Cuando las manecillas marcaron las once y media de la noche, Dean cruzó la puerta principal de su casa. No hubo la necesidad de salir a hurtadillas. Él seguía pensando en Laila, y en que la perdería si la dejaba en visto. Tenía que recuperar la señal de internet a como diera lugar, era de vida o muerte la situación, bueno, según su parecer.
El cielo estaba despejado cuando caminó a la residencia de los Carter, el sitio lucía en completo silencio por lo que no sería buena idea tocar el timbre, despertaría a la familia y lo único que quería era hablar con ella, no con sus padres.
Alzó la vista y vio el balcón de Nicole, pensó en seguida en lanzarle piedras a su ventana, lo intentó, pero no funcionó, la chica también dormía como tronco.
Decidió subir a su alcoba, trepó por la enredadera de la casa y se desplazó por el descanso del tejado, llegó finalmente a la ventana de Nicole la cual tocó tenuemente, ella no contestó.
Al poco tiempo se desesperó y tocó estrepitosamente el vidrio, continuó sin recibir respuesta.
— ¡Nicole, con un demonio abre la ventana! —gritó y sintió un frío pasar por su espalda ¿Había llamado a un ser oscuro? Se encendió rápidamente la luz de la habitación y olvidó esos pensamientos de terror.
La chica adormilada se dirigió al cristal y alzó la cortina. Él hizo un ademán para que abriera la ventana y ella accedió por el simple hecho de ser sonámbula.
— ¿Quién eres y qué quieres? —pronunció de manera extraña Nicole, pues traía un aparato de dientes para dormir, también tenía su corto cabello alborotado y ojeras a más no poder.
— ¿Desde cuándo usas aparatos? —susurró Dean, se desvió del tema—. Tus dientes están perfectos, tienes sonrisa Colgate.
La chica cerró la ventana, había apagado el televisor desde hace una hora debido a que no quería continuar escuchando comerciales baratos.
— ¡Qué maleducada! —gritó Dean y su vecina le volvió a abrir —. Te estoy haciendo un cumplido que no planeaba hacerlo, y reaccionas de esa manera, me caes mal, lo tienes todo y ni siquiera te has puesto a pensar en ello, no sabes cómo son las vidas de los demás, te tomas el lujo de hacer lo que quieras cuando quieras, deja de ser tan egoísta...
—Hey, basta —reclamó Nicole mas confundida que dormida — ¿Qué me estás diciendo?
—Que yo creía en ti, todos siempre dicen que eres seca, fría y lo que se le parezca, pero te conozco desde jardín de niños, y eras tierna, bondadosa y amable, seguía pensando lo mismo, hasta este momento. Y yo que venía a pedirte algo...
— ¿Algo importante casi a las doce de la noche? —interrumpió.
—Obviamente—contestó orgulloso y de nuevo cerraron la ventana en sus narices.
Resopló y volvió a tocar cruzando los dedos para ganar suerte.
—Déjame en paz—exclamó Nicole sin abrir.
—No, no me iré hasta hablar contigo.
—Bien, ponte cómodo y espera tu turno, quizá sea en un millón de años.
—Oye, realmente es urgente, he intentado luchar contra esto, pero ya no puedo más. ¿Puedes salir, por favor?
—Bien—ella abrió la ventana por última vez con la esperanza de que la besarían e iniciarían una historia de amor como en los libros.
—¡No desconectes el internet! —gritó Dean—. El Wi-Fi es vida, no lo dejes morir.
Nicole movió su cabeza en forma de confusión, se decepcionó del primer chico que visitaba su balcón. Al principio por su comportamiento había creído que gustaba de ella, sin embargo, sólo jugó con sus sentimientos y todas esas señales de seguir insistiendo por una ventana eran falsas.
No es un cuento de hadas.
Frotó sus ojos, y se dio cuenta que era su extraño vecino, se sacudió por haber pensado en esas cursilerías, ahora sabía quién era y recordó que jamás saldría con él, eso la hizo despertar por completo.
También cayó en cuenta que era peligroso abrirles la ventana a extraños, más si era de noche. ¡Dónde quedaron los valores que su madre le había enseñado de pequeña!
Fracasó como hija, ¿Qué tal si se trataba de un ladrón? ¿Ella hubiera contribuido en el delito?
Aguarden, Nicole reflexionó las palabras de Dean e hizo un mapa mental: Vecino, flecha, altas horas de la noche, flecha, reclamos sobre la señal de internet, flecha, delincuencia... Sólo podía significar una cosa: ¡Ladrón de Wi-FI detectado!
— ¿Me robas el internet? — enarcó una ceja.
—¿Quieres una verdad o una mentira? —respondió Dean con nerviosismo.
Zachary tenía razón. ¿Qué pensaba? ¿Qué conectaría el internet sólo por qué él se lo pidió? ¿Qué no se daría cuenta que él era un ladrón de Wi-Fi?
Al fin comprendió que había hecho una estupidez, nunca debió haber subido ahí.
—Con razón la señal a veces se torna lenta—dijo Nicole enfurecida. Si ya le caía mal el chico lo terminó por detestar, primero por saber que era su vecino, después por haberle coqueteado, y, por último, por ser un idiota que dice algo y luego lo evade.
—Lo sé, y como buen vecino que soy vine a decirte eso...—trató de buscar una justificación—. Porque ¿Sabías que cada vez que desconectas el internet un perrito muere?
Ella cruzó los brazos. — ¡Deja de robarme el internet, delincuente!
No le dio tiempo de pensar a Dean, se sobresaltó por la fuerza en que su vecina empujó la cerradura, retrocedió unos pasos haciéndolo tambalear por llegar al borde del tejado.
Cayó al césped, provocando un fuerte dolor de cuerpo, con punzadas en la espalda y la cabeza.
Tirado miró el cielo nocturno y notó que había estrellas, quizás eran reales, o quizás eran alucinaciones por su caída.
La chica ni siquiera se tomó el tiempo para verificar si se encontraba bien el ladrón de Wi-Fi, apagó su luz e intentó conciliar su sueño. Mañana le avisaría a su madre.
Dean permaneció acostado en el césped un rato más, pensando en que se había equivocado en todo con ella.
Luego recordó que, si no conseguía Internet, tampoco volvería a hablar con Laila Miller.
Marcador de puntos: Nicole [1] Dean [0]
......
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¡No desconectes el Internet! | EN LIBRERÍAS ✔
Teen FictionDean le roba la señal de Internet a su vecina, y ella ni siquiera lo sospecha. El Wi-Fi está encendido todos los días, a toda hora. Para él eso está bastante bien. Pero con el tiempo, Nicole decide que por las noches desconectará el Internet. El mun...