Nota previa:
Dorian es un personaje mío, pero esta es la primera vez que escribo algo con él. Los lectores asiduos es probable que lo conozcáis por Sangre en el relicario, historia que escribe Lickh (quienes no la hayáis leído, os remito a ella, es una historia agradable de leer). Al bueno de Petros ya lo conocéis por otros relatos.
Esto es una 'prueba' que he hecho a petición de Lickh, porque se le ha ocurrido relacionar a estos dos personajes míos y, la verdad, me gustó la idea: sus personalidades son bastante compatibles, pero quería comprobar cómo se desenvuelven juntos realmente.
La relación es que Petros fue el maestro de esgrima de Dorian cuando éste era niño y, además, como Mergrade de pequeño era una esponja que quería aprender muchas cosas, también le enseñó latín y griego clásico, por insistencia del crío.
Sólo me queda decir que, como tengo algunos datos de lo que pasará en Sangre en el relicario más adelante, he tenido algunos acontecimientos en cuenta, así que es posible que Lickh "reutilice" este fragmento en un futuro, reelaborándolo a su manera y cambiando lo que tenga que cambiar para su historia.
Ya dejo de aburriros con mi perorata y dejo el relato. (Adelanto: Petros sigue en su faceta de consejero.)
La mano de Dorian tembló al acariciar el rostro pintado en el lienzo. Mirarlo lo atormentaba y, al mismo tiempo, no podía apartar la vista de él y sentía que moriría si no lo miraba, a pesar de que sus pensamientos se acercaban cada vez más al umbral de la locura, amenazando con cruzarlo y perderse irremediablemente en ella.
Volvía a sentirse culpable, pero esa culpabilidad se mezclaba con una inmensa furia contra sí mismo. Había echado de mala manera a Illium, a pesar de lo importante que se había vuelto para él sin que se diera cuenta.
Sonrió con tristeza y volvió a acariciar el cuadro. No le bastaba: echaba de menos oír su voz dulce, su compañía... incluso su infinita paciencia, que a veces tanto lo desesperaba. Pero, a pesar de ello, lo había apartado bruscamente de sí, empujándolo a los brazos de ese cura al que odiaba cada día más, según aumentaba la envidia que se apoderaba de él casi con tanta rapidez como lo había hecho la pureza del monaguillo.
― Tengo lo que me merezco, por ser un completo imbécil.
Si Poe estuviese allí, haría pasar esos reproches a sí mismo por conversaciones con el cuervo... aunque no se había dado cuenta de que no estaba solo.
― No eres imbécil, Dante. Eres una de las personas más inteligentes que he tenido el gusto de conocer.
― Señor Samras... ―se dio la vuelta hacia la voz, sorprendido por su presencia.
― Petros. ―lo corrigió el griego― Tutéame, Dante.
― Usted fue mi maestro.
― Y tu posición es mucho superior a la mía, y eso inclina la balanza muy en tu favor. Así que, dado que ya cuando te enseñaba esgrima me ordenaste tutearte, tratémonos de igual a igual. ¿Qué te preocupa?
― Nada que merezca su ate... tu atención. –se corrigió
Petros se rió suavemente.
― Aún sigues siendo ese niño al que enseñé a manejar la espada... sólo hay que saber verlo. Siempre conseguía que me lo contases todo, ¿recuerdas?
― Tenía más confianza contigo que con mis padres...
― ¿Y cuándo te he dado un mal consejo?
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Relatos sobre personajes
Cerita PendekAquí iré poniendo relatos varios sobre mis personajes originales. En su mayoría, ayudarán a entender la historia, el carácter o algunos detalles del personaje que aparezca en el título. (Aviso: en algunos casos es posible que haya spoilers) Lo he pu...