M.O.R.A.L (First Part) mature h.s.

XIV

Esa noche, o lo que restaba de noche, no dormí, creo que ni cerré los ojos en aquel silencio perturbado por la fina respiración y la lluvia incesante y fuerte. E incluso si no hubiera llovido, no hubiera podido conciliar el sueño ni dos segundos.

Al contrario, pasé toda la noche observando las betas de la pintura del techo, o mirando a la ventada donde la luz de un foco fuera dejaba ver las gotas precipitándose contra la arena, atraídas por la fuerza de la gravedad.

Pero el sol salió y todos teníamos que volver a la carga para marcharnos a entrenar de nuevo, así que, cogí mis botas, recogí mi pelo y me cambié. Cuando todas estábamos listas para marcharnos, salimos por la puerta en dirección al comedor, donde nos darían algo de comida asquerosa que nos dejaría hambrientas todo el día. Al sentarnos en la mesa Mariana cogió aire y nos miró.

-Tengo algo que contaros.- juraría que casi me atraganto con la leche cuando oí sus palabras y que, Bella, se removió en su asiento inquieta, como si supiera que sabíamos algo de lo que había estado haciendo.

-¿El que?- dijo Aria.

-Algo que ha pasado el otro día en los entrenamientos por grupos.- Bella tragó saliva dejando que el nudo de su garganta de desprendiera por su esófago y yo la miré sin decir palabra. Aria asintió y Mariana se aclaró la garganta con un gesto definitivamente serio.

--Veréis...

POV MARIANA.

Nos dividieron en grupos y a mi con el general Malik. Él y yo ya nos conocíamos, de hecho. Después de aquel incidente la noche que encontré a Bella en otra habitación el apareció y desde aquella su mirada es dura y firme, pero suplicante al mismo tiempo.

A mi grupo nos llevaron a una habitación, con pocas ventanas y un ventilador en la lampara que daba vueltas sin parar a una velocidad no muy rápida. Había unos barreños de metal colocados en fila en el suelo, uno para cada uno de vosotros.

-El agua, la arena, el polvo, el humo, cualquiera de las cosas que os pueden hacer perder el aire no se esfuman con agitar las manos frente a vuestra cara y toser unas cuantas veces, está ahí, no se va, son las consecuencias de la muerte anunciada de bombas, ataques, guerras horribles y necesitas estar listos para cuando pase.- dijo el general y todos asentimos.- Colocaros frente a un barreño.- se cruzó de brazos frente a nosotros y cada uno se coloco de rodillas frente a ese cuenco de agua sucia. Nos ataron las manos tras la espalda y se pusieron de pie tras nosotros. -Vais a meter la cabeza ahí y vais a aguantar todo el tiempo que yo os diga.- apreté los labios y miré el sentido de la madera en el suelo. - ¡Ya! - ordenó y todos inspiramos una gran bocanada de agua para introducir nuestros rostros en dicho cubo.

El agua estaba turbia y de un color marrón, que se metía entre tus ojos y te rasgaba las mejillas. Saqué mis rostro y noté como el agua caía por mi nariz y se paseaba hacia mis labios entre abiertos. Volví a respirar fuertemente y a meter mi cabeza en ese barreño. Hasta que dejé de oir como el resto salía y entraba en el agua, como yo, a mi quinta bocanada. Levanté la cabeza y miré con los ojos abiertos y la suciedad resbalando por mi cuello a Zayn que estaba de cuclillas frente a mi.

-Se supone que tu eres la que más aguante para esto tiene.- murmuró e hizo una mueca divertida mientras al resto le quitaban la venda de las manos y se levantaban.

-¿Puedo preguntar porque?- dije apretando los dientes.

-A estas alturas pensaba que habías estado de rodillas frente a toda la compañía.

-Seguro que esos son sus propios recuerdos de medianoche señor, no los confunda.- contesté mirándole fijamente.

Su cara se torció en una fría mueca y se levantó, golpeó de una patada el barreño derramándolo por toda la habitación, esparciendo la mugre por el suelo y apretó los puños a los costados de su cuerpo.