Reencuentro [Stellos, Petros y Ares] {4JG}

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― Lykaios...

El general se volvió al oír la voz de su amigo y lo miró a los ojos. Parpadeó un momento, extrañado por su expresión tímida, casi avergonzada. Estaba acostumbrado a que fuese más directo.

― ¿Qué pasa, Petr?

― Yo... necesito ir a Megara. Ya que estamos aquí... tengo que encontrar a Ste... ―se interrumpió al recordar que el isleño no lo conocía y suspiró― Al que fue mi entrenador y la única pareja que he tenido. ―se frotó un brazo. Le resultaba muy extraño hablarle de Stilianós al hombre que amaba― Tengo que disculparme con él, me porté como un estúpido cuando me lesioné... y él no lo merecía, fui muy injusto.

― Ve. Tómate el tiempo que necesites, nos quedaremos aquí hasta que vuelvas. ―hizo un gesto para evitar que se lo agradeciese― Petros, te lo digo siempre y sé que no puedes hacerme caso, pero, por favor, si en algún momento sientes afecto por alguien que pueda corresponderte, no pienses en mí. Deja de quererme, sólo te hago daño.

― No tanto como el que yo le hice a Stilianós. ―sacudió la cabeza al oírse― Perdóname.

― ¿Por qué me pides perdón? ―le preguntó, con el ceño fruncido― No tengo ningún derecho a ser posesivo contigo con alguien del presente, y mucho menos con alguien del pasado. Es más, quiero verte amar así a otro, Petros. Quiero que tengas lo que mereces, y tú mereces ser feliz mucho más que cualquier otra persona que haya conocido.

― Eres demasiado noble... ―sonrió con tristeza. Esa nobleza y su carácter apasionado eran lo que habían acabado por despertar sus sentimientos hacia él― Será mejor que me vaya cuanto antes: cuanto antes empiece a buscarlo antes lo encontraré. No quiero que nos retrasemos más de lo debido por mi causa.

― ¿Vas a llevarte a Luke?

― No, esto es cosa mía, he de hacerlo solo.

― Estoy seguro de que aceptará tus disculpas. Se nota que realmente lo sientes.

Ambos pensaron lo mismo, pero ninguno lo expresó en voz alta. El malestar de Petros era tan evidente como el dolor que sentía Ares por no poder corresponderle.

― Conociéndole, lo más seguro es que ya lo haya hecho. Ya me perdonó otras cosas... cuando vuelva te lo contaré, te lo prometo.

― No es necesario...

― Para mí sí. Quiero que lo sepas.

― En ese caso, te escucharé cuando quieras.

Se miraron a los ojos unos segundos, sin que ninguno de los dos dijese nada. En cualquier otra relación de confianza, la conversación se habría cerrado con un abrazo amistoso, pero era muy difícil que ocurriese entre ellos. Petros nunca lo abrazaba, porque sabía que sería incapaz de soltarlo si lo hacía; y Lyakios lo evitaba cuanto podía, porque sabía que a su amigo le dolían esas muestras de afecto que no llegaban a lo que realmente quería, a pesar de que no lo diría en voz alta.

Finalmente, Petros inclinó levemente la cabeza para romper ese contacto visual tan intenso y se alejó. En un acuerdo tácito, Lykaios y él nunca se despedían desde que le confesó lo que sentía por él: aunque se separasen físicamente, Petros no dejaba de pensar en él y él también ocupaba un lugar muy especial en el corazón del general. Por ello, nunca se decían "adiós".

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El exesgrimista no era especialmente buen investigador, por lo que había tardado varios días en decidir por dónde empezar a buscar a su antiguo entrenador. En el momento que por fin lo decidió, fue cuando le pidió permiso a Ares para ir a Megara.

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