Hazel

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Hazel se había acostumbrado después de un tiempo al vaivén típico de un trirreme volador, cuando volaban en el Argo II, pero eso no la preparó para despegar de la tierra a lomos de su novio convertido en un pegaso.

Después del encuentro con Marte en el bosque, ambos caminaron de regreso al cammpamento en busca de alguien que los ayudase con un medio de transporte para ir al museo metropolitano, por desgracia no pudieron encontrar a ninguno de los otros siete, ni a Nico que se suponía debía estar cerca de la enfermería en el el lugar que llamaban "la casa grande", adentro, cuando pasaron por una de las habitaciones donde habían mesas de ping pong, Hazel se dio cuenta que había un mapa en la pared con la ciudad de Nueva York, agradeció a los dioses por ese golpe de suerte y a pesar de la negativa de Frank, lo tomó y lo puso en su bolsillo.

Caminaron luego cerca de los establos donde varios pegasos masticaban terrones de azúcar y otros se acomodaban las plumas de las alas, lastimosamente, tampoco había alguien conocido, uno de esos pegasos ya entrenados les hubiese sido muy útil.

-Entonces será mejor que yo me convierta en uno de ellos - dijo Frank, quien era demasiado tímido para pedir ayuda a cualquiera de los otros semidioses griegos que no fueran sus amigos, ya tenía suficiente pena con el mapa robado.

-¿Estás seguro de poder hacerlo?- Le preguntó Hazel, pero se arrepintió justo después de haberlo dicho, no quería bajarle el ánimo a Frank.

-Si, no veo porque no, son animales muy hermosos- dijo Frank e inmediatamente su cuerpo empezó a cambiar de forma, sus manos se transformaron en las patas delanteras del pegaso, de su espalda salieron un par de alas que crecieron hasta parecer las de un ave muy enorme, en pocos segundos Frank era todo un pegaso de color marron claro con un par de alas blancas, e incluso parecía que las crines ondeaban con el viento; Hazel se acercó y lo tocó, la piel se sentía sedosa y suave, el pegaso la miró y dio dos pisotones en el suelo, Hazel interpretó aquello como una señal para subirse a su lomo y partir.

Frank, el pegaso, tuvo que tumbarse en el suelo para dejar que ella se subiese sin problemas, estando arriba, ella lo abrazó por el cuello mientras se colocaba delante de las alas para que no molestasen al momento de volar, Frank se levanto y caminó un poco para acostumbrarse a su nueva forma, luego corrió y alzó las alas, la sensación al romper la fuerza de gravedad fue peor que cuando se elevaban en el Argo II, Hazel sintió un halón en su estomago, incluso deseó no haber comido ese día, nunca en todo el tiempo en el Argo II se había sentido igual, pero era lo único que se les había ocurrido.

Se elevaron a una muy buena altura y ya en el aire Hazel se dio cuenta que era más fácil mantener el equilibrio, Frank batía las alas con cierta elegancia y ya no sentía el mareo inicial, se acomodó un poco más y sacó el mapa, despues de unos minutos le habló en la oreja a Frank para indicarle el camino.

Se dirigieron al parque central, que se extendía cubriendo gran parte de la ciudad, el mapa indicaba que el museo estaba en una de sus orillas, al pasar arriba del museo el pegaso Frank empezó el descenso, para su suerte el parque estaba bastante deiserto y nadie los vio, Frank aterrizó sin problemas en uno de los campos de baseball atrás del museo, Hazel sintió alivio cuando sus pies tocaron la tierra y el césped, suponía era por la relación con su padre Plutón, cuando se giró a ver a Frank, el pegaso había desaparecido y Frank se levantaba del suelo sacudiendose polvo del pantalón.

Caminaron un poco y se situaron atrás del museo donde una puerta estaba abierta, entraron y caminaron por un pasillo, Frank iba adelante de ella, era de las cosas que a ella le gustaban un poco, el sentimiento de Frank de querer protegerla, de pronto escucharon unos susurros que venían de una puerta a unos metros de ellos, con sus miradas se dijeron que tenían que sacar sus armas y así lo hicieron, Frank tensó su arco con una flecha y se situó frente a la puerta, Hazel saco su espada corta romana y se colocó a un lado de la puerta para poder abrirla, al otro lado de la puerta los susurros se detuvieron.

Frank le hizo señas a modo de contar para abrir la puerta a la cuenta de tres, pero justo en el momento en que ella iba a poner una mano en la manija de la puerta, ésta se abrió hacia adentro y todo se iluminó de pronto cegandolos y haciendolos a ambos apartar la mirada, Hazel solo pudo escuchar un grito:

-¡Alto!


Percy Jackson -Otra manera para ser inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora