- Isabella... Hermanita, sé que esto lo digo todos los días pero, ya es hora que despiertes, ¿si?. No puedo vivir sin vos, me estoy muriendo, no aguanto... Necesito que abras esos ojitos, y que me digas que todo está bien, que tu estás bien. - Ese era James, lo podía escuchar pero no podía abrir los ojos. Escuchaba todo, es más podía sentir y oler cuando alguien venía. Tampoco podía hablar, intente gritar demasiadas veces pero fue estúpido. Sólo llevaba cuatro días internada, pero todos se comportan como si fuera un siglo. - Escúchame, prometo ser el mejor hermano, prometo protegerte siempre, pero tienes que despertar, te necesito... - Sentía mis manos mojadas por lo que supuse que estaba llorando.
Oh James, hermanito no llores, sólo son cuatro días, pronto despertaré.
Sentía que había alguien más, no se quién es, nunca había venido. Y si, ya sabía quien era quién, todo gracias a su aroma. Pero esta persona... Se que es la primera vez que viene.
- ... James... - Esa voz... No la recordaba, se me hacía familiar.
- Ella está ahí en esa cama por tu culpa, lleva once meses en coma por culpa tuya, el único que se merece estar ahí y mucho peor eres tú. - Dijo mi hermano. ¿Había dicho once meses? No... Todo está mal, ¡se supone que llevo aquí cuatro días!. El de la voz... Ese era... Alex. ¡Tengo que despertar! No puedo seguir acá.
Isabella abre los ojos, abre los ojos de una puta vez. Tienes que poder, tienes que despertar. Ya descansaste demasiado. Ya es hora.
James
Todo era una pesadilla sin ella, mis padres estaban cada vez peor, yo dejé los estudios. Sólo para quedarme con ella. Al principio no me moví ni un solo minuto de su lado, hasta que pasó una semana y las enfermeras no aguantaban el olor a mugre que tenia, y prácticamente me echaron. Pero vengo todos los días, le cuento lo que pasó en el día, me quedo llorando como un idiota en sus manos y luego de varias horas me voy a casa a dormir, para volver al día siguiente. La misma rutina por once meses, en dos días se cumplirían doce meses.
Me estaba muriendo, Isabella siempre fue la persona más importante en mi vida, desde que murió Anne me prometí, que siempre la protegería, sin importar lo que pase. Pero un día esa promesa se rompió.
Estaba llorando en brazos de mi hermana cuando la puerta de la habitación se abre, no me importa quién es, así que no miro, solo me concentro en llorar.
-... James... - ¿Que carajo hacía acá?.
- Ella está ahí en esa cama por tu culpa, lleva once meses en coma por culpa tuya, el único que se merece estar ahí y mucho peor eres tú. - Lo iba a golpear, y muy fuerte si es que no se va.
- ¡LO SÉ! YA SÉ QUE SOY UN HIJO DE PUTA, YA SÉ QUE NO MEREZCO NI VIVIR, PERO ME... Enamoré de ella...
- ¡¿QUÉ!?. - Mis ojos se me iban a salir de sus órbitas, no puede estar enamorado de mi hermana después de todo lo que le hizo.
Estaba apunto de matarlo para cuando Alex se pone pálido al mirar a Isabella.
Isabella
Ya me estaba cansando de tantos gritos, tenía que despertar ahora o sabía exactamente que James iba a matar a Alex.
Despierta Isabella.
Abre los ojos.
Tienes que poder.
Eres fuerte.
Vamos que casi lo logras.
De apoco fui abriendo los ojos lentamente... Para cuando pude abrir lo suficiente los ojos la luz me cegó. Al instante los cerré para llevarme las manos a la cara.
- ¡Isabella!. - Grita mi hermano. Por suerte ya tenía los ojos abiertos.
James se veía diferente, se veía cansado, tenía barba, cosa que se notó que la dejó estar. Tenía los ojos rojos e hinchados, el pelo estaba todo alborotado.
Quise hablar pero no pude, un tubo en mi garganta lo impedía.
- Sh, tienes un respirador, lo llevas ya que no podías respirar por tu cuenta. Alex fue a llamar a la enfermera para que te lo saquen.
Al rato llegaron dos enfermeras y un doctor.
- Isabella soy el doctor Brooks, yo te he estado atendiendo todo este tiempo. Bien ahora comenzaremos a quitarte el tubo, te va a arder la garganta pero cuando te digamos ya tienes que toser, ¿entendido?.
Como no podía hablar asentí con la cabeza.
Luego de que desconecten las maquinas escuché que el doctor me decía que tosiera, y eso hice. Al principio me ardió la garganta, tal y como lo dijo, pero después pude respirar bien.
- Bien Isabella, ahora las enfermeras te van a hacer unos exámenes para saber que es lo que te acuerdas de ti. Y luego vendrán oficiales para poder saber de lo ocurrido en esas semanas.