Capítulo 11

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Eran las dos de la mañana y estaba despierta en la cama. Lucas, sin

embargo dormía profundamente. ¿Qué ocurría? Se había tomado la pastilla para

dormir, como la noche anterior. Pero ni bostezaba... Tenía los ojos más abiertos que

una lechuza. Y no quería abusar de esas pastillas.

¡Que envidia! ¿Cómo podía dormir tan a gusto? Pensándolo mejor, iba a ser

su único momento para poder observarlo a sus anchas. Con lo dormido que estaba,

seguro que ni se enteraba si se aproximaba demasiado a él. ¿Por qué no iba a

sacarle provecho a la situación? Después del día señalado, no creía que la dejara

acercarse a él ni a cinco metros.

Con sonrisa traviesa y un poco de miedo, había que confesarlo, se acercó a

él. Después, soltó la respiración contenida y pudo notar su calor corporal darle la

bienvenida... Pero su cuerpo le pedía más, bueno... Sus manos le pedían más. ¿Y

por qué no podía disfrutar un poquito? ¿Quién se iba a enterar? Lucas parecía estar

profundamente dormido. Con todo lo que se había movido en la cama y éste, ni se

había inmutado. Aquello solo podía significar una cosa, que estaba totalmente

croqui. Solo había que mirar la relajación que reflejaba su rostro... Su pecho, el

ritmo relajado que llevaba... Menudas pectorales, como quería resistirse una mujer

ante un cuerpo atractivo como aquel. ¡Cretino!. ¿Por qué se había acostado con

solo unos pantalones? ¿Por qué no sería tan descarado de acostarse desnudo,

verdad? Se quedó bloqueada por unos instantes... Bueno, siempre tenía la opción

de levantar la sábana y quitarse de dudas. No podían acusarla de nada malo...

¡Pero y si se llevaba una sorpresa, y sí estaba desnudo! ¡Vaya!. Ya notaba el altera

miento que estaban sufriendo sus hormonas ante tal pensamiento. ¡Tenía que

tocarlo! ... ¡Uy! Quería decir que tenía que averiguarlo, y poder así dormir tranquila.

¡Dios, se había vuelto una loca obsesa por el sexo!

Conteniendo la respiración, se aproximó a él. Notó una explosión de

sensaciones recorrerle todo el cuerpo, en cuanto mantuvo contacto con su brazo, al

igual que su estomago. Y aquella vez, él no lo sabía. Aquella vez, era ella la mala.

Con un poco de miedo, sujetó la suave sábana con sus dedos. En ningún momento,

le quitó la vista de encima de su rostro. ¿Supón que se despertara en aquel

momento? Podía disimular aún. Pero en cuanto levantara la sábana, no creía que

hubiera ninguna excusa por lo que estaba haciendo...

¡Pero mira que estaba bueno! Antes que nada, inclinó su cuerpo hacía

delante con mucha delicadeza... Sí, dormía. Con sonrisa traviesa, abandonó por un

momento la sábana para pasarle un dedo por la mejilla... ¡Cuello, pecho,

estomago...! ¡Basta! Le estaba entrando mucho calor, y no tenía ganas de

Saga Edificio XIV -Doble Trampa-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora