Ya habían pasado unas semanas desde que el peluche había desaparecido. Kentin, había ido a buscarlo por el instituto mientras el humo seguía ocupando el recinto. Tuvieron que sacarlo entre varias personas, ya que era peligroso inhalar tanto humo. Yo fui una de las que lo intenté sacar, pero debido a mi debilidad, en aquellos momentos solo serví para estorbar.
Ande por aquél pasillo, un poco menos triste que las semanas anteriores. Tenía algo que proponer a cierta persona, a la cual le encantan las galletas de chocolate... Sí, era Ken. Lo había buscado por el gimnasio, por las aulas A y B, por los jardines... Solo me quedaba el laboratorio.
Subí por las escaleras y me dirigí hacia el laboratorio, donde vi por fin a Kentin. Sonreí y me acerqué a la puerta del aula. Él, estaba buscando algo. ¿El peluche quizá? Desde el "accidente" no paré de verle buscarlo.
- Hola Ken. ¿Noticias de mi peluche? - Dije sonriente. Él dio un bote. Lo había asustado.
- H-hola Lynn. ¡Caray! ¿No podrías ser un poco más ruidosa?
- ¿Por que? ¿He asustado al soldado? - Dije riendo.
- ¡C-claro que no! Y no, no hay nuevas noticias de tu peluche. Lo he buscado por todas partes. Y literalmente, he levantado piedras para buscarlo. - Dijo él, colocando su mano derecha sobre su frente.
- Bueno, de eso venía a hablar contigo Ken. Quería agradecerte lo que has hecho por mi.
- No tienes por que. Lo hago porque eres... - Kentin se detuvo justo cuando iba a comenzar la frase. Alzó la mirada y me miró con esos imponentes ojos verdes. - Importante para mi.
- B-Bueno, pues... Ya se que no es mucho pero para agradecerte lo que has hecho por mi... Me gustaría invitarte a comer, a un café, al cine... Donde tu quieras.- Le propuse nerviosa y mirando hacía abajo. Kentin me miró un poco nervioso y se rascó la cabeza, dudoso.
- ¿Sería una... Cita? - Preguntó él, aclarándose la garganta.
- B-Bueno... Si... Si tu quieres que lo sea, pues sí. Es una cita. - Dije yo temerosa.
Kentin abrió mucho los ojos y se sonrojó. Yo también estaba bastante ruborizada, la verdad... Era la primera vez que le proponía algo así a un chico. ¡Era normal estar nerviosa!
- ¿Mañana a las seis y media en el parque? - Preguntó él, sonriente.
- ¡Sí, claro! - Contesté todo lo alegre que podía estar. Fue entonces, cuando me miré el reloj y me asusté al verlo. - Acabo de acordarme que tenía que ayudar a Rosalya con un vestido, o no se que historias... Tengo que irme, Ken. ¡Nos vemos! - Dije girando-me, dispuesta a irme.
- Espera... - Me ordenó él. - Te acompaño.
Miré a Kentin, al principio dudosa y luego le sonreí. Comenzamos a caminar hacía el aula A, dónde Rosa me esperaba y de pronto sentí su mano estrechando la mía. Miré a Ken, el cual se limitaba a mirar hacía delante, ruborizado. No se giró hasta al cabo de unos segundos, los cuales me regaló una de sus mejores sonrisas.
Ese es uno de los mejores momentos que he tenido nunca con Ken; el momento de nuestro comienzo como algo más que simples amigos.