Ya nada es igual [Editando]

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· Lucy ·

En cuanto desperté, me encargué de despertar a Levy y Juvia, con un gran grito.

—¡DESPIERTEN!—les grité, y ellas se asustaron tanto que se cayeron de las camas.

—¿Qué pasa, Lu-chan?—preguntó Levy acariciando su cabeza.

—¿Qué? ¿No recuerdan? ¡Hoy regresamos al gremio!—grité, y sus rostros mostraron una expresión de alegría.

—¡Yo tomo el baño!—dijo Juvia entrando y cerrando la puerta. Siempre nos peleamos por saber quien entrará al baño primero.

—¡Juvia!—gritamos Levy y yo.

· · · · · · · · · · 

Después de unas horas, salimos las tres vestidas. Fuimos al castillo, tocamos la puerta tres veces, una voz dulce dijo 'pase', y entramos.

—¡Llegamos!—gritamos como siempre entrando al palacio, donde Aris, Celest y mamá estaban hablando animadamente.

—Parecen que están animadas.—dijo Aris riendo.

—¿Cómo no lo estaríamos? ¡Hoy regresamos a Fairy Tail!—respondió Levy.

—Parece que sí.—dijo Celest sonriendo.

—Supongo que ya están listas.—dijo mamá, y nosotras asentimos.

Fuimos al agujero por donde habíamos entrado la primera vez que vinimos.

—Bueno, es mejor que vayan caminando. Es un largo camino desde aquí hasta Magnolia.—dijo mamá.

—Sí, lo es.—respondí, recordando todo por lo que habíamos pasado años atrás. —Por cierto,¿para qué son los huevos que nos dieron ayer?—pregunté.

—Sólo les diremos esto: esos huevos les darán todo lo que necesitan para vivir, así que cuídenlos mucho, por favor.—respondió Aris, y asentimos.

—Una pregunta... ¿cómo es que saldremos del agujero?—preguntó Levy.

—¿Cómo saldrán?—le preguntó Celest a Aris en un susurro.

—Yo me ocupo de eso, Celest.—dijo Terra apareciendo del suelo como Virgo. Después de unos cuantos segundos, la tierra comenzó a temblar, y el suelo debajo de nosotras se elevó. Llegamos donde principalmente estaba el agujero, en las afueras de Magnolia.

—¡Tan rápido!—gritó sorprendida Juvia.

—Pero... ¡la última vez tardamos horas en llegar hasta el suelo!—se quejó Levy.

—Deberíamos ir a traer boletos para el tren a Magnolia.—dije cambiando de tema. De pronto, Sakura, Eve y Ice aparecieron delante de nosotras.

—¿Pero qué hacen aquí?—pregunté.

—Somos sus guardaespaldas. Debemos cuidarlas. Además, Layla, Aris y Celest nos obligan.—me respondió Sakura.

—Sí, al parecer son muy protectoras algunas veces...—dijo Juvia sonriendo. 

—Vamos.—dijo Eve, y salimos a la estación de trenes.

Cuando llegamos, le dije a Virgo que comprara seis boletos, y eso hizo. 

En cuanto el tren empezó a avanzar, un mareo me inundó.

—¿Q-Qué son estos m-mareos...?—susurré, sintiendo como mi estómago se revolvía, y aguantando las ganas de vomitar.