30.- Final.

644 60 7
                                    


Los finales son difíciles. Pueden crear o destruir una historia, y casi siempre, nunca parecen ser suficiente. Puede que funcionen por un tiempo, hasta que el lector concluye que eran demasiados entusiastas que ser realistas, o demasiado vagos para ser completos. Ellos comienzan a jugar con todos los escenarios que podrían haber ocurrido, con todas las otras opciones diferentes que pudieron haber sido tomadas. Pero nada es más miserable que saber que el final ha llegado cuando el principio apenas había comenzado. Y así era como me sentía, como si estuviera en la última página de un libro, leyendo la última línea, dándome cuenta de que ya no quedaban más páginas gastadas que voltear. 

Acurruqué mi cabeza en la suave almohada, obligando a mis ojos a cerrarse mientras un dosel azabache de innumerables luces abarcaba el cielo nocturno. La tenue luna flotaba escasamente por encima del velo de nubes, triste y templada como los últimos seis crepúsculos. Escuché débiles pasos desde el otro lado de mi puerta antes de que esta se abriera, y la brisa fría de la noche entró como un susurro junto al apacible sonido de nuestro tranquilo hogar.

"Harry..." Mi madre se movió hacia mi lado de la cama, colocando su palma sobre mis hombros, que estaban cubiertos por las pesadas sábanas, "Él sigue ahí..."

"No lo dejes entrar, Ma." Dije apenas. 

"Ha estado viniendo durante seis días..." Exclamó con tono suave, "Tal vez deberías reconsiderar perdonarlo por lo que sea que discutieron."

"Nosotros no discutimos por nada." Recordé con amargura, "Louis no hizo nada malo..."

Él lo hizo todo bien. Una nota dolorosa escapó de mis labios cuando dije su nombre.

"Voy a pedirle que vuelva otro día." Susurró ella, antes de alejarse caminando por el suelo de madera.

"¿Mamá?" Dudé, "Él- ¿se ve bien?"

Hubo un reflejo de agonía en sus ojos cuando negó con la cabeza.

Por unos traicioneros momentos, luché conmigo mismo para permanecer resguardado en mi cama. Pensé que después de la noche en que me fui de Londres, las cosas serían mucho más fáciles, que el dolor desaparecería gradualmente. Pero este no era el tipo de dolor al que uno se acostumbraba, no era el tipo de agonía que el tiempo o la distancia podían curar. Saber que la  persona que amaba y que había perdido aún no se daba por vencido conmigo había hecho los últimos seis días aún más difíciles de aceptar, aún más tormentosos de vivir.

Con silenciosos pasos, bajé las escaleras y crucé la sala, hasta la congelada ventana. Corrí la cortina cuidadosamente y mis dedos se aferraron al marco cuando mi mirada cayó sobre él. Mi corazón se hundió en un profundo abismo cuando lo vi forzar su cabeza hacia arriba para encontrarse con los ojos de mi madre, aunque cada pedazo de él parecía vacío y adolorido. Él era un espejo del tormento que yo sentía, todos los colores y matices se habían ido, el brillo de sus ojos reemplazado por abandonado. Él arrastró sus pasos dentro de su coche, pausó por un largo rato, y luego se fue.

"Lo siento..."  Susurraré, "Nada de lo que dije era verdad. Siempre he querido estar contigo." Las lágrimas caerán de mis ojos, "Todavía quiero estar contigo."

Por un rato, él me mirará. Entonces, me envolverá con sus brazos, y sin pedir ninguna explicación, dirá, "Está bien...vamos a casa, ¿De acuerdo?"

Voy a asentir y a enredar mi mano con la suya, "Si alguna vez digo que voy a irme otra vez, no me dejes hacerlo."

"Si alguna vez te dejo hacerlo, no me lo perdonaré." Él presionará sus labios en mi frente como siempre lo hace. Y todo volverá a ser perfecto una vez más.

Stranger »Larry Stylinson«Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora