Feliz aniversario [Dionysos] {JdM} {?}

53 2 2
                                    

Renê entró en el piso con el correo en la mano y revisó las cartas. Separó las facturas para revisarlas después.

― Dio, tienes una carta de tu editor. ―dijo, alzando la voz, con su marcado acento francés

― Oh, tranquilo. Si lo manda por correo es que no tiene prisa.

― Y... esto es raro.

― ¿Qué pasa?

― Hay una nota en griego. Será para ti o para Áyax, pero como él se ha ido unos días a Rusia con Liosha...

― ¿A ver?

Dionysos Giorgatos salió del estudio en el que iba dando forma a su nueva novela y le dio un beso afectuoso en la mejilla al poeta y diseñador francés antes de coger la nota. Empalideció al verla.

― ¿Qué pone?

Feliz aniversario ―tradujo―. No la han enviado por correo...

― Sólo puede ser de...

― De él.

El escritor fue hacia la ventana, la abrió y se asomó. Un hombre de pelo negro y vestido totalmente de blanco destacaba entre la multitud y, al verlo asomarse, le lanzó un beso.

Dionysos volvió a cerrar la ventana, totalmente blanco, y se frotó las manos. Le temblaban.

― Dio...

Renê lo cogió suavemente y le hizo sentarse en la cama.

― Es Alexandros. ―murmuró el griego

― Aún te duele lo que te hizo...

― No, me alegro de darme cuenta de cómo es realmente, pero... aunque ahora no me duele, entonces me rompió.

Renê se levantó bruscamente y salió del piso a todo correr. Bajó a la calle y no se detuvo hasta llegar al banco donde estaba sentado ese hombre.

― ¿Alexandros Afrodakis? ―preguntó

El otro lo miró a los ojos antes de responder.

― El mismo. ―respondió, dedicándole una sonrisa― ¿Puedo ayudarle en algo?

Renê le dio una fuerte y sonora bofetada con el dorso de la mano que le hizo girar la cara.

― Aléjate de mi Dio. Si vuelves a hacerle daño te convertiré en comida para perros y me haré una chaqueta con tu piel.

Alexandros se levantó, irritado y dispuesto a devolverle la bofetada, pero una mano le sujetó la muñeca.

― No vuelvas a levantarle la mano a Renê, Alex.

Aunque aún estaba algo pálido, el tono de Dionysos era serio y amenazante.

― Entiendo... ¿es tu amante? ¿Y tú me montaste aquél follón por...?

― Tú me fuiste infiel con mi hermanastro, Alex. Y acabábamos de volver de...

― De Holanda. ―lo interrumpió― La culpa fue tuya por aparecer antes de hora.

― ¿Tú le pones los cuernos y la culpa es suya por descubrirlo? ―intervino Renê, atónito― Me quejo de Patrizia, pero...

― Patrizia dejaba a uno antes de irse con otro.

― ¿Otra ramera con la que me has sido infiel, Dionysos? La madre de tu hijo, si no me han informado mal...

― Cuando empecé a salir con Patrizia ya hacía mucho que lo nuestro había acabado, Alex.

― ¿Acabar? Lo nuestro aún no ha acabado. Nunca hemos roto.

― Estoy al día de las noticias del corazón. ―dijo Renê― Llevas saliendo con modelos y cantantes desde que te hiciste famoso, Afrodakis. Y, si nunca rompiste con Dio, tú le has sido mucho más infiel. Él sólo ha estado con Patrizia y conmigo...

― Estamos hablando de él, no de mí. Lo que yo haga no tiene nada que ver.

― ¿Entonces hay dos varas de medir? Si, según tú, seguís siendo pareja, hay que mediros a los dos igual.

― Él no funciona así, Rennie. Él es Dios y tiene derecho a hacer lo que quiera, los demás sólo debemos adorarle.

Alexandros sonrió, sin captar el sarcasmo.

― Te equivocas, soy más perfecto que Dios. Corrijo sus errores.

A Renê se le escapó una carcajada. Le costaba creer que alguien pudiese llegar a ser tan ególatra.

― No sé cómo pude enamorarme de ti. La verdad es que me alegro de haberte descubierto... ¿A qué has venido?

― A desearte un feliz aniversario.

― ¿Después de tanto tiempo?

― ¿Por qué no? Deberías agradecerme que me acuerde de ti y que haya venido a verte. Soy el director del Kyanous Stavros, estoy muy ocupado, ¿sabes? ¿No me invitáis a vuestra casa?

― ¿Por qué no? Así podremos matarlo, lo cortaremos en pedacitos y lo tiraremos a la basura. ―dijo Renê, con una gran sonrisa

Dionysos se rió levemente.

― Suerte que Áyax está en Rusia, lo veo sacando el hoplon y la lanza. Sí, Alex, Áyax es mi hijo. ―se adelantó a la pregunta del moreno― Áyax Valentino Giorgatos, por si te interesa. ―miró a Renê por un momento y sonrió― Sí, subamos al piso. Quiero hablar contigo de algo que preferirás tratar en privado, Alex.

En cuanto subieron y Alexandros se sentó en una silla, Dionysos dio un puñetazo en la mesa.

― Quiero el divorcio.

― ¿Qué? ―Alexandros volvió a levantarse y se encaró con el otro griego, con una mirada furiosa― ¡No puedes pedirme el divorcio! ¡Yo te repudio a ti!

― Esto no funciona así, estamos en una sociedad moderna, no sirve el repudio. Debí haberlo hecho hace mucho tiempo... para empezar, ni siquiera debería haberme casado contigo, pero era joven y estaba ciego. Ahora te conozco y no te amo, Alex. Me desagrada haber besado a alguien como tú, dejar que me tocaras... incluso acostarme contigo.

― No me decías eso en la noche de bodas... sólo me pedías más.

― Parece mentira que fuese tan estúpido, ¿verdad? Quiero el divorcio, Alex, y lo conseguiré.

― ¿Por qué ahora?

― Porque quiero casarme con Renê y no puedo hacerlo estando casado contigo.

― No. No voy a concedértelo. Quisiste ser mío, tú me diste la idea de irnos a Holanda para casarnos, y ahora te has dado cuenta de que no te gusto y quieres casarte con otro y ser feliz... No vas a serlo. Eres mío y lo serás hasta que mueras, Dionysos.

― Las revistas se mataran por esta exclusiva... ―comentó Renê

― ¿Qué?

― Puedo ver los titulares... "El rico y famoso Alexandros Afrodakis lleva años engañándonos a todos..." "Sus relaciones con mujeres eran falsas..." "Casado con un hombre desde la universidad..."

Alexandros golpeó la mesa al oírlo, irritado.

― Si no me lo das por las buenas, Alex, te lo exigiré en un juicio. Un juicio. Siendo ambos quienes somos, estarán meses hablando de ello. Y te recuerdo que como entonces tu padre seguía vivo no hicimos ningún contrato de separación de bienes, si pierdes, que perderás, la mitad de lo que tienes será mío.

― Me importa un bledo el dinero.

― Pero no lo que digan de ti.

Alexandros volvió a golpear la mesa, molesto por la derrota.

― ¿Qué papeles he de firmar?

Relatos sobre personajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora