El día ha llegado.
Me he arreglado, esta vez no Angelie, esta vez no te dejaré ir.
Todos ya estaban en la iglesia y corrí lo más rápido que pude a la entrada.No sé siquiera si el padre ya había dicho el reconocido "si alguien se opone a este sagrado matrimonio que hable ahora o calle para siempre" o lo que sea que diga, pero yo entré.
-Yo me opongo, me opongo, me opongo para siempre- dije casi gritando.
-¡Alex! Por favor, ¿qué es esto?
-Angelie, escúchame y escúchame bien, porque estoy harto y sólo lo diré una vez.
Yo te amo, ¿entiendes? Lo hago, me engañé con Paulina y me he engañado a mi mismo desde que te fuiste de nuevo y ¿Sabes porqué no quería admitirlo? ¡Porque siempre llegabas a desestabilizarme! Tú o tus recuerdos lo hacían y no quería sufrir más. Pero nada, ya está, es así, ¿le podemos hacer algo? Claro, necesito que me lo digas aquí y ahora, enfrente de tus padres y de todos. ¿En serio le quieres?- dije y los nervios se sintieron por todo mi cuerpo.Sus ojos se pusieron rojos y soltó a Julian.
-D... De verdad.. Lo quiero- dijo mientras ambos se miraban fijamente.
Esta vez si estaba roto y molesto, con ella y conmigo. Le hice adiós con la mano y salí de la iglesia, me sentía derrotado.
¿Qué más podía hacer?
Me sentía atrapado en un rompecabezas, que ella siempre destruía cuando intentaba armarlo.
Me fui a un parque, necesitaba estar solo y sacarla de una vez por todas.
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Notas a ella.
Teen FictionElla era la chica de la sonrisa rota. La que se sentaba justo a un asiento atrás. Podría decirle, mil versos, poemas, acerca de su piel blanca y su cabello negro. Pero aquí estoy, pegando rídiculos y cursis post-its en su libreta de tareas.