Había probado más de siete maneras de tranquilizarlo, en cambio siempre volvían sus ojos dorados. Dichos ojos en un punto llegaron a tocar mis malditos nervios con tanta mirada estudiosa como si algo le molestase de mí, se me agotaba la paciencia muy rápidamente.
- ¿Quieres dejar de mirarme? - Escupí harta mientras golpeaba la mesa con el cuchillo, el dejó de mascar juntando ambas cejas en desconcierto. Quiso hablar, pero le detuve cuando me levanté para salir de la cocina hacia la habitación, aunque su mano tomó mi brazo.
- ¿Por qué mate es tan frívola? No entiendo, ¿acaso no te gustamos? - En sus ojos estaba viva la llama del desconcierto y entonces después de días había encontrado mi salvación para salir de aquí, luego vendría a por mi hermana, pero debía alejarme de este lugar. No aguantaría un día más junto a una bestia mansa.
- Ni lo más mínimo, en verdad me dais tanta repulsión que no sé por dónde empezar. Odio todo de Stephen tanto mentalmente como físicamente, también te odio a ti. Sois dos almas en un cuerpo encerrados hasta la muerte, él es un humano salvaje gracias a ti y tu una bestia mansa. ¿Qué combinación más nauseabunda cierto? Sois tan penosos creyendo que con darme protección os llegare a tener el mínimo cariño posible, pero no es así, la bruja que vosotros tomáis por mate no puede hacer otra cosa que sentir el más puro y sincero asco cuando la miráis, habláis o tocáis. Sois tan asquerosos que anhelo el día en el que mi alma deje de estar ligada a la de Stephen, solo deseo ser libre en un momento de mi vida y nadie me colocara limite porque no soy una bestia a la cual se puede apaciguar, soy una bruja y a las brujas no les puede arrebatar el ansia de independencia de querer viajar sin lugar fijo. Mi especie no tiene instinto familiar y si lo hay el destino se encarga de estrujar el cuello hasta que se pierde la esperanza. - Su agarre se soltó mientras daba un paso hacia atrás. Me di la vuelta, aunque su voz me detuvo haciéndome escucharle.
- Adelante mate, deja a Stephen solo al igual que dejas a la demás gente que se encariña de ti y solo quiere tu bien. Abandona a la única persona que deseaba darte todo por un puñado de libertad. - Sentí como si me clavasen la peor de las dagas dentro de mí, pero solo eran imaginaciones mías, había pasado demasiado tiempo entre hombres lobo por lo cual me estaba haciendo propensa a sentir el dolor de las palabras como alguien normal, pero entonces sonreí. Giré mis talones enfrentando a la bestia de ojos dorados por última vez en mi vida.
Elevé mi barbilla respirando fuerte mientras susurraba un cántico el cual creo a su alrededor una gruesa pared de hielo, di un paso tocando el muro de hielo en el lugar donde descansaba la mano de este con una mirada llena de miedo. Le dediqué media sonrisa mientras hacía pasar de mi mano a la suya un chispazo de electricidad la cual le hizo dar varios pasos lejos de mí. En ese instante si pude darme la vuelta y salir de la casa a paso lento.
Había deseado tanto tiempo salir de este lugar, desde que llegue quería largarme. Corrí cuando me pudieron las piernas saliendo de la aldea dirigiéndome hacia el bosque en el cual me dejé caer junto a un árbol.
Mi pecho sentía un suave dolor el cual no me dejaba disfrutar de mi libertad.
Conseguí hacer fuego en una parte poco transitada del bosque ya que normalmente los brujos se escondían aquí para pasar noche dado su gran número en cuevas. Yo estaba en una de ellas, poco profunda y de tamaño reducido ya que no necesitaba más. Bueno si, carne para no morir de hambre en cambio no había conseguido encontrar ningún mísero animal para matarlo.
Suspiré un poco abrumada mientras frotaba mis manos antes de acercarlas al fuego sintiendo la sensación cálida que me daba la acción que hice, cerré los ojos dejando por primera vez en tiempo que mi cuerpo se relajara. Echaba de menos vivir mi vida sin límites sin temor que con un movimiento fuera del círculo que había creado mi hermana a mi alrededor dejándome claro que debía hacer lo que ella dictaba por ser la mayor. No sé qué hubiese sido de mi sin ella, aunque tampoco no había sido la idea más acertada del mundo dejarla ahí yéndome lejos.
ESTÁS LEYENDO
Atada al Alfa
Werewolf-Neblina.- Esa voz me hizo estremecer en lo más profundo de mi ser, no titubeé al reconocer a la persona quien la estaba produciendo. Abrí mis ojos moviendo mi rostro a derecha e izquierda hasta que vi en la lejanía una sombra de un hombre imponente...