Stephen llevaba durmiendo conmigo más de dos semanas y había conseguido que no tuviese tantas pesadillas como solía tener, pero aun así me imaginaba cosas y me despertaba gritando y buscándola antes de acabar sollozando en una esquina hasta que el me llevaba de nuevo a la cama, me arropaba y me hablaba hasta quedarme dormida. Estaba cariñoso desde ese día y yo no le aborrecía tanto como antes.
- Stephen. - Le moví cuando fui consciente de que alguien estaba llamando a la puerta. - Alguien está llamando y tienes que ir a abrir. - Quejé ya que me daba demasiada pereza levantarme de la cama y bajar abajo. - Stephen. - Grité haciendo que se despertará observándome con miedo. - La puerta.
- ¿No podías ir tú? - Quejó pasando sus manos por la cara a lo que sonrió recordando que iba en camisón. - Tienes una buena excusa, vístete y baja para desayunar. - Comentó mientras se ponía una camiseta que había en el suelo, necesitábamos hacer limpieza por toda la casa.
Me levanté yendo hacia el armario para sacar un pantalón y un jersey vistiéndome rápido para bajar tal y como él me dijo. Entrando a la cocina vi que estaba hablando con un hombre de pelo negro canoso y ojos azules así que me quedé en la entrada de esta cuando me miró fijamente hasta que Stephen se acercó a mi sonriéndome.
- Mist, él es mi padre James. - Me acercó a la encimera para que me sentará antes de darme una taza de té. - Padre ella es Mist, mi mate. - Sonrió sentándose a mi lado, aunque su padre me seguía mirando de forma seria.
- Encantado, Luna. - Sonrió después de unos minutos. - Soy James Petrov, el padre de Stephen. Prefería haber venido en otro momento y conocerte por fin, pero tenía que discutir algunos asuntos de la manada con mi hijo así que, ¿nos dejas a solas por favor?
- Padre, Mist siempre va a estar al tanto de la manada así que podemos discutir delante de ella cualquier tema. - Habló con un tono serio mientras cruzaba sus manos y dejaba la barbilla ahí apoyada. - Mi padre me estaba explicando que debíamos hacer algo con los ataques de vampiros a nuestros ganados y tratando de entrar a nuestro territorio. - Bajé la mirada dando vueltas a la taza sintiéndome culpable.
- He tratado de hablar con tu hermano, pero no me deja entrar a su casa así que vine a razonar contigo ya que eres el verdadero Alfa y espero que sepas hacer lo correcto. - Stephen no respondió. - Se cuál es la causa de los ataques o al menos lo supongo. ¿Las hermanas brujas tienen algo que ver verdad? - Apreté el mango de la taza. - ¿O es que acaso me equivoco? Porque yo creo que no me equívoco así que debemos tomar todas las medidas necesarias para que la manada este a salvo.
- Yo...no... - Tartamudeé en un susurro hasta que la mano cálida de Stephen cayó en mi mano derecha dándole un apretón.
- Claro que vamos a tomar medidas, padre, pero lo haremos Will y yo con la ayuda de nuestras mates. - Le observé y el a mí de reojo. - Los vampiros habrían atacado viniendo ellas a la manada o no además padre ya no puedes hacer nada al respecto, no tienes poder en la manada ya. Tu encárgate de cuidar a mama y yo me encargaré de cuidar a mi mate y la manada.
- Sabes lo que pienso de la situación y tu madre también. - Se levantó andando hacia la entrada de la cocina. - Os esperamos tanto a vosotros con tu hermano y su mate el viernes en nuestra casa para una cena familiar. - Se despidió antes de oír la puerta cerrarse.
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Atada al Alfa
Werewolf-Neblina.- Esa voz me hizo estremecer en lo más profundo de mi ser, no titubeé al reconocer a la persona quien la estaba produciendo. Abrí mis ojos moviendo mi rostro a derecha e izquierda hasta que vi en la lejanía una sombra de un hombre imponente...