Era un día martes, hoy Bae tenía una cita de control médico, él y yo nos encontrábamos en casa esperando a mi madre quien nos acompañaría al hospital. Mi teléfono sonó, al parecer era un mensaje de mi madre.
Mamá: Gi, no puedo llegar a casa, ve con Bae al hospital y los veré allí, los amo.
Le expliqué a Bae lo sucedido y comprendió, normalmente era un niño obediente —Vamos Gi, ya estoy listo— me dijo tomándome de la mano. Salimos de casa y tomamos un taxi que nos dirigiría al hospital. Al estar en el hospital, tomamos el ascensor que nos llevó al quinto piso.
********
Bae y yo nos encontrábamos sentados en la sala de estar, mi madre aún no llegaba, lo cual me inquietaba un poco. Me dediqué a observar la hora en mi teléfono y a ver hacia el ascensor. Cada vez que el ascensor se abría, tenía la esperanza de que mi madre estuviese ahí.
Yo seguía observando el ascensor mientras Bae jugaba con algunos juguetes que solía traer al hospital, la puerta del ascensor se abrió, de éste salió un doctor, tras él caminaron algunos estudiantes de medicina, supongo. El último chico que salió del ascensor tenía ojos oscuros, cabello castaño, no era el más alto del grupo pero ciertamente era más alto que yo. Intenté fijar mi mirada en otro lugar, pero no lo logré, no podía dejar de ver a aquel chico. Al parecer aquel chico sintió que alguien lo observaba, ahora poniendo su vista sobre mí. Inmediatamente desvié mi mirada, aquel chico sonrió un poco.
Su sonrisa es lo mejor de todo.