Capítulo cinco: "Perdido"

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Summer abrió la puerta de su departamento soltando un quejido debido a la fuerte lluvia que azotaba Chicago. Limpió la suela de sus botas en la alfombrilla que descansaba en la puerta y dejó el paraguas dentro de un bote que tenía al lado de la misma.

Caminó hacia el cuarto de baño y sacó una toalla blanca para escurrir la humedad de su rubia cabellera en ella. No pasó mucho tiempo cuando el teléfono de la sala comenzó a sonar. Trotó hacia allí y atendió el teléfono, dejando la toalla sobre una de las sillas del comedor.

-Summer Burberry -contestó, con el tono más profesional que sus cuerdas vocales podían hacer.

-Hola Mer -Summer rodó los ojos al escuchar la voz de su ex-novio.

Hace varios meses habían dado por finalizada su relación de dos años. Simplemente porque las cosas no iban bien y decidieron darse un tiempo. Pero él estaba lo suficientemente atado -o, en otras palabras, obsesionado - con ella y se negaba a terminar la relación. Y a Summer comenzaba a hartarle su comportamiento, tanto que empezaba a pensar que separarse de él había sido una muy buena idea.

-¿Qué quieres, Caleb? -cuestionó con agobio, soltando un suspiro.

Se dejó caer en el sillón color crema de la sala de estar y se quitó los zapatos con los mismos pies. Tomó el control remoto y encendió el plasma, pero soltó una maldición casi silenciosa al ver que no había señal debido a la tormenta.

-Estuve pensando mucho estos días. En nosotros.

Y aquí vamos otra vez... pensó Summer.

-Caleb, esto acabó, no puedes atarte a mí por siempre. Eres lindo, carísmatico... Puedes conseguir a otra chica fácilmente. Piensa en eso, ¿quieres?

-Pero yo te quiero a ti. Vamos, Mer, somos el uno para el otro ¿por qué echarlo por la borda? Te amo, y sé que tu también lo haces.

El mismo discurso en cada llamada telefónica. Ya comenzaba a aprendérselo de memoria, y hasta algunas veces seguía sus palabras con mímica, en un infantil intento de burla.

-Oye... Tengo novio, ¿sí? Lo siento.

La línea se sumió en un silencio parcialmente eterno. Las palabras de "tengo novio" salieron de su boca sin aviso previo, sólo lo dijo, quizás porque su agotamiento llegó a un punto cúlmine y se aferraba a cualquier excusa que podría sacarlo de su camino, de forma amable, claro.

Lo más gracioso era que no lo tenía, y tampoco planeaba tener uno pronto. Ella y sus libros formaban una pareja envidiable, no necesitaba a nadie más, así ella se sentía completa.

-¿Ya? ¿Tan rápido te olvidas de mí? -susurró con "dolor" Caleb.

Escuchó como hacía sonar su nariz. Eso solía romper sus barreras antes, ella era muy sensible y era débil a su llanto. Pero ahora tenía en cuenta de que era enfermizo, y no iba a permitir caer en ese juego nuevamente.

-Y tú deberías hacer lo mismo, Cal -cerró los ojos, eso sonó muy cruel. Pero ahora mismo no estaba para arrepentimientos -. Debo irme, Caleb, y apreciaría que no llames más. Tengo trabajo que hacer, y no tengo planes de retomar la relación todavía. Sal, conoce nuevas chicas, te hará bien. Adiós, Cal.

Y sin esperar una respuesta de su parte, dejó caer el teléfono en su soporte. Soltando un largo suspiro, llevó las manos a su rostro y las frotó varias veces en él.

Su cabeza rebalsaba de tantos pensamientos, que no sabía si la verdadera razón de su dolor de cabeza era la intensidad del trabajo o la acumulación de pensamientos. Su terapeuta le había dicho que tenía un alto nivel de estrés, pero ella no descansaría de su trabajo. Era lo que le gustaba hacer y no lo dejaría; además, no había nada que la maravillara más que escuchar los pensamientos que esconden las personas que ella trata. Algunos son tan inteligentes, que se quedaba hasta tarde reflexionando cada palabra.

Desde pequeña quería ser psicóloga, pero en ese momento era porque "quería ser chusma y conocer los problemas de los demás". Pero mientras crecía, se fue dando cuenta que aquellas personas necesitaban ayuda y debía dar lo mejor de ella para poder garantizarlo.

Su mente se desvió completamente a Justin. Todo el viaje había estado pensando en el significado de su nota, "mañana se abrirá el teatro" ¿a qué se refería con eso? No tenía idea, pero no dudaba que mañana iría para tener una respuesta.

Había pensado en lo frágil que se veía, con la cabeza entre sus manos, llorando por haber hecho algo de lo que se arrepentía cada día. No podía siquiera imaginar pasar cada día de su vida con el latente recuerdo de haber empujado a su hermano por las escaleras, de ninguna manera.

Él era un pequeño niño indefenso por dentro, que tan sólo deseaba gritar. Necesitaba descargar la impotencia, el odio, la tristeza, el arrepentimiento, todo lo que sobre y que no sirva.

Summer se levantó del sillón y caminó con lentitud hacia la cocina para recalentar la comida de la noche anterior. No había tenido tiempo de cocinar, ya sea por trabajo o por pensar en Justin y sus pensamientos perspicaces.

Cuando el microondas soltó un pitido, lo abrió y sacó el plato de cristal con la comida en él. Colocó el plato sobre la pequeña mesa de la cocina y tomó un poco con el tenedor para llevárselo luego a los labios. Amaba la comida recalentada, los sabores se concentraban y sabía aún más delicioso que cuando estaba recién preparado.

En cuanto el plato se vació, lo colocó en el lavabo para lavarlo antes de irse a dormir. El timbre de la casa sonó, y ella limpió sus manos en el paño para trotar hacia la puerta de entrada.

Al abrirla, se encontró con la figura de el que menos hubiera pensado que estaría parado allí.

-¿Qué haces aquí, Justin? -murmuró sin aliento. ¿Cómo había salido del psiquiátrico? Tenía alta seguridad.

Su cuerpo estaba completamente mojado, desde su rubio cabello hasta sus zapatos. Sus brazos caían a cada costado de su cuerpo, y sus cejas se encontraban levemente curvadas hacia abajo. Se veía débil, le partió el alma verlo así.

Él no respondió. Se abalanzó hacia ella con rapidez y envolvió sus brazos en su pequeña cintura. Escondió su cabeza en el hueco de su cuello y dejó salir un sollozo.

Dejó de lado el tema de cómo escapó de la clínica y se concentró en su tristeza.

Summer, bastante confundida y anonadada, lentamente le devolvió el abrazo. Oía sus sollozos justo al lado de su oreja, y sentía la humedad de sus lágrimas mojar su camiseta. Se aferraba a ella como si fuera lo único que le quedaba, y eso la hizo abrazarlo con más fuerza.

-¿Qué paso? Justin ¿qué pasó? -tomó su rostro desde las mejillas y lo observó a los ojos. Éstos estaban rojos de tanto llorar, y al notar como su expresión se contrajo de nuevo, lo atrajo otra vez a sus brazos. Él nuevamente explotó en lágrimas -. Tranquilo...

Era un niño, un niño que necesitaba apoyo. Estaba solo entre cuatro paredes, aislado, y él se sentía así. Perdido.



Holaaaaaaaaaaaa, ¿qué tallllll? ¡Espero que bien! Creo que este es uno de mis capítulos favoritos, no sé porqué, no pregunten ahre.

¡Comenten y votennnnn!

-Cía



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