Capítulo 3: "Mar de sentimientos"

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La joven intenta levantarse como puede, pero el bárbaro la toma de su brazo y de la cintura con delicadeza. –Cuidado princesa, has estado en una dura batalla. Lo mejor será que descanses. – la acomoda en la cama con suavidad.

–Pe... Pero... dime que ha pasado. ¿Por qué estoy aquí, en reposo? – preguntó aún confundida la princesa. –Tuviste una dura batalla con Sejuani, ella intentó apoderarse de tu reino. – Le explicó el robusto bárbaro. – ¡Sejuani! Tengo que ir a derrotarla. – Pero antes de que Ashe moviera un músculo, Tryndamere la detiene y la vuelve a recostar en la cama. – Escucha, ella ya no está aquí. El reino está a salvo, ya me he encargado de ahuyentarla. – Exclamó algo decepcionado por no haberla matado en ese mismo instante donde la ira lo volvió invencible.

El bárbaro le explicó con lujo de detalles lo que sucedió luego de que ella había quedado inconsciente. – ¡¿Hiciste todo eso por mi?! – Él la miró desilusionado – Pero no pude vengarte. – Le dijo. Ella lo miró fijamente y acarició suavemente su mentón.

En el momento que Tryndamere me miró entristecido y frustrado, pude darme cuenta que le importaba, que a pesar de haberlo "abandonado" sentía algo intenso por mí. Así es como entre nosotros dos se enciende una llama intensa que marca el inicio de nuestro amor. – Pensó Ashe en ese instante.

—Nuestros ojos se sumergieron en un mar de sentimientos que nos unieron por unos precisos y pocos segundos. Su mirada triste se convirtió en ternura y lentamente nuestros mentones se cohesionaron, nuestros labios se fundieron el uno con el otro mientras su mano rozaba mi mejilla y sostenía mi cuello. Fue un momento tan mágico que podía observar como los destellos de los cristales de la habitación se fusionaban indicando el atardecer. — (narra Ashe)

Al soltar sus labios, los pómulos de Ashe eran color rojo carmesí. – ¿Te he incomodado? – preguntó él. – No... Es sólo que...– Hizo una breve pausa. –Nunca he sido tan feliz en mi vida. – respondió ella entre palabras entrecortadas. Él le sonrió con delicadeza, su mirada era un tanto sensible, suavemente acariciaba su blanca cabellera. – Princesa, deberías descansar. Les diré a los cocineros que preparen tu cena para que luego puedas dormir tranquila. – En ese momento se levantó para salir de la habitación. – Siempre me pareciste una mujer muy hermosa. – Y diciendo esto, se retiró del lugar.

Finalmente, ella se sentía verdaderamente una princesa. Antes se hallaba encerrada en un mundo de obligaciones, privada de su libertad. Ahora ella podía respirar aire puro, junto con aquél hombre que siempre buscó y esperó durante 10 largos años.

Se recostó en la cama celeste, mientras observaba a través del cristal las estrellas que comenzaban a asomarse y, junto con esas bellas constelaciones, se fundía una bella aurora boreal. Un paisaje claramente hermoso que sólo podía presenciarse en el reino de Freljord. En el momento que la princesa, con sus ojos azules como el mar, contemplaba la belleza plena de su hogar, regresa el robusto bárbaro con una bandeja repleta de comida a base de hierbas medicinales.

–Toda princesa debe comer sano. – Dijo él entre risas. Ashe frunció un poco en seño, pero si quería recobrar sus fuerzas debía comer apropiadamente. Asintió con la cabeza y con suma elegancia comienza a degustar los alimentos. –Están deliciosos, felicita al cocinero de mi parte. – le dijo. Él se sienta al lado de ella mientras comía, examinando cada facción de su rostro. – ¿Qué pasa, Trynda? – Le preguntó ella algo preocupada y curiosa. – Nada, es sólo que... Eres tan fina y elegante... – Resopló. – ¿Quieres comer un poco? – dijo Ashe. – Mejor come tú, lo sano no es lo mío. Ella soltó una pequeña pero traviesa sonrisa. – ¿Acaso los hombres fuertes y robustos sólo comen carne? – expresó ella bromeando. Ambos se rieron y parlotearon un largo rato hasta que la sirvienta interrumpe para llevar los platos a su respectivo sitio.

Luego de que se llevaran todo, Tryndamere se levanta. – Bueno princesa, la dejo descansar tranquila, que tenga buenas noches. – Hace una pequeña reverencia. – ¡Espera! – lo detuvo. – Esto... Si quieres... Puedes quedarte aquí a dormir... – Dijo cortante. Estaba muy sonrojada, pero definitivamente sabía lo que quería.

El bárbaro sonrió divertido pero educado. – ¿Estás segura? ¿No te molestará si ronco? – dijo entre risas bruscas. Ella sonrió y le dijo: – Mientras estés aquí, no me importa. –

El bárbaro se quitó la armadura, dejando ver su cuerpo musculoso repleto de cicatrices que obtuvo en batallas mortales. Lo único que dejó puesto fue un pantalón con varias capas de algodón que lo protegían de las heladas del lugar. Ashe contemplaba cada facción de su cuerpo, los detalles de sus músculos y las cicatrices que lo volvía un héroe de batalla.

Se sentó al lado de ella y se miraron por unos minutos, cara a cara, enfrentados. Poco a poco, el rostro de Tryndamere se acerca lentamente a la princesa y comienza a besarla nuevamente. Ambos comienzan a experimentar el verdadero amor, algo que ellos habían deseado durante tanto tiempo y que finalmente podían sentirlo.

Continuará...



Almas congeladas (Ashe x Tryndamere)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora