Capítulo 12:

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Sonreí al ver como mi hermana trataba de crear un suave viento para mover las hojas de los arboles más cercanos a nuestra cabaña. Mama nos había enseñado unos conjuros algo más poderosos de los que nosotras sabíamos ya y Nix ya estaba practicándolos mientras que yo estaba tratando de memorizar un conjuro cambiaforma, no era nada sencillo.

- Mira mama, lo he conseguido. - Llamó a mi madre, esta salió de la casa limpiando sus manos en el delantal que llevaba, seguramente estuviese preparando algo de comer. La felicitó sacudiendo su cabello a lo que yo fruncí el ceño, ni siquiera se había fijado en lo que yo estaba haciendo y eso en parte me dolió.

- Vamos Mist la comida esta lista. - Me levanté del suelo limpiando mi vestido con una mano ya que en la otra sujetaba un cuaderno marrón que mi padre me había dado y en donde apuntaba todo lo que mi madre nos decía. Al llegar a la pequeña cocina me senté y comencé a comer la carne, que mi madre había preparado, asada al igual que mi hermana, aunque esta le estaba contando algo a lo que yo no estaba prestando atención ya que no me interesaba en absoluto. Me centré en mi comida y en repetir en mi mente el maldito conjuro del cual siempre olvidaba palabras o las confundía con otra.

Al acabar fui a mi habitación, técnicamente la compartía con Nix, aunque por suerte ella había bajado con mi madre a la cueva para enseñarle no sé qué. Me dejé caer al colchón que había en el suelo tomando el pequeño oso al que le faltaban ambos ojos y una oreja. Pasé los dedos por su pelaje aun suave antes de abrazarlo y acurrucarme en la cama tratando de dormir un poco, aunque solo me quedé ahí con los ojos cerrados.

Oí pasos rápidos hacia mi habitación hasta que alguien me agarró del brazo tirando de este bajando las escaleras, ¿desde cuándo Nix tenía tanta fuerza? Conseguí deshacerme de su agarre cuando estábamos en el pasillo que te daba entrada a la cocina y al pequeño salón, miré a mi alrededor viendo que todo estaba desordenado y que las llamas estaban consumiendo todo.

- Vamos. - Nix me tendió su mano, la cual observé dudosa, no sabía dónde estaba mama. - Mama está bien, nos está esperando junto a la cascada. - Sonrió tomando mi mano de un apretón, torcí mis labios antes de salir corriendo de la casa detrás de ella hasta que oí un grito.

- Mama. - Quise darme la vuelta y volver, pero solo me quedé quieta observando a mi hermana con odio, mama no estaba donde ella me había dicho. Había dejado a mama morir en la casa. - Mami. - Me di la vuelta a punto de correr, pero Nix me lo impidió atándome con unas plantas de forma rápida.

Nunca había llorado hasta ese día y gritado tanto como lo hice, además de no haber odiado tanto a Nix.

- Mama. - Grité tanto que mi propia garganta dolió. Abrí los ojos sintiendo mi piel llena de sudor comenzando a levantarme para sentarme en la cama tratando de controlar mi respiración, no recordaba eso. Supuestamente ese era el recuerdo de la muerte de mi madre sin embargo yo recordaba que Nix y yo estábamos buscando unas plantas que mi madre nos había mandado, además de que mi padre estaba en casa.

Oí el chirrido de la puerta al abrirse por lo que me tiré al suelo ya que estaba llorando, me arrastré hasta llegar debajo de la cama y quedarme ahí.

- ¿Mist? - Pude ver sus pies mientras caminaba por la casa hasta que vi su rostro observándome con una sonrisa dulce. - ¿Qué haces ahí? - Preguntó tendiéndome la mano para que me ayudase a salir, negué. Amenazó con apartar la cama para sacarme si no salía de buena voluntad así que lo hice con un poco de su ayuda. Me metí entre las sabanas de forma rápida pidiéndole que se fuera ya que estaba bien, pero se sentó en la cama mirando sus manos. - ¿Bien? ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? Eso no es estar bien cariño, tienes pesadillas casi a diario y a veces dos o tres veces en un día.

Atada al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora