31.- Epilogo.

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Wow.

Eché un vistazo a mi lado con los labios entreabiertos, mientras mi mirada caía sobre aquellos ojos de bebé color mar. Delicados rayos de sol se filtraban a través de las cortinas, revelando su cabello sensualmente despeinado, y las largas pestañas que caían en cascada desde sus parpados. Me miró también, persistentemente, como si estuviera bajo el mismo hechizo hipnotizan te que yo.

Él sonrió, y yo morí.

Había pensado que se trataba de una fase, pero después de trescientos sesenta y cuatro días despertando a su lado, había quedado claro que me era imposible superar su absoluta perfección, y que no había forma terrenal de resistírsele. Mis mañanas siempre comenzaban con un letargo inducido por su dulce olor, seguido de un choque al corazón al ver sus ojos de Cupido, terminando con una convulsión espástica provocada por la emoción de sentir sus labios sobre los míos. Mis mañanas siempre comenzaban con un huh, seguido de un oh, terminando con un Wow.

"Buenos días." Susurró Louis, presionando un suave beso en mis labios. Él frotó su nariz con la mía y murmuró dulcemente, "¿Debería simplemente no ir a trabajar?" Preguntó con urgencia.

Le di un golpecito en el hombro, riendo juguetonamente. "Dices eso todos los días."

"Porque..." Insistió, "¿Cómo se supone que salga de la cama cuando tú estás en ella?"

Rodé los ojos mientras él hacía un mohín, "Puedo decir que estoy enfermo." Instó, "Nadie se atreve a decir nada si el jefe está enfermo."

Capturé su labio inferior y lo arrastré suavemente, "Voy a preparar el desayuno." Dije rápidamente, temeroso de terminar aceptando su tentadora oferta.

Desenredé mi cuerpo de las sábanas y me senté, "Te quiero a ti de desayuno," Dijo y tiro de mí.

Le miré enrojeciendo furiosamente, sus cejas se arquearon con expresión traviesa. Su mano instantáneamente se fue hasta mi nuca mientras estrellaba mi espalda contra la cama, tomó mi boca de forma hambrienta. Su lengua se deslizó sobre mis labios, instándolos a separarse, hasta que se hundió profundamente en un beso que era demasiado apetecible como primera comida del día.

"Hazza," Respiró pesadamente mientras sus labios se deslizaban por mi cuello, enviando sacudidas de fervor a mi espalda. Sentí la pasión, el sublime peso de su cuerpo sobre el mío mientras sus manos acariciaban mis costados y mi espalda, tocándome posesivamente. El calor corrió a través de mí cuando sentí sus dedos viajar debajo de mi camisa, excitado y urgente.

"Louis..." Un destello de cordura regresó, "Irás a trabajar a medio día ¿Vale?"

Un vacilante mm-Hmm salió de sus ocupados labios, sin detener sus tiernos besos ni por un segundo. Él nos rodó hasta que quedé sobre él, mi ligero peso asentándose contra su fuerte pecho. Me estremecí, enterrando mis dedos en su pelo, agarrándolo con fuerza y con hambrienta desesperación. Él gimió mientras hundía su boca profundamente en la mía una y otra vez a un ritmo tremendamente emocionante.

Una eternidad más tarde, los dos estábamos jadeando pesadamente, sonriendo contra nuestros forzosos alientos. Él rozó mis mejillas y me acomodó a su lado, sus brazos envolviéndome protectoramente. Mi mirada viajó por toda la habitación, la colcha de la cama ahora estaba caóticamente desordenada, las sábanas estaban enredadas y sus dobladillos colgaban sobre el suelo, las almohadas lanzadas en todas las esquinas. No pude evitar reír ante la vista, "¿Qué?" Preguntó inocentemente.

"Si seguimos haciendo esto todos los días, quizás necesitemos reconstruir tu habitación."

Una sonrisa seductora jugó en sus mejillas, "Si seguimos haciendo esto todos los días, quizás necesitemos reconstruir Adze." Susurró, "El jefe está demasiado obsesionado contigo, puede que deje de ir a trabajar por completo."

Stranger »Larry Stylinson«Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora