Los niños sueñan,
se lo merecen,
aún se mantienen,
en el glorioso mundo de los inocentes.
Los niños ríen,
por que pueden,
y miran al payaso,
como quieren,
sin prejuicios hacia lo que hay detrás,
pensando en que el que es payaso,
lo es,
y ya está.
Los niños duermen,
les encanta,
pero no pueden,
ya no,
tampoco sueñan,
lo aborrecen,
los prejuicios estupidos les hacen quitarse la ilusión.