Capítulo 3

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CAPÍTULO 3, CASA GERMANA.

*Narra Lukas*

Después de que la amable sirvienta me presentara mi habitación, me metí dentro para descansar. Sin embargo, la paz duró poco. Escuché unos golpes inseguros desde el otro lado de la puerta, aunque decidí ignorarlos, no pude ignorar el crujido de ésta al abrirse, y me giré para ver a Mathias allí, asomado.

''Lukas, ¿podemos hablar?''

''No. No voy a escuchar tus estupideces.''

''No son estupideces, sabes que tengo razón respecto a lo que ha hecho Elizabeta.''

''Lo único que sé es que no la tienes. Deberías de hacerme caso, Mathias.'' Le miré a los ojos, enfrentándolo. '' ¿Por qué siempre tienes que ser tan... así? ¿No puedes pensar con la cabeza por una vez en tu vida? Date cuenta, hacer un pacto con los asiáticos y los soviéticos es arriesgarnos.''

''¿Arriesgarnos a qué? No te entiendo, Lukas.''

''Yo tampoco te entiendo, Mathias. No puedo entender cómo puedes ser imprudente. ¡Date cuenta de lo que está pasando! ¡Abre los ojos de una vez, deja de ser tan infantil! ¡Estamos en medio de una guerra!''

En sus ojos ví cómo le habían dolido mis palabras.

''Lukas...'' Una lágrima salió de sus ojos.

''Lukas nada, vete.''

''No. No sin antes hacer esto.''

Mathias se acercó a mi apresuradamente, me cogió la cabeza con sus manos y me besó apasionadamente. No pude contenerme, y le seguí el beso, intentando transmitirle todo el amor que había sentido por él durante tantos años atrás, y que seguía sintiendo. Al parecer, él estaba haciendo lo mismo. Pasó su brazo por mi espalda, dejándolo a la altura de mi omóplato. Sentí sus dedos deslizarse un poco, por mi cinturón, y luego su brazo se alejó, para meterse en su bolsillo. Nos separamos, y antes de salir de la habitación me sonrió cálida pero extrañamente.

Al cabo de un rato, la sirvienta me llamó a cenar. Bajé con ella hasta el comedor, donde todos esperaban. Me senté al lado de Berwald y de Emil, y comencé a comer. Todos hablaban entre ellos, menos yo. Mi mirada recorría la mesa de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, y así. Contemplando a cada uno. Quería conocerlos a todos. Quería saber todo sobre ellos. La curiosidad de saber qué harían en momentos de guerra, de presión y en momentos decisivos, me mataba. Cómo responderían a todo. La cena acabó rápido, y nos trasladamos todos a la pequeña sala donde antes habíamos hablado sobre el pacto. Roderich se fue a la cama nada más cenar, acompañado de Vash. Mathias también se había ido, y Tino y Berwald también. Folker y Romulus se habían quedado en el comedor a charlar tomando café, y Romano se había ido con Antonio a la biblioteca. En total, sólo estábamos Emil, Lilly, Ludwig, Feliciano y Romeo. Y yo. Romeo y Lilly parecían llevarse muy bien, y si no supiera que se habían conocido ese mismo día podría deducir que eran algo más que amigos. De Feliciano y Ludwig se podría decir lo mismo, habían conectado muy bien. Emil estaba dibujando algo, y yo sólo los observaba a todos. Emil se levantó, y después de decir buenas noches se fue a la cama. Poco a poco los demás también hicieron lo mismo, hasta que sólo nos quedamos Lilly y yo. Lilly se acercó a la chimenea, y miró fijamente al fuego. Yo observaba cada movimiento que hacía, por muy minúsculo que fuera. Me quedé sorprendido al ver que cogía una llama de fuego en la mano sin quemarse, y sin hacer que ésta se apagase. Se dio la vuelta, y me miró directamente a los ojos.

''Señor Bondevik... Sé que usted es mago, y... Como podrá ver, yo también...'' Habló con la mirada perdida en mis ojos, como si estuviera pensando en cualquier otra cosa mientras hablaba. ''Yo... Soy la única de mi familia que puedo hacer esto. '' Alzó su mano, con la llama aun flotando en ella. ''Por favor, se lo suplico, ayúdeme a saber el por qué .''

Me quedé más impresionado aún por lo que me pidió.

''Hace tiempo hablé con un mago del Reino soviético, con el más sabio de todo el reino, para ser exactos. Pero ni él pudo encontrar una solución lógica. Dijo que igual era la elegida de alguna profecía, pero no pudo decirme cual. Señor, se lo ruego, si usted es mago, ayúdeme. ''

Asentí con la cabeza.

''Te ayudaré. Pero llámame Lukas.'' Me sorprendió la respuesta que le di la joven muchacha, pero no me arrepiento. '' ¿Alguien más de tu familia lo sabe?''

''Sólo mi padre lo sabía, pero está muerto. '' Bajó la cabeza. ''Mi tío también lo sabe. ''

''De acuerdo. Hablaré con él por la mañana. Si hace falta, me quedaré el tiempo que sea suficiente para ayudarla, señorita Vogel. ''

''Llámeme Lilly, por favor, Y se lo agradezco muchísimo. ''

Lilly dejó la llama otra vez en el fuego, y con una reverencia se despidió. Yo, decidí que era tarde ya, así que también me fui a mi cuarto.

Al día siguiente, al despertar, bajé a desayunar. Sin embargo, en vez de encontrarme con la calma de una mañana de martes, me encontré con Romulus hecho una furia, al igual que Folker y Romano, a Feliciano llorando en el hombro de Ludwig y a Romeo también llorando, en el hombro de Lilly.

Mathias, Tino, Berwald y Emil tenían cara preocupada, y Roderich y Vash no estaban.

'' ¿Qué... Qué ha pasado? '' Pregunté, extrañado y con un poco de temor.

''Esos... Malditos bastardos de mierda... han... destruido nuestro reino... '' Dijo Romano lleno de odio.

'' ¡¿Cómo?!'' Dije, asombrado.

¿Destruir... El Reino Romano? ¡Eso era imposible! Nadie lo había conseguido nunca.

''Todo culpa de... Alfred Jones...'' Dijo Feliciano en sollozos, más calmado.

''Ehm...'' No sabía qué decir. Pues claro que la culpa la tenía ese idiota de Alfred Jones. ''Si queréis, vuestros habitantes pueden quedarse en nuestro reino hasta que esté reconstruido. ''

''Gracias, pero Folker ya nos ha hecho esa oferta. '' Me respondió Romulus. ''Aunque, si necesitamos ayuda no dudaremos en llamarles. ''

''Eso espero. '' Dije, intentando poner una sonrisa amable. No solía sonreír, y se me hacía raro.

''Sin duda, se han pasado. ¿Cuánto más vamos a esperar para poder derrotarles?'' Dijo Romano.

''Hasta que Elizabeta vuelva, y podamos hacer un pacto con los asiáticos y los soviéticos. '' Dijo Vash, desde la puerta. Me giré para poder ver a Roderich y a él apoyados en el marco de ésta.

''Esperemos que todo esté saliendo bien. '' Dijo Antonio.


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