Capítulo 10: Segunda parte

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- Stephen -


Habían pasado varios días desde que Mist se había ido de mi casa y del territorio de mi manada, ni siquiera la sentía para poder reconfortar a mi bestia la cual rugía en quejidos por ella.

La echaba de menos sin duda, pero a ella no le importo dejarme, se largó por el simple hecho de que deseaba más la libertad que a alguien que la cuidaría con su vida.

- Stephen. - Mi hermano tocó de nuevo la puerta antes de soltar yo un suspiro abrumado. Llevé de nuevo la botella de alcohol a mis labios dándole un largo trago quedándome callado, normalmente si no le contestaba me dejaba en paz y podía seguir bebiendo alcohol, solo quedaban un par de botellas para que el armario que poseía con licores se agotase. No quería ser consciente de lo que estaba pasando, ya suficiente tenía con poder recordar a la perfección sus palabras, su tono de voz y su mirada filosa llena de odio. Un odio el cual iba dirigido hacia mí y no podía hacer nada para remediarlo, así es como un hombre lobo llegaba al final de sus sentimientos y a veces de su vida, con el rechazo de su mate y eso es lo que ella hizo conmigo. Me rechazó.

La puerta se abrió de un golpe rápido, pero no aparté la vista de la pared que estaba observando como si mi entera vida se concentrase en describir que escondía, en cambio solo tenía arañazos creados por mi bestia al igual que todo mueble de mi habitación estaba destrozado y esparcido por todo el lugar por el simple hecho de que el maldito lugar olía a ella, su presencia estaba impresa en el lugar, en toda la maldita casa.

- ¿Quieres parar de hacerte el puto herido? - El cuerpo de Nix se colocó frente a mi dándome una vista bastante harta y llena de desesperación. Sus hombros los cuales estaban altos descargando furia cayeron en menos de un momento dándome una mirada descompuesta. Se me había olvidado que ella tenía mucho más lazo sentimental con Mist y la había dejado tirada, a su propia hermana. - Ella está ahí fuera joder y es tan indefensa sola que podrán encontrarla con más facilidad.

- Es una bruja.

- La cual tiene un trauma más grande que tu propio ego y el de tu estúpido hermano junto. - Se quedó cayada antes de acercase despacio hacia la ventana observando a través del cristal. Fuera era de noche, hacia viendo y caía una fuerte lluvia además de haber relámpagos y truenos a montones. El tiempo era una mierda. - Quizá mañana me quiera pegar millones de veces contra un muro por decirte lo que voy a decirte o quizá mi hermana quiera matarme si es que la vuelvo a ver en un futuro pero quizá con lo que te diga consiga hacerte entrar en razón y dejaras de estar aullando como un subnormal bebiendo y encerrándote en estas malditas paredes mientras ella a saber que le puede estar pasando fuera. - Un suspiro se escapó de sus labios aun mirando la ventana, tocó el cristal con sus dedos tímidamente. ¿De verdad echaba de menos a su hermana después de lo que le hizo? - Mist es mi hermana pequeña y como tal cuando solo era una mocosa con un pelo siempre rizado castaño casi pelirrojo estuvo bajo las alas de mis padres por lo cual ella nunca supo que era el mundo en realidad hasta que ellos murieron. Nuestra casa fue incendiada por un grupo de vampiros con el afán de qué nuestros padres nos entregasen a ellos porque querrían y siguen queriendo nuestra sangre, ellos como no quisieron pagaron el precio con sus vidas. - Se quedó cayada mientras en mi mente se formaba la imagen de una pequeña Mist con el pelo como ella había dicho, de ojos oscuros y sonrisa inquieta. ¿No sabía de verdad lo que había fuera de su familia? - Ella solo tenía unos siete años cuando paso y yo ocho, no sabía cómo encargarme exactamente de ella o como siquiera valerme de mi misma para tratar de proteger a dos personas. Siempre traté de no separarme de ella mucho porque era propensa a perderse ya que se distraía con facilidad, también tuve que aprender a usar más de la mayoría de mis poderes sola y enseñarle a ella a usarlos también. Me convertí en su madre quizás en algún momento lo hice, trate de darle cualquier cosa que pudiese desear para que se olvidase del hecho de que teníamos que estar siempre yendo y viviendo de un lugar a otro sin tener un lugar fijo en el cual poder quedarnos o amigos. Recuerdo que llegó un momento cuando tenía unos quince años que tuve que emplear un hechizo para hacerla olvidar parte de su infancia para tratar de hacerla menos frágil, pero eso duro poco porque conoció a un vampiro el cual no trato de matarla, sino que la protegió con su vida, Nauto, la trató de una forma tan tierna y dulce que siempre me hizo sospechar de él. Traté de separarlos tantas veces que he dejado de recordar el número exacto, pero aun así no pude evitar que ella fuese herida de la forma más dolorosa posible, le arrebataron la única felicidad que tenía en su vida, su luz. Y de ahí ella cayo tan hondo que yo misma le tuve que quitar parte de ese dolor tratando de hacerla fría pero solo conseguí que el amor que ella tenía por él se volviese tan toxico que la ahogaba por dentro.

Atada al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora