23.- Zona Cero.

650 65 15
                                    


Las mañanas eran difíciles. Las noches podían ser inquietas y estar plagadas de malos sueños, pero despertar y darte cuenta de que la verdadera pesadilla estaba en tu realidad era mucho peor. Moví el brazo que cubría mis ojos y recordé que me había quedado dormido sobre el sofá. No tenía problemas para levantarme, aunque mi cuerpo suplicaba escapar a la inconsciencia una vez más. Mirando el reloj que colgaba cerca de la puerta, me di cuenta de que eran casi las siete de la mañana. 13 horas, dije en voz alta. Faltaban 13 horas para que todo terminara, para que Louis se fuera finalmente, y esperé que para entonces, la aceptación llegara también.

Arrastré mis pasos hasta la cocina, notando que Cindy seguía durmiendo en su habitación. Me pregunté qué podía hacer en el transcurso de trece horas que no involucrara llorar desconsoladamente, y terminé con una larga lista de planes mundanos e inútiles para realizar hasta el final del día. Fui a la cocina y coloqué un filtro en la malla de la máquina de café, observé las oscuras gotas caer al fondo del recipiente de vidrio, su fuerte y amargo aroma impregnándose en la habitación y enviándome de vuelta a ese momento.

Me senté como me dijo, pero no por mucho tiempo. Me levanté y admiré la exquisita vista hasta que me percaté de que ni siquiera sabía dónde estaba. Aun estaba en Londres, seguro. Pero más allá de las puertas electrónicas de su casa, lo único que podía ver eran otras residencias, lo que significaba que estaba en una especie de villa de lujo.

"Es hermoso, ¿no?" Louis apareció sosteniendo una bandeja con dos platos de desayuno continental y dos tazas de café.

"Sí, es increíble aquí arriba." Me senté justo frente a él mientras colocaba el plato ante mí.

Tomé un bocado de la rosquilla y un sorbo de café. Y me encontré tragando tres veces seguidas. El café era exquisito, con un ligero tono picante y un sutil sabor a canela - y me dejó alucinado. "Este probablemente es el mejor café que he probado."

A la segunda hora, caminé hacia el baño, casi puse a hervir la temperatura del agua, dejando que aliviara mis heladas y adoloridas extremidades. Un desastre de ropa surgió cuando abrí mi armario, cogí una camisa blanca y aparté el polo azul que se había adherido a ella.

Se hizo el silencio por unos momentos, y me alegró el hecho de que no hubiera luz- porque habría sido jodidamente incómodo. Todo lo que podía oír era su rítmica respiración. Yo quería quitarle las manos de encima, pero no pude. Siempre había sido bueno con las tentaciones, pero por alguna razón, esto me había puesto demasiado vulnerable. Cuando apoyé una mano sobre su pecho, sentí un pedazo de tela moverse en el medio, comencé a deslizar mis manos por todo el camino hasta las mangas, y estaban rodadas. "Oh." Articulé.

"¿Qué pasa?" Preguntó el desconocido.

"Creo que te vi, estabas parado junto a las mesas con un par de chicas. Camisa blanca, corbata, ojos azules. "

El se congeló, "Tú eres el chico del polo azul, estabas junto a una mujer con un vestido rosa que supongo es tu hermana." Él dejó escapar una sonrisa de satisfacción, y en un rápido movimiento, me había fijado contra la pared, apoyando una mano junto a mi cabeza, "Me estabas mirando."

Escuché el débil ruido metálico de las ollas en la cocina y supe que Cindy había despertado. Salí de mi habitación mientras me abotonaba el polo azul que había decidido usar.

"¿Estás bien?" Preguntó, "Te prepararé el desayuno, siéntate."

Hice lo que me dijo, y me di cuenta de cómo el día parecía pesar en nuestros hombros. Hoy no había historias divertidas, no había frases ingeniosas, no había esfuerzos por fingir una carcajada.

Stranger »Larry Stylinson«Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora