♥Epílogo♥

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Tres años después...

Me apresure a llegar a la casa, no podía perderme esto. Corrí y corrí sin parar hasta que estaba resoplando como una mula y la camisa se pegaba a mi pecho.

Erin había llamado hacia unos minutos y me había dicho que Dimitri estaba intentando pararse. El hijo de Eric y Jane. Tenia un año cumplido hacia una semana.

Mi teléfono sonó, y no lo habría contestado si no fuera por que era el tono predilecto para Erin.

-Ya estoy llegando, amor - Jadee.

- ¿Que tanto te demoras? - su voz estaba extrañamente suave y pausada. Desacelere el paso.

-¿Pasa algo? ¿Estas bien? - pregunte.

-Responde la pregunta, Gregor - susurro. Casi no la oí.

- A una cuadra y algo. Ya casi - asegure.

-Apresurate, cariño - eso ultimo le salio como un claro gruñido.

-Segura que estas...

-"Respira, Erin, él llegara en un segundo. Ahora solo respira. La contracción pasara en un segundo..." - la voz de Jane se escucho alterada. Escuchaba la histeria de Eric al teléfono peleando por la lentitud de alguien...

OH, MIERDA.

Ahora si que corrí. Corrí como nunca había corrido. Al llegar a la puerta la tumbe de una patada, rogando que nadie estuviera cerca de la explosión y corrí un poco mas hasta donde escuchaba la agitación.

Me pare en seco cuando ví lo que pasaba y por poco me desmayo.

Erin... Mi pequeña y frágil Erin, estaba con los ojos cerrados y en el suelo bajo su silla estaba un charco de agua.

Ella se sostenía su vientre redondo y resoplaba. Dimitri miraba todo desde su silla con un mohín y los ojos llorosos. Estaba a punto de soltar un grito. No sabia si ir hacia él o hacia Erin. Ella estaba irritable. Mucho. Hubo una vez en que no me dejo tocarla por todo un día. No quería importunar.

-¡¡AHHH, GREGOOOR!! -su grito fue mi señal y la de Dimitri que soltó el grito y lloro con fuerza. Eric colgó y cogió a su hijo en lo que yo me apresuraba hacia mi esposa.

Me arrodille a su lado y su mano voló a mi cabello. Tiro tan fuerte que dolió. Pero ella se veía tan sumida en la agonía que no me importo.

-Jamas, ¿Me oíste? Jamas volveré a acostarme contigo - susurro con los dientes apretados.

No dije nada. Era lo mismo que Jane le había dicho a Eric en el parto de Dimitri. Y seguían follando como conejos. La diferencia es que Jane no se lo había susurrado, ella lo había gritado en el hospital tan fuerte que lo habíamos escuchado todos... En el piso de abajo.

La ambulancia llego y la montaron a Erin. Eric cogió la pañalera y todo lo que se necesitaba.

***

Tres horas, eso había durado el fatídico suceso. Creí morir por los gritos de ella. Mi angustia se manifestaba como dolor físico.

Para cuando mi hija salió y me la dieron, Erin tuvo unos segundos antes de caer inconsciente. Me asuste, pero la doctora dijo que era normal en su caso.

La bebé era diminuta. Y Eric tenia la cara aplastada contra el cristal de la zona de los recién nacidos. Larissa. Así le había puesto Erin. Argumentando que ella era la que se levantaba cincuenta veces al baño en la noche y a la que le dolía la espalda. Dijo que no tenia ni voz ni voto. Yo lo acepte. Larissa era un nombre precioso.

En la habitación de Erin ella me había gemido:

-Te odio - con un adorable mohín.

- Pues yo te amo - dije -. Con todo mi corazón.

Ella había sonreído.

Mi vida por fin estaba completa. Larissa y Erin eran mi vida. Y, mientras sontenía a mi hija en brazos, frente a los ojos envidiosos de Eric, me sentí pleno.

Feliz. Mis demonios estaban tranquilos. Domados. Por ella.

La amaba.

Y daría mi vida por ellas si fuera necesario.

Mi pasado quedo en el olvido y nuestro futuro brilló.

Todo era perfecto.

Fin

Mí Demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora