Embarazo [Makina] {4JG}

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Makina frunció el ceño y se llevó una mano al vientre, incómoda. Notó un beso en la mejilla y un cuerpo femenino que se acurrucaba contra el de ella.

― ¿Estás bien, Mak?

La castaña miró a su acompañante fijamente, y ella le devolvió la mirada con sus ojos azules.

― Claro que sí, Danna.

Bostezó y se movió en la cama, intentando estar más cómoda.

― ¿No te levantas? ―preguntó la alemana.

Cuando la teniente coronel negó con la cabeza, la rubia se sentó sobre su cadera y llevó las manos a su pecho.

― ¿Quieres...? ―insinuó, inclinándose sobre ella

La oficial soltó un quejido y apartó de sus senos las manos de Danna.

― No tengo ganas, valquiria. Estoy cansada...

― Mak, te pasa algo, normalmente no estás así... ni siquiera cuando tienes la re...

La alemana se interrumpió a sí misma y salió de encima de ella.

― Makina... ¿cuánto hace que no tienes la regla?

― ¿A qué viene la pregunta?

― Nos llega a las tres al mismo tiempo, ¿recuerdas? Rose y yo la tuvimos la semana pasada, pero tú no parecías...

― Este es el segundo mes.

― ¿Qué?

― Es el segundo mes que no me viene.

― ¿Dos meses? ¡Makina! ¡Eso sólo...!

― No estoy embarazada.

― ¿Cómo puedes estar tan segura? Es normal que se retrase un poco a veces, pero dos meses es...

― No he tenido náuseas.

― No todas las mujeres las tienen. Mi madre no las tuvo. Ni conmigo ni con mis hermanas.

― Déjalo, Danna. No estoy embarazada. ―repitió

Se levantó y se estiró para desentumecer los músculos antes de ponerse el uniforme y salir.

Sin esperar a la rubia, avanzó a grandes zancadas hasta ponerse entre los soldados que entrenaban y se llevó dos dedos a la boca, para soltar un fuerte silbido.

― Tengo ganas de una pelea. ―dijo, cuando la miraron― ¿A alguien le apetece?

― A mí.

La teniente coronel se giró y dirigió una mirada burlona a Ciro, mientras muchos de los soldados reían. Pocos soldados podían igualar a Makina en el combate cuerpo a cuerpo, y él era el peor luchador de todos.

― No, Ciro, prefiero a alguien que me dure más de quince segundos. Y que tenga huevos. Además, corres el riesgo de no salir vivo. ¿Algún otro voluntario?

― ¡Yo!

Knive levantó la mano y se puso de puntillas, a pesar de que su pelo rojo y su altura ya lo hacían bastante visible.

― Knive...

― Quiero ver si he mejorado, Ma.

Suspiró, no muy convencida, pero se quitó la chaqueta del uniforme. Ese chico que seguía comportándose como un niño siempre sacaba su lado maternal.

El pelirrojo se abalanzó sobre ella, pero la mujer se resistió y no cayó al suelo... pero no tardó en ahogar un grito cuando Knive le hizo la zancadilla y la derribó. Makina, en lugar de contraatacar como solía hacer, lo abrazó cariñosamente.

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