El huésped.

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Tras varios pasos más se encontraron en lo que parecía la mitad del pasillo, sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, por lo tanto podían ver mejor. En vez de habitaciones en el centro del corredor había una especie de sala pequeña con bancas, una fuente en su centro y varias mesas plegadas alrededor.

—sería un bonito lugar si no tuviese este olor a mierda —Dijo Derek.
—Por allá —Tim señaló a un punto en un lado de la sala. Derek lo miró y luego sus ojos fueron a parar donde señalaba Tim; Era el casino. Por fin habían llegado.
—¿Eso es...
—Al parecer —Lo atajó Tim antes de que su amigo terminara la pregunta.

«Luces... Las putas luces de emergencia están prendidas en el casino»

Entonces las luces de emergencia de esta sala funcionan pero el resto no... —Dijo Derek mirando a Tim.
—Es raro, pero no podemos hacer más nada —Dijo Tim mirándolo.

Ambos entraron en aquel lugar; era un pasillo el cual contaba con un piso alfombrado rojo que estaba mojado y apestaba. Las paredes blancas estaban iluminadas por las débiles luces de emergencia.

Prisch, prisch, prish, prish...

Cada pisada podía escucharse desde lejos por el sonido de la alfombra empapada. El pequeño corredor terminaba frente a una pequeña taquilla solitaria y unas enormes puertas de vaivén.

Entraron haciendo el menor ruido posible. Las luces de emergencia no podían iluminar todo a causa de las dimensiones inmesurables; el techo se perdía en una negrura total y el horizonte estaba atiborrado de máquinas de juegos y mesas. Parecía que en los extremos laterales de la gran sala habían también dos pequeñas salas de juegos. Tim alcanzó a divisar la palabra "Bingo" en la de la izquierda.

«Está demasiado silencioso»

Hacía ya rato que se había vuelto inmune a la oscuridad. Había caminado por tantos corredores sin luz que ya ni lo notaba. Derek al parecer había pasado por lo mismo.

Caminaron un rato por la sala central sin encontrar nada. Además de la falta de luz y personas, todo indicaba que se trataba de un salón de juegos común y corriente. No había señales de ninguna mujer.

—He perdido la cuenta de cuánto dinero he perdido con estas maquinitas —Dijo Derek moviendo la palanca de una máquina de juegos de azar.
—No sé, nunca he sido jugador. Creo que es la segunda vez que entro en un lugar así.
—Deberías intentarlo algún día. Nunca sabes cuando te puede salvar de un aprieto —Bromeó.
Tim lo miró con expresión divertida y al instante retomó la seriedad.
—Deberíamos separarnos, ya casi tenemos media hora dando vueltas en la gran sala. Cada uno debería revisar una de las pequeñas.
—Me leíste la mente, dormilón, ¿Por cuál quieres ir tú? —Dijo Derek mirando a los extremos.
—Déjame la de la izquierda —Dijo Tim mientras miraba la pequeña sala.
—Vale, ve a jugar Bingo —Bromeó Derek y se empezó a alejar.

Era una sala más pequeña, sin embargo, también contaba con grandes dimensiones. Tim caminó entre mesas llenas de tablas de bingo escuchando sólo el sonido de sus pasos por un rato. Sin embargo un detalle le llamó la atención, había un sonido estático en el aire, como de...

« ¿Una radio?»

Inmediatamente diviso a cada lado de la sala los altoparlantes por donde se cantaban las jugadas. Efectivamente, el sonido electrico provenía de ellas.

«Es imposible, no hay electricidad...»

Miro un pequeño atril en el extremo izquierdo y caminó hacia él instintivamente.

«Supongo que aquí es donde se para quien canta el bingo...»

Subió tres escalones que conducían hacia un pequeño escenario y se ubicó tras un pequeño micrófono.

—Hola, Hola... —Dijo casi en un susurro.

De alguna forma, a pesar de no haber electricidad, el micrófono y el equipo de audio de la sala estaba prendido. dio dos pasos atrás en vista de que ya no encontraría nada más. había revisado la sala casi por completo y aparte de ese detalle no encontró algo importante.

«Raro... Seguro es algún detalle técnico»

—Ha pasado un tiempo, Tim  —Se escucho una voz femenina por las inmensas bocinas.

Volteó de manera violenta al escuchar la voz. Miró en dirección al atril pero no vio a nadie.

—¿Qué...?

Un golpe seco lo sacó de su estupor. Algo se había abalanzado sobre él con una fuerza colosal. Cayó al suelo y su cabeza repicó contra la superficie mojada. El golpe y la oscuridad lo habían desorientado. Se intento poner en pie rápidamente pero de nuevo, lo que fuera que lo hubiese empujado se abalanzo sobre él, impidiéndole levantarse.

Era un hombre, olía a podrido y estaba completamente empapado. Tim lo miraba desde el suelo cumpletamente atónito.

—¡Un huésped! —Bramó el hombre mientras lo miraba.


Destino inexorable.Where stories live. Discover now