Capitulo 13 Persecución En Las Garras De La Tempestad

39 2 0
                                    

🍂Lucas________________________________________________
Un día vi a Adelize sonreír con plena alegría. Reía sin parar y eso me causaba un sentimiento muy bueno, jamás me había sentido así, jamás me había enamorado tanto de alguien. Adelize me llenaba de tanta dicha que era la única persona a la que le había expresado mis sentimientos con plena seguridad. Es sin duda un chico maravilloso.
Pero ahora huye, huye de mí.

He causado un desastre en el evento más importante de Bella Brisa, y todos me observan como si fuera un criminal... En realidad, si lo soy, he dejado inconsciente al hijo de BWU y he dejado en vergüenza a Gladis a Adelize, a toda la comunidad universitaria. Maltraté psicológicamente a quien a una vez llegue a amar con entereza. Lo puse en vergüenza y ahora me odia más. Me siento tan estúpido.

Cuando Adelize roba un auto para huir de esta embarazosa situación mi consciente se estabiliza y me pongo a meditar en lo que he hecho. Todo pasa en tan pocos segundos, así que me pongo de prisa a buscar un taxi, el más cercano. Y lo tomo con enorme velocidad:
-¡Rápido, siga a ese auto eléctrico!.
-¿Me estás obligando a comenzar una persecución?- exclama el taxista.
-¡Si, hágalo pronto. Le pagaré bien!.
-¡Siempre quise hacer esto. He tomado suficiente droga para tragarme toda la velocidad de este maldito taxi!.
Enseguida las llantas comienzan a rechinar contra el pavimento y la adrenalina comienza a llenar mis venas, pero me invade más el sentimiento de culpa y la necesidad de recuperar a Adelize, quien me causa pavor perderlo en un arrebato de velocidad instantánea.
Los autos en la carretera comienzan a silbar en coro a Adelize y al taxi en el que voy. Realmente esto se transforma en una persecución. Bajo la tenue luz de la luna la velocidad opaca su resplandor y convierte esto en una situación muy peligrosa.
Las nubes comienzan a cargarse de relámpagos y la vista se vuelve tenebrosa.
Adelize va muy por delante y al parecer toma una dirección fuera de la ciudad, no quiere ir a su casa, va en dirección a nuestro pueblo natal.
<<¿Qué he hecho?>>
Nos saltamos los semáforos, los topes nos hacen brincar a grandes alturas y en varias ocasiones estuvimos a punto de arrollar a varios peatones.
-¡Wuhuuuu!- el dueño del taxi sí que está emocionado por la situación, en cambio yo me hallo con un suspenso terrible.
Adelize ya se ha dado cuenta de que lo perseguimos pues en un instante aumenta la velocidad del auto eléctrico. ¡Sí que corre esa cosa!.
En las esquinas las vueltas son resbaladizas y las llantas expulsan chispas de fricción veloz. ¿Qué estará pensando en estos momentos Adelize? ¿No tiene miedo a caso?.
Pero en realidad el culpable de todo esto soy yo. Siempre lo he sido, es cierto que quiero causarle daño, pero no de esta forma, no quiero que muera o que quede encarcelado toda su vida. No sé ni siquiera como hacerle daño, mi intención no es matarlo.
Ni si quiera sé si quiero hacérselo de verdad.
Lo quiero aún, pero nunca se lo dije con exactitud.
Lo quiero vivo...
Las avenidas se expanden y provocamos uno que otro choque, la ciudad se vuelve un caos con esto. Y entonces hacen su primera aparición los oficiales de Bella Brisa, las sirenas resuenan por doquier y los altavoces se encienden:
-¡Detengan la persecución en nombre de la ley! ¡Ahora mismo!.
-¡Su jodida madre les va a hacer caso!- grita el taxista a quien la droga ya le ha hecho el efecto suficiente como para enloquecer aún más esta situación. Enciende el estéreo a todo volumen con una canción de hip-hop y empieza a cantarla desde su ronco pecho. El efecto del alcohol me enciende la sangre y admito que también me enloquezco con esta ocasión tan excitante. Sin embargo tomo mi celular y comienzo a marcarle a Adelize:
Uno, dos, tres, seis, diez tonos y el muchacho no contesta. Pero lo hace con el silbido del auto. Y mi teléfono comienza a timbrar:
-¡¿Dónde está Adelize maldito bastardo?!- me grita con furia Benazir.
-¡Creí que ya te había matado hijo de perra!.
-¡Me las vas a pagar desgraciado! ¡Donde carajo lo tienes!.
-¡¿Quieres alcanzarme parásito?! ¡Lo estoy siguiendo hasta el puente nacional!.
-¡Te vas a ir a la chingada cuando te alcance maldito Lucas!.
-"¡Corre, corre si me puedes alcanzar... Soy el hombre de jengibre!".
-¡Eres un hijo de perra! ¡Te voy a desgraciar la existencia!- y cuelga.
No me importan las amenazas de ese tarado, si me encuentra o me alcanza le pondré otra buena paliza en la cara.
La tormenta eléctrica se avecina cada vez más y entonces comienza a llover a cántaros. A pocos kilómetros el puente nacional de Bella Brisa comienza a extender su majestuosidad y las patrullas inundan el aire de tensión. Y no solo las patrullas, a unos metros se les unen los helicópteros de seguridad pública.
-¡Me siento de maravilla, gracias muchacho. He vuelto a ser joven!.
He cometido otro error al dejar que este tipo me lleve tras Adelize, pero bueno, la velocidad a la que va es suficiente para alcanzarlo pronto. Sin embargo la situación se vuelve muy peligrosa a cada instante pues los relámpagos comienzan a golpear la carretera y se pone en escena violenta nuestras vidas.
Muchos autos son alcanzados por los enormes rayos y a algunos se les explotan las llantas, a estas horas de la noche el tráfico es terrible y por tanto un choque ocasiona otro y otro y así sucesivamente hasta provocar una carambola.
Las patrullas se quedan atascadas detrás de nosotros mientras que Adelize esquiva a la perfección a todos los autos que se van estrellando en dirección a la entrada del puente nacional. Esto sí que parece de película.
El fenómeno metereológico parece un enorme monstruo dispuesto a devorarnos, es terrible, es negro en verdad, causa pavor a mi alma. Y siento morir cuando un rayo golpea muy cerca de nosotros.
-¡Santa Cachucha! Esto sí que esta picante- grita de nuevo con idioteces el taxista, pero sigue acelerando.
Me atrevo a sacar mi cabeza por la ventana y el viento es impetuoso y salvaje. Las gotas parecen alfileres que siento clavados en mi cara, pero la neblina hace que pierda en momentos de vista el auto en el que está Adelize. Jamás había visto algo tan espeluznante, la furia de la naturaleza está en su pleno apogeo.
Y entramos en el Puente Nacional de Bella Brisa. Es una estructura gigante, conformado por arcos gigantes de metal los cuales son altamente conductores de electricidad pues desde lejos puedo observar cómo los rayos se comen uno a uno los enormes cimientos.
Los oficiales comienzan a actuar más adelante para detenernos y los helicópteros cada vez están más cerca a tal grado que podemos obsérvalos a nuestros costados.
-¡Ahora sí estamos en problemas hijo!.
-¡No te detengas! ¡No quiero que se mate! ¡Síguelo, síguelo!- le exclamo al taxista con fuerte voz pues los truenos son ensordecedores y Adelize no se detiene, sigue y sigue. Sin embargo lo que ocurre a continuación es el espectáculo más impresionante de todos: una nube en forma de embudo desciende en la parte final del Puente y de esa terrible cueva emergen relámpagos sumamente peligrosos, pero en el cielo seis rayos chocan al mismo tiempo, de manera sorprendentemente sincronizada, chocan con los seis arcos de metal, así es, un rayo para cada arco de metal. Y los cables comienzan a electrificarse. El Puente Nacional de Bella Brisa se convierte en un proyecto eléctrico de la naturaleza.
Al mirar hacia atrás los policías se detienen de manera brusca y causan una fuerza negativa contra la electricidad y esto provoca que sus autos exploten uno a uno. El choque se expande y hace que una línea pura de electricidad se transmita también a los helicópteros que están a nuestro lado... Y los derriba contra el Puente.
-¡Madre mía! ¡No te detengas! ¡Por tu maldita vida no detengas el auto!- le grito al taxista.
-¡Pero la gasolina se está acabando! ¡Sólo resistirá unos minutos!.
-¡Entonces sácanos del Puente!.
Y Adelize sigue sin detenerse y espero en Dios que no lo haga.

In Love EnemiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora