-¡Bebé ya estoy en casa!- Gritó Shawn
-¡Shawnie!- dijiste saltando a sus brazos.
-_________, solo me fui unos minutos al supermercado- rió
-Lo sé, pero te he extrañado- contesté
-Bueno, yo también te he extrañado nena- dijo dándote un beso en los labios.
Ambos caminaron hacia la cocina y Shawn colocó las bolsas en la barra. Pudiste distinguir una gran cantidad de suministros de comida dentro de ellas.
-¿Por qué has comprado tantas cosas?- le preguntaste
-Porque hoy, vamos a hacer un pastel- dijo feliz mientras sacaba de las alacenas harina y otras cosas.
-Está bien, suena divertido, solo iré a cambiarme para ponerme más cómoda- dijiste antes de hacer tu camino hacia las escaleras.
Corriste hacia la habitación y te pusiste unos pantalones de chandal y una camiseta vieja, te hiciste un moño despeinado y regresaste a la cocina.
Shawn ya tenía todo listo para empezar a hornear.
-¿Estás lista para cocinar?- Dijo moviendo sus cejas arriba y abajo en una divertida expresión.
Reíste.- La pregunta es, ¿lo estás tú?-
-Yo siempre- él contestó y ambos rieron de nuevo.
Después de haber horneado algunas galletas, empezaron a preparar el pastel.
-Vale, ahora empieza a poner la mezcla justo allí- dijiste siguiendo la receta del libro de cocina mientras Shawn colocaba torpemente la mezcla en el recipiente más grande.
-Oh espera, antes de hacer eso, tienes algo justo... ¡AQUÍ!- rió apuntando tu nariz y antes de que te dieras cuenta de lo que tramaba pudiste sentir algo helado en tu nariz; mezcla para hornear.
-oh no, no lo hiciste.-
-Tal vez si lo hice- contesto y empezó a reir cual niño pequeño que acababa de hacer una travesura.
-¡Esto es la guerra!- gritaste y ambos empezaron a tirarse comida.
Cuando por fin pararon ambos rieron, ya no les quedaban nada de los ingredientes pra el pastel y la mezcla de esta se encontraba en alguna parte de la pared o en el cuerpo de Shawn o en el tuyo. No es que importara mucho en ese momento, ambos no podían parar de reír.
Ambos se miraron a lo ojos, Shawn se inclinó lentamente hacia ti y tu hiciste lo mismo antes de que pudieras pensar con claridadel ya había plantado sus labios en los tuyos obligando a que tu mente quedara completamente en blanco y que las mariposas en tu estómago se hicieran presentes.
Definitivamente esta era tu forma favorita de cocinar.