David:
Me duele la cabeza. El pueblo está a seis horas de la capital, y entre mi hermana y mi hermano en el coche no aguanto más.
No puedo creer que vaya a ver Madrid y que estudie en un instituto privado. Gracias a Dios, he obtenido una beca para los tres años que me quedan de instituto. Mis hermanos, en cambio estudiarán en un instituto público.
La verdad es que tengo miedo, sé que no voy a encajar. Soy diferente a la gente de ciudad que veranea en el pueblo.
Ellos son pálidos, yo estoy prácticamente, negro. Por lo demás, soy un chico moreno de ojos azules, alto y, según mi hermana, musculoso. Pero siempre he sido un bruto, aunque tímido, me gusta ir descalzo por la vida, he cogido animales de todo tipo entre mis manos, y a mis 16 años, he trabajado en el campo y sufrí mucho en mi pasado.
Finalmente, llegamos a Madrid. Es enorme, mientras mi hermano grita lo grande que es todo, yo subo más el volumen de mi música.
El apartamento no está mal, pero como suponía, es un apartamento barato. Una habitación para mis padres, otra para mi hermano pequeño y para mí y otra más pequeña para mi hermana. Un salón, una cocina, dos baños y un comedor. Pequeño para cinco personas, pero estoy acostumbrado.
-David, cielo, aquí tienes tus libros, prepara la cartera para mañana y date una ducha, tira.-me dice mi padre. Aunque está agobiado, se le nota que está orgulloso de que su hijo mediano haya conseguido una beca.
Le echo un ojo a los libros, cuarto de la ESO tiene pinta de ser más fácil que tercero.
Estoy algo nervioso. Ya me he puesto mi pantalón de pijama y no llevo camiseta, dejando mis abdominales al descubierto. Abro la puerta de mi habitación, asomando medio cuerpo.
-¡Marííía!-grito, necesito a mi hermana.
-¿Qué quieres hermano?.-dice mi hermana.
-Elige mi ropa.-le suplico.
Mi hermana sonríe. Le encanta elegir mi ropa.
Elige unos vaqueros largos algo viejos con una camiseta de la bandera americana y mis Converse rojas que fueron de mi hermana.
-Gracias.
-¿Nervioso?
-Más o menos... Sabes que nunca he sido popular, y me va a costar...
-David, eres un chico genial, ya verás como tienes nuevos amigos.-me anima.
Mi hermano interrumpe la conversación, Miguel mira hacia arriba, sus ojos marrones fijos en los míos azules.
-A cenar.-susurra