Tres horas habían pasado desde que Summer se había entregado a la policía. Sus dedos se enredaban entre sí con desesperación. Su vestimenta se sentía más pesada de lo que recordaba. Pellizcó su camiseta holgada y la sacudió para airear su torso. Ya comenzaba a arrepentirse de haber sido así de impulsiva. Ella era así, y a veces las cosas no terminaban como ella pensaba. Un claro ejemplo era la pequeña celda en la que estaba encerrada.Todavía estaba en la comisaría. No sabía porqué seguía allí. Pero lo prefería antes de que la trasladen a una cárcel hecha y derecha.
Sus ondas platinadas se encontraban sudorosas y grasosas por no haberse lavado el cabello. Más allá de que la humedad de la celda era intolerable. Era oscura y su aroma era una mezcla entre humedad y moho.
Un guardia barbudo y barrigón, se encontraba sentado en un escritorio de madera clara. Cada un par de minutos tomaba entre sus manos la taza blanca con café humeante dentro y bebía un sorbo. Pasaba la lengua por sus labios y luego el dorso de su mano por su blanquecino bigote.
Ojeaba unos papeles con atención y algunos de ellos los unía con una abrochadora. Lo observaba desde hace más de dos horas, esperando que algo nuevo suceda en esa monótona habitación de la comisaría.Un policía delgado y joven entró por la puerta con un periódico local en sus manos. Sus ojos se deslizaban por los párrafos con rapidez, y de vez en cuando abría los ojos con impresión - ¿Ha visto las noticias, jefe? -Le preguntó al comisario. Éste levantó la cabeza y se quitó los anteojos.
-¿No tiene trabajo para hacer, oficial? -Declaró. Su voz era rugosa y avejentada- Tengo muchos papeleos por revisar. Así que apreciaría que vuelva a donde le corresponde.
-¡El joven del psiquiátrico viene para acá!
Los sentidos de Summer se pusieron alerta. Se levantó del pequeño banco de concreto y se aferró a los barrotes de metal de la celda. Podía sentir su corazón palpitar en sus oídos. ¿Justin venía hacia acá? ¿A la comisaría? ¡Pero qué idea descabellada! Él no podía salir. No estaba en condiciones para enfrentarse a este tipo de asuntos.
Su garganta se cerró.
Golpeó la celda con el anillo de plata que se había colocado esa mañana. Los dos guardias se giraron y alzaron una ceja.
-¿Podría... Quiero decir... Cabe la posibilidad...
-Al grano, Burberry -Habló con seriedad el oficial Griffin.
Summer rascó su cabeza con nerviosismo.
-Un v-vaso de café. O de agua, es lo mismo.
El comisario pareció pensarlo unos segundos. Y finalmente señaló con la cabeza la máquina de café que había cerca de la puerta. Agradeció al cielo que le hayan permitido eso. Su garganta estaba tan seca que con suerte podía hablar con una pobre claridad.
El oficial delgado pasó su mano entre los barrotes con un vaso de café. El humo formaba ondas y tirabuzones que se evaporaban en el aire finalmente. A Summer se le hizo agua la boca al instante.
-Que no se te haga costumbre. Esto no es un hotel.
Summer asintió fugazmente y soltó un gemido al sentir el líquido deliciosamente tibio hacer contacto con su lengua. Estaba estresada. Necesitaba descansar, pero cada vez que cerraba los ojos las imágenes de Justin en la televisión aparecían y rápidamente se incorporaba en el incómodo catre.
La puerta se abrió y Summer sintió sus piernas temblar. Seis médicos de la clínica entraron invadiendo por completo la comisaría. Y entre todos ellos estaba él. Tenía esposas en sus manos, como si de un prisionero se tratara. Qué imbéciles, pensó Summer.
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Silent Voices |j.b|
Fanfiction"No puede reparar un cristal que ya está roto, Burberry. Sólo que que yo no estoy roto, yo rompo a los demás" cover by stratfword © bieberfairy.