Capitulo|8

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Erin

Caminando por la calle de vuelta al apartamento, sola ya que Jane tuvo que ir al ortodoncista, sentí como los vellos de mi nuca se erizaba.

Me plantee tragarme mis palabras y llamar a Gregor. Le había dicho que yo podía llegar sola a la casa. Que no se preocupara. Ahora me lo pensaba mejor.

Acelere el paso hasta correr medianamente. Los paso que no me había dado cuenta, estaban detrás de mi, se aceleraron conmigo.

El pánico me inundo y saque el móvil sin ningún reparó.

Apreté la tecla que había puesto para que llamará a Gregor en marcación rápida y al segundo tono se escuchó una alegre voz saludándome. Pero ya era tarde.

Grite en la bocina del teléfono el De el hombre que me hacia sentir segura.

Escuche el grito en respuesta, pero mi teléfono yacía en el suelo mientras unas manos fuertes de hacían con mi cuello. Una voz gruesa y espeluznante susurro en mi oído.

-Pero mira a quien tenemos aquí. A la menor de los Norris. Ronald estará muy feliz. Detesto cuando tu madre asesino a tu padre. Le ahorro la tortura que le esperaba. Pero, ¿a ti quien te va a salvar?

Él escupió las palabras con desprecio y luego puso algo en mi boca y nariz.

Los puntos negros de mi visión se ensancharon con rapidez y caí inerte en sus brazos.

Una vez más, vulnerable.

Gregor

Arrastre mis manos por mi cabello una vez más, frustrado.

Eric gritaba maldiciones y Jane sólo lloraba en silencio. Yo... Yo sólo podía resistir las ganas de darme contra las paredes con culpa. El sabor del miedo en mi boca era amargo y asqueroso.

Erin... Mi pequeña...

Si tan sólo no hubiera aceptado cuando me dijo que caminaría. Ella estaría conmigo.

El teléfono sonó y Eric se abalanzó sobre el.

-¡¿ERIN?! - grito.

Él escuchó y la cara de horror y de ira se instaló en su rostro.

El teléfono callo se sus manos y yo lo agarre. Temiendo lo peor.

- ¿Quien es? - dije tranquilo.

- ¿Y el mayor de los hijos Norris? No importa. Alguien quiere decir Hola.

Al otro lado hay estática y luego unos delicados sollozos que me desgarran el alma.

- Habla - ordenan pero ella sólo sigue sollozando - ¡QUE HABLES! - gritan.

Un golpe brusco se escucha y a ella jadeando. La ira se acumula en mi.

- NO LA TOQUES, MALDITO CABRON. NO SABES QUIEN SOY Y TE ASEGURO QUE TE MATARE. JODIDO BASTARDO, NO LA TOQUES - rugí al teléfono.

Las rusas al otro lado Mr hicieron casi perder el control.

- ¿Pero a quien escuchó? ¿Demonio? Oh, pero que coincidencia. ¿La pequeña Norris es tu perra? No me lo esperaba de ella...

- Te mataré, hijo de puta - prometo.

- ¿Ah, si? ¿Que tal esto? Una cortada por cada una de las palabras que dijiste, en su bonito cuerpo.

- Si la tocas, será el pero error de tu vida...

Un grito ensordecedor lleno mis oídos y llegó al campo de escucha de Eric. El callo de rodillas en el suelo. Mirándome con dolor.

- ¡ERIN! - grite impotente.

- Dile algo, pequeña Norris - ánimo el que estaba al teléfono.

El sonido de respiraciones agitadas me encogió el estómago.

- Gregor.

Un jadeo dolorido salió de mis labios y, después de decirme que recordará a Eric que obedeciera las indicaciones, colgaron sin más.

Mire totalmente impotente la bulto que era Eric. Estaba con la cara en las manos y se mecía. Murmurando algo como No la puedo perder otra vez... No puedo...

- Eric, tienes que decirme lo que te dijeron al teléfono - repito. Pero esta vez si parece escucharme.

Eric entra en modo frío, el modo que lo ayudó a sobrevivir todos estos años que pensó que Erin estaba... No puedo ni pensarlo.

Se pone de pie y, con la camisa, se seca la cara. Mira a donde esta Jane encogida en la esquina y, con cara inexpresiva, le habla.

- Jane, nosotros resolveremos esto. Ve al cuarto de Erin y descansa.

Estábamos en el apartamento de Eric. Hacia unas semanas que le había arreglado un cuarto a Erin para que se quedara con él cuando quisiera.

Jane asintió y se levantó. La seguí con la mirada hasta que se perdió en el pasillo.

Eric ahora estaba controlado, a pesar de que su voz flaqueó cuando pronunció el nombre de su hermana, él ya estaba en modo frío. Lo lograríamos.

- Era un tal Ronald. Dijo que mi padre tenía una deuda con él. Y que la iban a saldar con su vida. Pero que mamá lo salvo. Matándolo.

Sus palabras salieron secas. Yo sabía que él necesitaba a Erin. La necesita en su vida para seguir, ella es su motor. Pero el mío también. Yo también la necesitó. Aunque no se halla dicho. Ahora me arrepentía.

- Dijo que la deuda no era originalmente de nuestro padre sino que era de mamá. - agregó -. No dijo que es lo que quería. Sólo dijo que lo viera en el puente. El de las afueras.

Lo mire significativamente. Ambos sabíamos que había en ese puente.

Aunque Eric se había mantenido en la sombra desde que Erin apareció, los dos teníamos una reputación allí. Desde hace años que éramos los que imponían las reglas. Los demonios. Los más peligrosos.

Los únicos sobrevivientes de un grupo que se junto para intimidar y que murió a manos de mafias que, al no poder con nosotros, murieron a manos nuestras.

El respeto es obvio. El miedo en los corazones de los que allí conocían nuestros nombres estaba arraigado hasta los huesos.

Estaríamos en nuestro elemento.

Pero Erin... Ella no.

¿Nos temería ella también al conocernos como somos en realidad a los ojos de todos? Esperó que no.

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Mí Demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora