Capitulo|15

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Mi cuerpo temblaba casi tanto como el del pequeño Gray.

Estaba verdaderamente petrificada. Gray lloraba y se aferraba con fervor a mi camisa mientras susurraba oraciones que, al ser tan pequeño, me sorprendía que se supiera de memoria.

Gregor miro hacia nosotros y, sin darme por enterada de que estaba acompañando los llantos de Gray, limpió mis mejillas. Sus manos se alejaron húmedas por mis lágrimas silenciosas.

Eric miraba a los ojos a John, con odio del mas puro. Mientras que, a su vez, John lo observaba con temor.

Era obvio que le temería, Eric estaba hecho un muro de músculos. Y Gregor no se quedaba atrás.

Temí que llegara a nosotros, por lo que me levante, aun con Gray en mis brazos, y me puse detrás de Gregor. Sabia que era una actitud cobarde, mas sin embargo, por Gray, no me importaba. Ese monstruo tendría que arrancarlo de mis brazos, eso después de derrumbar estos muros de puro musculo de acero. Lo que, viendo su estado acabado, le seria imposible.

Del hombre enorme asemejado a una mole, solo quedaba una sombra. Se veía que los años en los que no lo había visto no lo habían tratado con amabilidad. No es que se lo mereciera.

Las cosas pasaron tan rápido que creí haberlo imaginado. Incluso me Maree con lo vertiginoso que fue todo.

De los arboles a nuestros constados salieron dos hombres que, viendo su vestimenta, eran guardaespaldas. Atacaron sin preguntar ni vacilar. Se lanzaron sobre mi hermano y Gregor en un segundo, mientras que John corría hacia mi.

No sabia que hacer. Entre en pánico y, por primera vez en un largo tiempo, me dio un ataque de asma.

Caí al suelo y, al no tener un inhalador cerca, creí que mi pecho se quemaba. Ví la vacilación de ambos y, muy a mi pesar, les costo ventaja en la pelea.

John estaba casi sobre nosotros y Gray se alejó de mi. Sollozando sin parar.

Quería gritarle que se alejara y corriera hacia los árboles, que se escondiera y yo lo encontraría, pero no encontré el aire ni las fuerzas. Los puntos negros llenaban mi visión periférica y ya ni siquiera lo tenia a la vista. Estaba perdiendo la consciencia.

Al llegar a mi John impulso la pierna y la descargo sobre mi brazo derecho. Se inclino, con una mirada morbosa y terrorífica que solo me transportó a mi infancia, y empeoró mi pánico.

Estaba segura que me golpearía hasta el cansancio cuando levanto el brazo con la mano empuñada y con la potencia de un mazo. Cerré los ojos con fuerza, esperando el impacto y el dolor siguiente. Pero no llego. John cayó sobre mi, un peso muerto que me aplastaba.

Creo que me desmaye por unos minutos por que cuando abrí los ojos Gregor estaba sobre mi con la cara contorsionada por la preocupación y el dolor.

Los para médicos nos rodeaban y las sirenas se escuchaban tan alto que me aturdían.

—¡AMOR! – el grito eufórico de Gregor me dolió hasta el núcleo. Lo escuche como si hubiera gritado con un micrófono y los altavoces estuvieran pegados a mis oídos.

Hice un gesto de dolor y su ceño volvió. Fue entonces cuando me di cuenta de que él estaba desnudo de las caderas para arriba. Y fui yo la que contorsiono  la cara, con posesividad.

Había una paramedico que lo miraba con lujuria. Como pude levante mi brazo y baje su cabeza de un tirón hacia la mía. Besándolo con toda la territoriedad recién descubierta.

Él me devolvió el beso con pasión y me llené de gozo. Al separarnos mire a la mujer con desafío y superioridad. Ella aparto la mirada, cohibida. A Gregor no le paso desapercibida la mirada y miro al objetivo de mi rencor. Y río. ¡RÍO!  Una carcajada corta, divertida, sorprendida y con mucha satisfacción masculina.

Me miro y me dio un beso en los labios con tanto amor que me dolió dejarlo ir.

—Soy tuyo – dijo contra mis labios. Lo suficientemente fuerte para que la medico escuchara y saliera de la ambulancia avergonzada. Con una cantidad incomparable de amor, ternura y sinceridad.

Siempre – susurré.

— Por siempre y para siempre – aceptó. Me abrazo y me sentí tan bien. Sin temor, sin cohibiciones, sin nada que impidiera el paso de las palabras... Segura.

Sentí un movimiento al otro lado de la camilla y ví a Eric, con Gray en brazos, que me miraba con amor.

— Mi Eric – dije. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Quizás ya estaba superado el miedo de hablar. Ellos me daban la fuerza. Sabia bien que, si era necesario, ellos me protegerían.

— Mi Erin – dijo. Su voz ronca por las lágrimas.

Gray levanto la mirada y me vio.

—¿Es veldad que vivile con tu? – susurró.

Mi cara de perplejidad hizo que Eric se crispara y sonriera.

— Se queda con nosotros. Somos la única familia que tiene... John murió... Esta vez en verdad. Fue un golpe fuerte – anuncio.

No sabia que decir. Se acabo. Podríamos vivir sin complejidades.

— Nos iremos – dijo Gregor. Y me asuste –. Todos, todos nos iremos. Nos mudaremos a otra ciudad. Jane acepto. Vendrá con nosotros.

Sonreí. Mire a Gray y lo único que se me ocurrió decir fue:

—Tenemos un perrito – su pequeña cara se ilumino.

Quizás seria lo mejor. Irnos, vivir seguros... Juntos.

Sabia que a Jane le gustaba Eric. Y Eric veía a Jane con ojos soñadores. Yo estaba con Gregor y ahora estaba Gray.

El futuro era brillante en el horizonte.

Mí Demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora