Capítulo 8- Juro que regresaré

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ALEX 

La niebla artificial inundaba toda la plaza. 

"¡Abandonad el lugar, vamos!" Ordené mentalmente. 

Nos adentramos todos dos calles más abajo del edificio, e hice recuento. Falta Jack. 

"¿Dónde te has metido?" Llamé a través de nuestro vínculo. 

Sin respuesta. Otro que he perdido y ahora tengo que lidiar con su compañera.  

BETH

Cuando  abrí los ojos me encontré atada por los pies y por las manos, imposibilitandome algunos movimientos. 

Mi cuerpo se encontraba agarrotado y con algunos moretones que podía alcanzar a ver. 

Me doble un poco por mi abdomen, con intención de mirar si tenía mis armas. 

¡Miércoles, miércoles y más miércoles! ¡Cómo dolía! ¡Ni quiero ver los moretones! 

No tenía mis armas, perfecto. 

Incliné un poco más mi mano hasta tocar el bolsillo de atrás: sigo teniendo la píldora. 

Me encontraba otra vez en otra sala oscura (¿raro verdad?) pero más pequeña y con barrotes. 

Me relajé e intenté contactar con Bill. 

"Bill, ¿estás ahí?" 

Lo intenté varias veces más, hasta que recibí contestación. 

"¡ELISABETH RING! ¿DÓNDE TE HABÍAS METIDO?" 

"Yo también me alegro de oírte. ¿Qué tal todo ahí?" 

"Preocupados por tí." Admitió (¡qué tierno!) "Por lo demás bien. La mujer que nos enviaste ha creado una cúpula de invisibilidad al rededor del campamento y el chico adolescente hace borrar el rastro. ¡Hay mogollón de dones! Ahora sin cambiar el tema, ¿donde estás?" 

Respiré y uní fuerzas.  "Estoy en problemas. No sé si saldré viva o no, pero no me esperéis. Haré lo imposible por llegar algún día a casa, pero debéis seguir haciendo lo que hemos logrado hacer. Pedid ayuda a algún vampiro." 

"Lo hemos intentado, pero nada, no nos creen. Espera, Paul quiere hablar contigo." 

"¿Beth?" Oí la dulce voz de Paul. 

"¿Si Paul?" 

"¿Dónde estás?" 

"No lo sé cariño. Pero estoy bien." Mentí. 

"Prométeme que volverás. Prométemelo." Suplicó. 

"Paul..." 

"¡PROMETEMELO!" 

"De acuerdo." Dije al fin. "Prometo ir a casa sana y salva. Te lo juro. Te quiero mucho mi niño." 

"Yo también." 

Y se cortó la comunicación. 

Sentí la cara mojada. Entrecerré los ojos. Volveré a casa.  Alguien carraspeó a mis espaldas. Me día la vuelta sorprendida. 

Ahí se encontraba un vampiro (tenía los colmillos sacados) también atado y sangrando por el abdomen. 

"¿Si?" Pregunté. 

"¿Cómo te llamas?" Preguntó. ¡Qué directo! 

"Elisabeth, Beth para ti."  Me di la vuelta y empecé a auto- curarme las heridas, desde dentro a fuera. Me parecía increíble que no hubiese gritado de dolor, tenía muchos tejidos muy magullados, rotos y con muchos vasos sanguíneos rotos explotados. 

Cuando terminé me encontraba como nueva.  

Me acerqué al otro preso. 

"¿Cómo te llamas?" Le pregunté. 

"Jack, me llamo Jack." 

Asentí, y como pude le empecé a curar todas sus heridas. 

Cuando terminé me sentía muy débil. 

"El don de la curación. Un don muy antiguo. Sólo nace una compañera así una vez por dos siglos." 

¿Dónde habré oído algo parecido? 

Me cogió de la mano. ¿Cómo se había desatado? 

Me quitó todas las ligaduras y me di un masaje en los tobillos y las muñecas, dejando al descubierto mi marca. 

Él pareció sorprendido al verla. 

"Conozco a su compañero, mi Reina." 

¿Mi Reina?

Marca de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora