Parte 2 Enemie Is Godlike

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Mi vista se alza en un árbol frondoso, las aves cantan y el viento apenas sopla en mi piel. Toda rutina desaparece y apenas me acuerdo de quien soy, si es que llego a pensar en ello. Lo más difícil es el calor y la vista solitaria de un lugar que asusta.
Las escenas de los bosques solitarios siempre me han causado miedo, pues desde niño me han provocado pánico las historias de personajes perversos que habitan en lugares así. Aún así la vista es lo único que se mueve en mi cuerpo, siento todas mis extremidades dormidas y el movimiento se hace ausente en esta extraña visión.
Pasan algunos minutos cuando por fin extiendo mis brazos y me froto la frente la cual está llena de polvo y ceniza, ya se ha convertido en lodo con el sudor que me ha causado el tremendo calor, uno del cual es muy común en las playas.
Procedo a levantarme, sigue tan vacío y silencioso, lo único que se oye en este territorio son mis pies haciendo crujir las hojas secas que se expanden como una enorme alfombra. Y miro hacia arriba, miro hacia abajo y nada se entiende, lo que me ha dejado pasmado es ver algunos planetas que se extienden en el cielo. ¿Jamás habías visto algo así en la realidad? Yo pude verlo, es sorprendente... Me recuerda la mísera criatura que soy en una tierra tan extensa... En un mundo tan insignificante.
En cualquier decisión divina podría desaparecer.
En ese gran precipicio mi resolución es quedarme quieto y esperar una nueva conexión de mis neuronas, las cuales ya se han tardado en reaccionar. El reino de Bella Brisa es extenso... ¿Cuántas cosas he logrado armar en tan poco tiempo? Muchos aldeanos están satisfechos con mi gobierno, nadie se ha quejado. Todos respiran tranquilidad y dulce quietud en las frescas caricias del aire constante del Valle torrencial.
¡Lindo gobierno mío! Exitosa reacción monarca, las cartas muestran su mejor cara a mi potencial.
Pero, ¿cómo es que me hallo aquí? El trono de pronto me aburre, y ahora me sumerjo en una profunda visión, me gusta salir a revolcarme en los prados y jugar como un niño en pleno crecimiento. Pero, esto es distinto, esto me aterra. Mientras camino con la vista en lo alto un viento veloz se me cruza en la vereda y no logro observar que lo causó. Y me detengo. Respiro lento. Me detengo y no suspiro. Mi mente se halla vacía y unas risas de niño retumban mis tímpanos. Pero se oyen muy cerca y no logro ver nada... Un niño, un indefenso niño, vuelve a reír y ríe pero la profundidad del bosque me asusta y entonces me aterra buscarlo.
-¡Sal a jugar!- le exclamo. Pero nadie responde.
Y me vuelvo a sumergir en el bosque. Pero ahora, mis piernas pierden fuerza y me provocan una caída repentina sobre mi propio cuerpo, no me duelen, así que mantengo la calma. Y la risa ahora se convierte en llanto, un llanto terrible, tanto que provoca que mi piel se erice y comience a temblar.
-¿Por qué majestad?- dice la voz que llora.
-Puedo solucionarlo-respondo- solo acércate.
-¿Por qué habría de acercarme a un asesino?- esas palabras sí que me han asustado.
-Nunca he matado a alguien. No tengo por qué hacerte daño.
-¿Y si mejor acabamos con esto?...
Lo que sucede ahora es indescriptible: un humo negro comienza a descender y el viento comienza a chiflar en furor. Eso no es lo único que asusta, sino el ente que comienza a formarse a unos metros de mí. Una sombra de mediana estatura, como si esta fuera su velo, debajo de esa piel negra unos ojos perversos comienzan a brillar y me observan. Mis piernas no reaccionan aún, lo que quiero es huir... Pero no puedo.
-Quiero ver cuánto puedes correr, ¿a eso quieres jugar?.
A continuación la niebla forma al rededor de mis piernas unas garras negras que causan un dolor terrible, se desvanecen dentro de mí. Me levanto y me quedo perplejo al ver a esa horrible criatura.
-Tienes diez segundos para correr, ¿listo?. Uno, dos, tres....
Al escuchar el conteo mi mente me obliga a correr para salvar mi vida, pues es obvio que aquella cosa horrible me quiere causar daño mortal. Corro con todas mis fuerzas... en algún segundo me tropiezo, pero no me detengo, los árboles se vuelven chuecos y torcidos, el escalofrío de pronto corroe el ambiente, y me provoca picor en los pulmones.
-Ocho, nueve, diez...
Una campana retumba causando un temblor terrible, la risa resuena al fondo, mata toda mi inocencia y lloro, lloro sin control. De nuevo corro, corro más y más... Pero no avanzo ni siquiera unos pocos centímetros, me quiero morir.
Al final las piernas vuelven a perder su fuerza y la neblina sale de dentro de ellas. Puedo sentir como las venas se me revientan.
Y lloro, lo hago con fuerza.
-¡Majestad! Que lento corre... Sus criaturas sufren y usted no podrá salvarlas, por qué cuando quiera salvarlas usted ya las habrá matado.
-¡Yo no he hecho nada!- exclamo pidiendo clemencia.
-Por eso he venido, para evitar que ocurra. Hoy exigen de usted su alma, y esa orden la tengo que acatar.
Mi conciencia nunca se entreno para percibir la realidad de la muerte, ahora siento lo terrible que es que exijan de uno su alma, y me arrepiento, me arrepiento de no poder haber remediado lo que el ente me reclama.
Cierro mis párpados, esperando a que me arrebate de la vida. Y suelto un grito muy fuerte...

In Love EnemiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora