28.

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Zaides no me lleva a casa, sin embargo, no lo noto al principio. Estoy demasiado ocupada rodando un dedo alrededor del collar que tengo puesto, recordando cómo ella me rescató en el jardín de infantes. Cómo sé que odia el requesón, ama el chocolate de avellana esparcido y tiene una vieja funda de almohada que su abuela le dio. Sé que esa era la única cosa que se las arregló para ocultar cuando su mamá se libró de todo lo que la abuela les había dado después de que murió.

Sé que después de eso, cuando su papá finalmente se fue, Zaides no comió nada por tres días, hasta que yo lloré y le dije que moriría si no lo hacía (había visto una de esas películas de televisión sobre desórdenes alimenticios y eso me había aterrorizado) y ella pestañeó lentamente y dijo: —¿Te importaría si muero?

Yo no había sabido exactamente lo horrible que la madre de Zaides se había sentido hasta entonces. No me había dado cuenta que con su padre desaparecido, la madre de Zaides descargó su vida y todas las cosas malas en ella.

Suelto el collar, dejando que su suave peso se establezca alrededor de mi cuello y luego me doy cuenta de que estamos cruzando por su camino de entrada.


—Pensé que... —digo y luego me interrumpo porque me siento demasiado culpable de decirle que debería llevarme a mi casa. Que quería ir a casa.

—Lo sé, normalmente te llevo a tu casa y nos quedamos allí, pero—está bien —dice—. Anoche, después de que fui a casa y mamá estaba... mamá... me quedé despierta hasta muy tarde porque no podía dormir e hice brownies.

—¿Hiciste brownies?

—Lo sé. —dice—. A mí también me sorprendió, pero después de que envolví tu collar pensé sobre lo genial que has sido este año... no es que no siempre lo hubieras sido, pero algunas veces eres un poco criticona. De todos modos, últimamente has sido totalmente comprensiva, así que quería agradecerte.

—Necesito un poco de aire o algo. —digo y abro la puerta del carro.

Quiero vomitar, quiero ese gran momento dramático como el que ves en la televisión o lees en los libros. Quiero estar tan enferma de mí misma que de hecho mi cuerpo se pronuncia contra mí pero en cambio, sólo miro al suelo, mientras mi estómago se revuelve.

Y entonces Zaides está fuera del carro, inclinándose, apareciendo en frente de mí, sonriendo y empujando el collar así que este comienza a balancearse de atrás hacia adelante.

—Vamos, vamos a comer brownies.

—No puedo —digo mirando el collar y ella toma mi brazo y dice:

—Puedes hacer lo que quieras. Ser libre significa tomar tus propias decisiones, ¿verdad? Estoy segura de eso. Acabamos de hablar de ese tema en mi estúpida clase de filosofía. Es la peor electiva de todas.

—Sí —digo y la palabra es demasiado amarga en mi boca. He tomado mis decisiones y lo hice sabiendo todo. Sé lo que debería hacer. Sé que aquí es donde tengo que contarle todo. Pero no lo hago y la peor parte es que sé que no lo haré.

He tenido oportunidades—muchas oportunidades—y me he mantenido en silencio.

¿Por qué? Porque conozco a Zayn y sé que cuando él hable con ella esta noche, no dirá que es por mí. Sé que él guardará silencio.

Quiero que Zayn y yo estemos juntos y que Zaides nunca sepa que ese beso se convirtió en algo tan significativo que no quería dejarlo ir. No quiero que Zaides se enoje conmigo y si ella se entera de lo que pasó, de lo que yo he hecho, de seguro se enfadaría muchísimo.

Quiero a Zayn, pero también quiero conservar a mi mejor amiga y hay una manera de hacerlo porque Zaides nunca adivinaría que él me miraba a mí cuando estaba con ella.

Jamás lo supondría.

—Mira, ¡Brownies! —dice cuando entramos a la cocina y señala un pequeño plato en el mostrador. Los coge, les quita la envoltura de plástico y se sienta en la mesa de la cocina.

Yo no lo dudo. Me siento, también, cogiendo un brownie ponderoso con trozos de chocolate.

El chocolate no cura todo. Al menos mamá tiene un delantal de cocina que lo dice, pero sabe tan bien y si estoy comiendo, no tengo que pensar en hablar.

No tengo que decirme que lo haré en un minuto o que sólo necesito encontrar la manera de empezar. No tengo que odiarme por mentir.

—Entonces, soy buena cocinera, ¿cierto? —Zaides dice cuando yo empiezo con mi segundo brownie. Ella retira un trozo de chocolate de su brownie y lo dispara en su boca—. Creo que al estar cerca de tu mamá se me pegaron sus habilidades —ella sonríe—. O tal vez sólo hice una mezcla y puse piezas de chocolate en ella. No se lo digas a tu mamá, ¿de acuerdo? Sé cómo se siente con relación a las mezclas —ella baja la voz y añade—, y no le digas a mi mamá tampoco. Tomé el chocolate de su escondite en el refrigerador.

—¿Hiciste qué? —digo, sorprendida porque Zaides siempre es muy cuidadosa de no meterse con las cosas de su madre.

—Ella está consiguiendo todo lo que alguna vez quiso de papá. Puede esparcir una, dos o tres barras de chocolate —Zaides dice, todavía sonriendo, aunque ahora su sonrisa es mucho más estrecha. Más triste. —Sabes que tenemos que ser amigas hasta que las dos estemos seniles, ¿verdad? —ella dice—. Quiero decir, los brownies y un collar. Tú no puedes sobrepasar eso, ¿o sí? —está tratando de sonar como que esta bromeando, pero esa es la cosa de ser la mejor amiga de Zaides.

Yo sé cuando ella en realidad quiere decir algo. Sé cuando está haciendo daño. Sé cuando necesita que yo la haga sentir mejor.

—Es insuperable —digo—. O lo es hasta que seas famosa y pueda decirle a la gente que te conozco... la actriz súper estrella.

—Puedes ser mi asistente —dice—. Contestar el correo de fans, ayudarme con mis líneas.

—¿Cuándo sabrás si conseguiste el papel principal en la obra?

—Muy pronto —dice—. Es algo sobre Shakespeare, pero le estamos haciendo una adaptación moderna... tú nos escuchaste hablando sobre eso la noche que viniste a mi casa con la ropa. —Yo miro mi brownie y ella sigue hablando. —Conociendo a la señora Leslie, eso significa que todas las chicas harán las interpretaciones de chicos y todos los chicos harán de chicas. Lo cual no es muy moderno, en realidad era usado desde que no había chicos para todas las interpretaciones. Pero como sea, yo sólo tengo que conseguir pasar la prueba.

—Estarás genial.

—¿Tú crees?

Yo asiento. Zaides es más feliz cuando esta actuando. Cuando puede ser alguien más, cuando puede estar parada en un mundo que no es este, un mundo en que no tiene a sus padres, no como ellos la hacen sentir.

—De acuerdo, dos mordidas más y término —ella dice—. ¿Debería ponerme la blusa azul esta noche? A Zayn le gusta, pero creo que me veo mejor con la rosada, la de encaje. No es como si Zayn no me vaya a mirar el pecho, de todas formas, él siempre lo hace, pero...
—Oye, ¿Qué pasaría si un chico comenzó gustando de ti pero en cambio termino gustándole yo? —digo, interrumpiendo y la azúcar me ha hecho estúpida, tal vez es porque lo que ella acaba de decir sobre Zayn.

Tal vez estoy diciendo lo que debería, tal vez finalmente estoy comenzando la conversación que sé que tenemos que tener. La miro y espero su respuesta.

—Pensé que dijiste que no te gustaba Harry —dice.

—Yo... eso no es lo que dije. Dije que si un chico gustaba de ti, decide que yo le gusto, ¿Qué pensarías?

—______ —dice Zaides, inclinándose y poniendo sus brazos alrededor mío—. Sabes que te quiero. Eres adorable y estoy convencida de que hay un chico
ahí afuera que es tan lindo como tú que está esperando por ti. Pero a Harry realmente nunca le gustarás porque los chicos a los que yo les gusto no... tú y yo somos en realidad... bueno, somos diferentes, ¿sabes? Te ves como una pequeña hermanita. Eres el tipo de chica dulce y acogedora.

—¿Y tú no lo eres? —digo, apartándome, y mis manos ahora están temblando, no de tristeza sino de rabia, porque oigo lo que ella esta diciendo. Sé exactamente lo que quiere decir. No hago que los chicos me deseen. Y ella sí.

—Creo que nunca alguien me ha llamado dulce —dice y toma otra mordida de brownie—. Me gusta mantener a los chicos en sus pies. Hacerlos trabajar. Es más divertido de esa manera.

—¿Para ti? ¿O para ellos?

—Está bien, ¿Qué pasa con esa voz de disgusto? —dice—. Creo que acabas de decir que esto no era sobre Harry.

—Bueno, chicas, veo que algunas personas por lo menos tienen que relajarse. —dice la mamá de Zaides detrás de nosotras, y miro la congelada cara de Zaides, veo a su mamá mirando fijamente a los brownies y veo a Zaides sonrojarse, apenada cuando no necesita estarlo.

—En realidad me comí la mayoría de los brownies —digo y la mamá de Zaides me mira brevemente y dice:

— Hola, ______ —con tranquilidad antes de darse la vuelta hacia Zaides. —Bueno, podrías terminártelo —dijo, señalando el brownie que Zaides precipitadamente esta soltando y entonces se da la vuelta, entornando los ojos en algo sobre el fregadero.

Me preparo psicológicamente para otro despliegue emocional y me doy cuenta que ella captura su imagen en la ventana y se alisa el cabello, asegurándose que cada hebra esté en su lugar.

—¿Te quedas aquí esta noche? —ella dice, volteando su cabeza hacia Zaides y abriendo su bolso—. Tengo un amigo que me recogerá y luego iremos por un trago. Peter es más joven que yo, pero dice que lo encuentra imposible de creer.— Ella se ríe ligeramente y saca un tubo de lápiz labial, frunce el ceño y luego lo lanza al interior del bolso. —Necesito maquillaje nuevo. Te traeré a casa algo también, creo que la última colección que te di no funcionó muy bien, ¿o sí?

Zaides tiene una espinilla cada seis meses y siempre le sale en lo alto de la frente, tan arriba que puede cubrirla con su cabello.

—Gracias y no, no voy a estar aquí. Voy a salir —Zaides susurra y su madre se acerca a la mesa, toca la parte superior de su cabeza y dice—. Me voy a cambiar. Haz algo con tu cabello si en realidad quieres salir, cariño. Será mucho más lindo si lo cepillas de vez en cuando.

Zaides se embute en su boca la última parte del brownie que estaba comiendo y su madre suspira y sale de la cocina. Me muevo hacia ella, cambiándome en mi silla, pero ella sacude la cabeza, se levanta y se tira del mostrador.

Espero unos pocos segundos porque sé que los necesita y luego la sigo.

—Y eso es un padre que me quiere. —dice cuando yo camino hasta ella. Esta mirando hacia el jardín, no hay tristeza en su cara. No hay rabia. No hay expresiones, excepto resignación. Cansancio. —Yo trato, ¿sabes? Lo hago. Pero mi papá ni siquiera quiere verme y mi mamá cree que no tengo arreglo. Y qué si... ¿Qué haces si la gente que se supone que te ama puede dejarte como si fueras nada?

—Zaides...

—Estoy cansada de esto —dice—, no necesito... no necesito sentirme así de nuevo, nunca más. ¿Por qué crees que siempre salgo con chicos que son realmente patéticos? Sé que no me dejaran, ______. Pero quiero...sólo por una vez, quiero hacer que alguien que pueda alejarse de mí decida que quiere quedarse. Quiero que ellos estén conmigo. Quiero que esto pase con Zayn y... sucederá. Voy a hacer que eso pase.

—Tú...espera. ¿Quieres a Zayn por qué quieres hacer que él se quede contigo?

—No es como lo haces sonar —dice, negando con la cabeza—. No lo entiendes, ______. No sabes lo que es estar enamorada. El amor es...te confundes y haces cosas que no deberías hacer y sólo... te odias a ti misma, y algunas veces ni siquiera quieres amar a la persona que quieres y lo haces porque sería mucho más fácil que si no lo haces. Pero tú sólo... lo haces.

Quiero decirle que está loca y equivocada, pero no lo está.

Sé que no lo está, porque así es como me siento, las cosas que ella acaba de hacer son cosas que yo he hecho y ella...

Ella ama a Zayn.

Ella en realidad lo ama.

Me siento enferma. —Yo... ¿Se lo dijiste?

Ella suspira. —No, porque... ¿Cómo puedes decirle eso cuando te preguntas por qué el chico no te ama también? Es difícil incluso pensar en eso. Pero yo...puedo hacerlo. Lo haré. Puedo conseguir lo que quiera. Yo sólo... ¿Puedes sólo pretender que entiendes y te quedas conmigo por un rato?


La regla no escrita {Zayn Malik}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora