Mira aquel girasol
lo que nunca nadie ve,
la ternura de un niño,
con historias que observé,
venidas de tu abuelo,
con las que soñé.
Soñé en ser temerario,
valiente ya con mi fe,
sintiendo ese momento,
con la espada que agarré.
Esta no era de madera,
de cristal si que lo fue,
sin dudarlo un momento
agachado le aceche.
El soldado se giró,
pero rápido ataque,
Y como el rayo de veloz,
al fin al miedo superé.