Mi amiga dijo que la mejor manera de curar un corazón roto era ir a beber hasta embriagarse, perder el conocimiento, despertarse con resaca y tal vez con algún chico lindo a mi lado. Acepté salir con ella sólo si cumplíamos la primera parte de su extraña idea; si no quise perder la virginidad con alguien a quien amaba, no lo haría con un completo extraño.
Recordar aquello hizo que me pusiera un tanto taciturna. Los demás siempre me decían cosas como: "Deja de pensar en él", "consíguete a alguien más", "sólo olvídalo", pero ellos no sabían por todo lo que pasamos ni todo lo que me hizo sentir a pesar de que sólo fuimos amigos. Realmente no había nadie que comprendiera mi dolor, pues la mayoría de mis amigos aún no atravesaban un corazón roto o una desilusión amorosa.
A pesar de mi estado de ánimo, me esforcé en lucir bonita para nuestra noche de chicas, en la que prometimos que no habría testosterona cerca de nosotras a menos que fuese desprendida de algún gay, lo que me sirvió para animarme un poco. Esa noche no quería saber nada sobre chicos idiotas y sus confusos sentimientos.
Las cinco chicas que nos aventuramos a pasar una grata noche éramos solteras. Ninguna de mis acompañantes había tenido novio, así que no comprendían por qué en determinados momentos mi ánimo decaía o se me llenaban los ojos de lágrimas, pero lo que sí sabían era cómo animarme: chismear acerca de otras chicas que nos desagradaran o hablar sobre lo increíble que nos la pasaríamos en las cercanas vacaciones de verano. La misión de ellas consistía en no permitirme pensar en el chico que me rompió el corazón... Un poco difícil.
El lugar elegido para tener nuestra magnífica noche, fue un bar en el centro de la ciudad llamado Arume, el cual era conocido por sus deliciosas alitas y bebidas preparadas. El establecimiento no era el más elegante de la ciudad, pero la decoración ambientada en los años setentas y la música a un volumen apropiado para charlar, eran los que le daban al lugar el estilo que a muchos adolescentes nos atraía.
Era viernes por la noche, el bar estaba casi lleno y el ambiente era de ensueño: Una banda de rock clásico estaba sobre la pasarela a un costado del lugar tocando canciones de Pink floyd. Los adolescentes charlaban en cada mesa; los meseros deambulaban con charolas repletas de bebidas y botellas de alcohol; luces amarillentas pendían del techo, dándole al lugar un aire antiguo.
Todo parecía ser un sueño, hasta que una imagen me devolvió de golpe a la realidad. En una de las esquinas del bar estaba él con su grupo de amigos y su exnovia. Sentí un martillazo al centro de mis costillas, inclusive retrocedí dos pasos por mera inercia. Las chicas me observaron confundidas, y siguieron la dirección de mi mirada hasta toparse sobre el único chico en la faz de la tierra que realmente podía arruinar la noche.
—Oh ese cabrón hijo de... ¡Vayámonos de aquí! —Hizo ademán de salir.
—No. —Detuve a mi amiga sujetándola del antebrazo—. No permitiré que nos arruine la noche.
Mis acompañantes me observaron, dubitativas ante mi petición, pero no les di oportunidad de hacerme cambiar de opinión, pues enganché mis brazos a los de dos de ellas y las guíe a una mesa al otro extremo de donde él se encontraba, así que tuvieron que resignarse a hacer lo que les pedí.
Ya en la mesa, ordenamos una ronda de bebidas preparadas, las cuales bebimos de un sólo trago, según, para entrar en ambiente y que mi mente se despejara del chico que me observaba desde el otro lado del bar.
—Te está mirando —dijo una de mis acompañantes.
Por decisión propia, opté por sentarme a modo en que fuese imposible que nos observáramos fijamente. Mi espalda era lo único que el podía mirar, pero por la sonrisa satisfactoria de mis amigas, deduje que su cara debía de ser el vivo ejemplo de sorpresa. Conociéndolo, seguramente creía que estaría en casa llorando por su amor, pero la realidad era que estaba ahí, en el mismo lugar que él, conteniendo las lágrimas por saber que me rechazó por estar de nuevo con ella.
ESTÁS LEYENDO
Para el chico que nunca me amó
Cerita PendekAna Salazar. Romántica empedernida. Fiel creyente del amor. Aspirante a ser la protagonista de una historia de ensueño. A sus dieciséis años está convencida de que el amor es el sentimiento más puro y hermoso que cualquiera podría experimentar, pue...