Capítulo 2:

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Nada más entrar a la parte más frecuentada de la aldea un par de vampiros comenzó a perseguirnos además de los dos chuchos desconocidos. Lo más divertido es cuando les dábamos esquinazo a los muertos con colmillos y después aparecían los pulgosos por lo que otra vez nos tocaba correr. Creo que había conseguido adelgazar más de dos kilos con tanto correr y nada de comer. Mi quisquilloso estomago exigía a rugidos comida para seguir dándole energía a mis músculos.

- ¿Falta mucho? - Pregunté saliendo de la bañera mientras enrollaba una toalla a mi cuerpo. Nix rodó los ojos de forma muy exagerada ya que me había convertido en una niña pequeña diciendo esa pregunta todo el rato. Quizá me guste sacarla de sus casillas. Solo quizá.

- Te lo dije hace unos cuantos minutos. Debemos esperar a que los perros se alejen de esta calle para poder salir y conseguir algo de comida porque no eres la única que se está muriendo de hambre. - Asentí mientras me vestía con una camiseta negra y unos pantalones azules además de mis amadas botas negras. Recogí mi pelo en una trenza mientras abría la puerta de la habitación. - ¿Dónde vas?

- A ser la distracción. Sal de la habitación cuando los haya atraído. Yo seré un monstruo con hambre pero aun así seguiré durmiendo en la misma cama que tú, así que mejor comes algo antes de hacerlo. - Le informé antes de caminar por el pasillo y dirigirme a la salida. Tomé un gran bocanada de aire antes patear la puerta sacándola de las bisagras hasta caer al suelo. Di un gran salto para comenzar a correr hacia fuera colocándome la capucha de la chaqueta.

Miré a mis alrededores y entré por la calle donde estaba situado el mercado, para poder dificultarles que me cogieran. Derribé un barril de manzanas y otras frutas tratando que todo fuese bien aunque nada más darles un pequeño esquinazo me topé con un vampiro el cual me sonreía mientras se apresuraba a tirarse hacia mí. Me di la vuelta volviendo por la misma zona donde ya había estado hasta que di con los pulgosos sin querer. Bien. Estaba acorralada y Nix no sabía nada.

Rodé los ojos mentalmente buscando alguna forma de salir por algún pequeño hueco pero no había nada. Quise volver a correr pero sentí un filo sobre mi garganta lo cual me hizo tragar fuerte. El vampiro me había alcanzado, vaya suerte más bonita la mía.

- ¿Dónde está tu hermana? - Escupió acercando más el puñal a mi garganta. Quise darle un codazo en su estómago pero este acerco más el arma a mi. - Un solo intento más y te degollaré.

- Claro saco de colmillos. Tu haz eso y luego yo pongo fin a tu mierda de vida. - Elevé mi mirada viendo al desconocido número uno con una mirada de retadora hacia el vampiro. - Ve soltando a la bruja. - Hizo un andan con los dedos para que me tirara hacia él aunque consiguió todo lo contrario. El vampiro pasó el filo del puñal por mi cuello hasta que me soltó. Cometió un magno error. Me di la vuelta moviendo mi mano congelándolo en el lugar antes de tomar el puñal del suelo y clavarlo en la estatua de hielo haciéndola pedazos.

Caí de rodillas tosiendo sangre mientras tomaba mi cuello. Rasgué mi camiseta un poco para poner un poco de tela en la herida. Me levanté con cuidado observando bien por donde había venido.

- Déjame. - Elevé mi mano entrecerrando mis ojos hacia el desconocido.

- Ni un paso más. - El sabor de la sangre inundaba cada vez más mi boca. Debía apresurarme para buscar a Nix. Ella era la única que podía curarme.

Comencé a caminar a paso decidido ganándome miradas de horror de mucha gente ya que estaba herida y todavía seguía con la fuerza de poder andar sin tambalearme. Conseguí divisarla discutiendo con un hombre de entrada edad. Quise gritar su nombre ya que no podía más pero mi voz no salió. Caí de rodillas al suelo sintiendo el fuerte impacto de mi cuerpo contra las teselas de piedra. Las manos de alguien me levantaron aunque no eran unas manos conocidas. No pude resistirme y mucho menos abrir mis ojos. Solo me deje llevar.

Pasó un tiempo y sentí algo blando sobre mi espalda además de que alguien comenzó a pasar algo por mi cuello hasta que nada mas ocurrió. Luché por abrir mis ojos hasta que fui capaz de hacerlo por completo. Parpadeé repetidas veces hasta que conseguí enfocar las tablas del techo. Conseguí incorporar mi cuerpo hasta que una mano me pego de nuevo a la cama donde me encontraba. Busqué a la persona proveniente encontrándome con un par de ojos oscuros los cuales me miraban amenazantes, en cambio moví mi cuerpo lejos de su tacto yendo hacia la ventana. Suspiré antes de tirarme por está cayendo al suelo frío. ¿Cómo había acabado con ellos y si lo último que recuerdo es visualizar a mi hermana?

- ¿Terminaste el teatro bruja estúpida? - Giré mi rostro algo adolorido descubriendo como mi hermana me fulminaba con la mirada antes de hacer una señal al alguien para que me levantase. Unos brazos me rodearon elevando mi cuerpo del suelo junto a un pecho en el cual latía ruidosamente un corazón. Elevé mi vista con cuidado de no hacerme daño y descubrí que era aquel chico desconocido de nuevo. Quise soltarme de sus brazos pero este gruñó amenazante. - Quien diría que te estarías quieta sólo con un gruñido, ¿o me equivoco? - Mi hermana río, a lo cual sonreí malvadamente.

Con un pequeño movimiento de mi dedo índice me concentré en cerrar la puerta que había abierto para que el hombre pasara antes. Oí el fuerte ruido de esta cerrarse y una carcajada proveniente de mi portador. Su risa estaba llena de gracia haciendo vibrar su pecho y sus cuerdas vocales además de arrugar su nariz.

- A sí que a la brujita le gusta jugar. - Su mirada cayó en la mía sosteniéndola al igual que yo mientras una sonrisa inocente brotaba de mis labios. Encogí mis hombros. - Mientras que los trucos sean para otras persona me va a gustar. - Contuve una carcajada diabólica mientras maquinaba un futuro plan por si volvía a encontrarme con él.


Atada al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora