Los días pasaban, algunos eran interesantes y otros repletos de tristezas; Seguían los rumores de canal NDEI, también continuaban los señores Blackelee detenidos debido su comportamiento, los especialista se dedicaron a estudiarlos. Dean iba a terapia. Zachary todavía se resistía, no se presentaba a las citas, probablemente permanecía en etapa de la negación.
Por las tardes Dean pasaba a la plaza de su ciudad, buscaba la área de comida y se sentaba a robar Wi-Fi de los restaurantes.
Aunque parecería que su adicción avanza en realidad no lo hacía, pues era el único tiempo en que ocupaba su celular, su vecina lo había dejado a la deriva, bueno no ella, sus padres que le prohibieron seguir compartiendo el internet después de enterarse del show por televisión.
Últimamente él recibía regalos anónimos, suponiendo que provenían de la prensa; le donaron una pantalla de treinta pulgadas y un ordenar de escritorio. Sin embargo no contaba con el contrato de internet, y aunque eran entretenidos los juegos como buscaminas o ajedrez virtual, no le satisfacía, quería navegar por la web, ver youtubers, películas, imágenes, o simplemente estar en las redes sociales. Pues, una computadora sin internet era como una piscina sin agua, únicamente servían de adorno.
—¿Ya le tomaron su orden?—preguntó el mesero por segunda vez al chico que sólo miraba su móvil.
—Oh no, no ordenaré nada, gracias—deslizó sus dedos en la pantalla.
—Si no pedirá nada, hágame el favor de desalojar el lugar—espetó el empleado.
—Bien, entonces tráigame un café.
—No—se rehusó a anotar la orden—. Ya sabemos ese truco, tardará horas en tomar un sorbo de su bebida para así ganar tiempo, usted viene aquí por la señal de internet.
Dean rodó los ojos.
—Negociemos, un café y donas ¿Está mejor?—No.
—Un café, donas y...—abrió los ojos como dos platos cuando observó el menú que contenía únicamente precios elevados— ¿Una porción extra de cubos de azúcar?
—No.
— ¿Pedir más servilletas cuenta para quedarme?
—No, ya retírese, por favor—señaló con el bolígrafo la salida.
—No, ya retírese, por favor—arremedó Dean en tono agudo.
Molesto caminó por los locales de comida, buscando de dónde provenía la señal, parecía un niño queriendo hallar un tesoro perdido con un detector de metales.
Sin despegar la mirada de su smartphone provocó chocar de espaldas con una chica que también buscaba lo mismo que él.
—Lo siento, yo...—intentó disculparse.
—No te preocupes—interrumpió llevando su cabello pelirrojo por el cuello— ¡Hey, pero si tú eres el ladrón del Wi-Fi! ¿Dean, cierto?
—¿Cómo lo sabes?—sonrió divertido.
—NDEI—rió con simpatía—. La verdad es que yo también robo internet, bueno en realidad soy hacker, cualquier clave o código que necesites puedes pedírmelo, nunca se sabe cuando necesitarás esa información, incluso te puedo pasar el celular del hijo del presidente, el de Taylor Swift, el de un amigo de Chicago para falsificar identidades, el un programador ruso, el de mi gato, o el mío claramente.
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¡No desconectes el Internet! | EN LIBRERÍAS ✔
Teen FictionDean le roba la señal de Internet a su vecina, y ella ni siquiera lo sospecha. El Wi-Fi está encendido todos los días, a toda hora. Para él eso está bastante bien. Pero con el tiempo, Nicole decide que por las noches desconectará el Internet. El mun...