• 3 •

7.4K 448 44
                                        

· Lucy ·

En cuanto aparecimos a las afueras de Magnolia, Levy quitó su capucha, y sonrió. —Nee, Lu-chan, duele mucho. —dijo, limpiando sus lágrimas.

—C-Cierto...—asintió Juvia sin parar de llorar.

—Es mejor que avancemos.—dije, tratando de evitar el tema.

Íbamos caminando, cuando caímos en un agujero. Sentí terror al no sentir una superficie sólida bajo mis pies, y supe que Levy y Juvia se sentían igual que yo. Comenzamos a gritar, moviendo nuestros cuerpos como si de algo sirviera. 

Sin embargo, pasó mucho tiempo, y no parábamos de caer.

—Lucy-san, ¿cuándo encontraremos el suelo de este agujero?—preguntó Juvia. 

—No lo sé, parece que no tiene final.— contesté, tratando de sonar lo más tranquila posible.

—¡C-Creo que ya es hora!—gritó Levy apuntando hacia abajo, donde una luz dorada brillaba. 

Busqué mis llaves rápidamente.  —Ábrete puerta del cordero, ¡Aries!—grité al encontrar la llave de Aries, y un remolino color rosa apareció debajo de nosotras. Aries amortiguó nuestra caída. 

—Lo lamento, Lucy-sama.—susurró Aries.

—N-No, Aries. Gracias.—dije, y Aries desapareció.

—Lu-chan...—susurró Levy mareada.

—Juvia piensa que es mejor que vayamos caminando.—dijo Juvia, tratando de no caer.

—Sí.—respondimos Levy y yo, aún mareadas.

Caminamos varias horas, y no encontrábamos ninguna salida.

—Juvia está cansada.—susurró Juvia mientras se recostaba en el suelo.

—Yo también, Lu-chan.—dijo Levy sentándose a la par de Juvia.

—¿Cómo saldremos de aquí?—me pregunté a mí misma.

—Nunca había escuchado hablar sobre agujeros así de grandes bajo suelo.—dijo Levy.

—Juvia cree que es una trampa.

—¿Por qué sería una trampa...?—preguntamos Levy y yo al mismo tiempo. 

—Deberíamos seguir caminando.—dije, cambiando de tema.

Continuamos caminando, hasta que nos encontramos con una cueva. Entramos, creyendo que no encontraríamos a nadie ahí, y que podríamos encontrar alguna salida, pero no. Ahí estaba, durmiendo con su cola enrollada, un dragón.

  
· Natsu ·

—Parece que nuestro trabajo aquí términó.—dijo Eve después de que todos habíamos leído nuestras cartas.

—¿¡A qué se refieren con eso?!—grito Mira. Su rostro reflejaba ira, y pensé que en cualquier momento atacaría con Satan Soul.

—¿Por qué no les preguntan a sus compañeros de ahí? Ellos lo causaron todo, al fin y al cabo, ¿no?—dijo Ice señalándonos, para luego desaparecer junto Sakura e Eve.

—Natsu-san... ¿A qué se referían?—preguntó Wendy, mientras Erza se acercó a mí, tomándome de mi chaleco. Los ojos de Erza estaban rojos y sus lagrimas se habían secado. 

—¡NATSU, EXPLÍCANOS!—gritó el maestro, quien estaba igual de confundido como Erza.

—No teníamos opción...—susurró Gray.

   F L A S H B A C K  

  Veníamos de una misión junto con Gajeel y Gray. No había ido con Lucy, ya que ella debía ayudar a Levy con unos libros, así que pensé en hacerla por mí mismo para ayudarla a pagar su renta. Pero estos tontos se me juntaron en el camino. 

—Ey, flamitas, ¿en qué tanto piensas?—preguntó Gray.

—En Luce.—respondí, e inmediatamente tapé mi boca con mis manos.

—¿Con que estás enamorado de la coneja?—dijo Gajeel, listo para preparar todo tipo de burlas. 

—¡Yo n-—iba a decir algo, pero tres luces que aparecieron en frente de nosotros me interrumpieron.

De esas luces aparecieron tres chicas, una con cabello rosa claro, otra con cabello oscuro, y otra con cabello celeste.
—¿¡Quiénes son ustedes?!—preguntó Gray, poniéndose en posición de pelea.

—Nee, Sakura, parece que quieren pelear, ¿podemos patearles el trasero?— preguntó la de cabello oscuro.

—No, Eve, la reina no quiere que los dañemos. Sabes cual es nuestro objetivo.—respondió la peli-rosa.

—¡Pero es muy aburrido! Además, ellos quieren pelear.—dijo la de cabello celeste.

—Si quieres meterte en problemas con la reina, adelante, Ice. —respondió la peli-rosa.—Muy bien, a lo que veníamos.—agrego la pelirosa.

—Deben obedecer todo lo que les digamos.—dijo la de cabello oscuro.

—¡Eso lo debía decir yo!—se quejó la de cabello celeste.

—¡Pues eres muy lenta!—respondió la de cabello oscuro en un tono burlón.

—¡CÁLLENSE!—grito la pelirosa.

—Okay...—respondieron las dos chicas asustadas.

—Bueno, ahora sí. Mi nombre es Sakura, ella es Ice,—dijo señalando a la de cabello celeste, quien saludo con una sonrisa.—y ella es Eve.—dijo señalando a la de cabello oscuro, quien saludó amablemente. —Tendrán que obedecer todo lo que les digamos.

—¿Por qué las tendríamos que obedecer?—preguntó Gajeel en posición de pelea, al igual que Gray y yo.

—Por esto.—dijo Sakura sacando una lácrima. En la lácrima estaban Lucy, Levy y Juvia, amarradas a un pared. Tenían muchas cicatrices en el cuerpo, estaban sangrando y estaban con la cabeza agachada.

—¡¿Dónde las tienen?!—grité, y un silencio se formó. —¡Karyuu no Houko!—grité, para después abalanzarme contra ellas. Pero el ataque nunca las golpeó, mi magia había desaparecido. Ellas habían neutralizado mi magia.

—Tranquilo... este sólo es un futuro alternativo. Si no hacen lo que les ordenamos, este futuro se hará realidad.—dijo Eve con una sonrisa maliciosa.

—Cálmate, Salamander.—dijo Gajeel tomando mis hombros.

—¿Qué le hicieron a nuestra magia?—preguntó Gray.

—Sólo la neutralizamos.—respondió Ice, encogiéndose de hombros.

—¿Ahora obedecerán?—pregunto Sakura, y nosotros no tuvimos otra opción más que asentir.


F I N    D E L     F L A S H B A C K


—¿E-Están diciendo que las ignoraron por eso?—preguntó Wendy cayendo al suelo con lágrimas en los ojos.

—Sí, ellas nos obligaron...—respondió Gray, con un aura deprimente alrededor de él. 

—¿Y no se les ocurrió decirnos?—susurró Erza, llorando.

—También nos prohibieron hacer eso.—susurré con la cabeza baja.

Todos del gremio tenían la cabeza abajo, todos estaban llorando, incluso Laxus había decidido irse del lugar.

Nunca debí haber aceptado hacer eso, nunca debí hacerlo. Happy estaba devastado, todo por mi culpa. Debí haberlas derrotado cuando tenía tiempo. Nunca debí haber ignorado a Luce, debí haberle dicho mis sentimientos desde un principio.

Fui al apartamento de Lucy, y su olor a vainilla seguía presente. Me recosté en su cama, y olía a sal. Estaba llorando. Estaba oliendo mis propias lágrimas.Me quedé dormido en la cama de Lucy, esperando a que ella llegara por la puerta y me tire por la ventana con una patada como siempre, pero sé que no pasará.

Ya nada es igual [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora