¡No desconectes el Internet! | EN LIBRERÍAS ✔

3.- Palomitas y contraseñas

Nicole se encontraba en la cafetería de su escuela, pidió una hamburguesa y papas fritas, estaba esperando su comida cuando apreció su ladrón de Wi-Fi.

—¡Nick, Nick, Nickelodeon!

Ella no respondió, se quedó absorta de ver al chico con muletas y collarín, sintió un remordimiento por no haberlo ayudado anoche.

—No, esto no es culpa tuya—aclaró Dean antes de que ella preguntara.

Pues después de mirar el cielo por casi una hora aquella noche, Zachary salió a buscarlo, al verlo a Dean le pareció divertido cerrar los ojos y hacerse el muerto. Se llevó un gran susto Zac y se alteró de preocupación. El hermano pequeño se mantuvo como buen actor, resistiendo la risa.

Enseguida Zachary amenazó con llamar a sus padres y el juego terminó. Como siempre, a Dean nunca le salían bien las cosas. El mayor de los Blackelee no era tonto, sabía que todo era plan con manía.

Ahora bien, supuestamente el moribundo «Dean» dijo como última petición que le diera internet gratis. En ese momento Zac supo que era un truco más, pero le siguió la corriente, Dean se dio cuenta que él ya sabía la verdad y le rogó que no les comentara a sus padres.

«—Ha sido todo un milagro, me acabo de recuperar—dijo Dean, levantándose del césped—. No hay necesidad de mortificar a mis padres con lo que me pasó.

—¿Entonces prefieres que llamé a una ambulancia?—cruzó los brazos su hermano.

—No, sólo me duele un poco la cabeza—contestó el menor—. Pero tú estás estudiando para médico, podrías ayudarme y asunto resuelto.

Zac reflexionó la respuesta y sonrío, era el momento para vengarse.
—Por supuesto, yo me hago cargo—entraron a su residencia en dirección al garaje, vio las viejas muletas del abuelo y el collarín que había usado la tía Roxana cuando tuvo un accidente automovilístico. Eso era precisamente lo que necesitaba para regresarle la broma.

Después de unas horas, Dean quedó bajo las órdenes de su hermano, fue obligado a usar los aparatos por toda una semana y fingir que Zac lo había salvado.

—Pero esto es injusto, ni siquiera me duele el cuello ni los pies...

—Lo sé ¿Pero acaso quieres que se enteren mis padres qué tienes celular? ¿Qué fuiste a reclamarle a una chica por internet? Puedo decirles todo lo que me plazca, ellos siempre me creerán a mí.

—¿Y qué ganas con todo esto?

—Verte sufrir, y quedar como un héroe.

—Te detesto—dijo Dean y accedió—. ¿Entonces no hablamos de lo que en verdad si me duele? Porque no soporto mi cabeza.

—No, no es nada grave.

—¿Y si se me muero?

—No Dean, no morirás por migraña.

—¿Seguro? Soy muy joven y aún no he dejado testamento.

—Ya cállate o yo mismo termino con tu vida en este instante.

Hablaron con sus padres y contaron la historia tal como Zac lo quiso, ellos creyeron la versión del castaño y no se preocuparon, sólo castigaron a Dean por un mes y felicitaron a Zachary por ser un buen hermano...»

Dean regresó a la realidad, donde estaba de pie frente a Nicole. Ella seguía sin decir una palabra, mirándolo de arriba hacia abajo.

Él se recargó en sus muletas y notó que se veía más bonita, pues tenía su cabello planchado y estaba maquillada. Ya no era la chica zombie de la noche.