había creado minutos antes.

Al encontrarme a centímetros del tocar el borde de la cornisa la escalera se tambaleó a mis pies desequilibrándome por completo. Hoy me encontraba cayendo por segunda vez al vacío y sujetada por los mismos brazos. Gracias jefe diablo con aureola.

- ¿Dos veces en un día pequeña ma...? - Se calló de repente con un gruñido por lo que aproveché a saltar de sus robustos brazos tocando el amado suelo, un poco sucio, pero amado. Observé la entrada al callejón donde se encontraba Nix con una mano extensa mientras sus ojos irradiaban una especie de luz o mejor dicho llama de color amarillo mientras observaba al desconocido número uno.

Me acerqué a ella tomando su brazo para salir de ahí ya que se veía que Nix seguiría en aquella posición ahorcando a aquel perro por mucho rato o hasta que lo hubiese matado. Suspiré fuerte antes de mover mi mano en forma de círculos sutiles y calculados, con cuantiosa elaboraron ya que estaba algo cansada y mi mente podía desvariar a otros aspectos por lo que a saber cómo podíamos acabar en vez de invisibles.

- Maldito condón pinchado. - El desconocido número dos apareció enfadado desde una de las calles que llevaban a las principales aun con hielo esparcido por su cabello y ropa. El primer desconocido salió del callejón aun con las marcas de la fuerza de Nix en la piel dorada de su cuello.

- El maldito eres tu gilipollas malparido, que por haber nacido en un quinto y haberte caído por la ventana pues hiciste que tu maldita bruja te congelara y viniese en busca de su amiga protegiéndola de mí. Estuve a punto de pillarla y tú lo estropeaste.

- Mucho me interesa que pillases tú a tu estúpida bruja. Mi prioridad era la mía hijo de perra.

- Si yo hubiera cogido a la mía, la habría obligado a que me dijera donde estaba la tuya mono con VIH. - Fue lo último que se dijeron antes de mirarse mutuamente oliendo el aire. Tomé la mano de Nix comenzando a correr. A la próxima no me quedaré cerca cuando trataba de escapar de uno de ellos.

N/A: 

Y aquí esta la continuación de la historia de "Huyendo del Alfa". Al principio quizás no entiendan porque ambas historias son continuación de otra pero con el paso del  los capítulos lo iréis entendiendo, eso espero y sino me encargare de ayudar a las ovejitas descarriadas sin hacer spoiler. 

Para las personas que no han leído "Huyendo del Alfa" no es obligatorio leerla pero si es recomendable para entender algunos hechos pero se explicaran en esta historia de nuevo.

Atada al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora