- ¡Estás preciosa Lynn! - Gritó mi tía.
- Sí, la verdad es que la trenza te queda genial! - Gritó mi madre.
- ¿Y por que se tiene que arreglar tanto para un chico? - Preguntó mi padre, de mal humor. Con el tema de los chicos es... Digamos que no le gusta demasiado que salga con chicos.
- Harold, deja a Lynn tranquila. Es normal que a su edad le gusten los chicos.
- Bueno... Pero no me gusta demasiado esa idea.
La tía y mamá se rieron un poco, al igual que yo. Aun que Kentin fuera casi como de la familia, a papá no le gustaba la idea de que me hiciera mayor. Solté una pequeña risita y me despedí de mis padres y mi tía. Si no salía en ese momento, llegaría tarde...
( T //////////////////////////// u //////////////////////////////// T ) Transición
Llegué al parque un poco más tarde de lo acordado y todo gracias a mi padre, con sus comentarios de "Llevas mucho escote" o "Enseñas mucho las piernas". Solo llevaba un humilde vestido de color verde azulado, junto con un pequeño bolso de cuero, con un dibujo de un perro en este y unas bailarinas de color azul. No iba tan mal.
Al entrar en el parque, vi a Kentin, sentado en un banco, mirando su teléfono móvil. ¿Estaría enfadado porque he llegado tarde? << Espero que no sea así>> pensé. Caminé hacía él y le sonreí mientras me paraba en frente suyo. No pareció que él se diera cuenta de mi presencia.
- Hola Ken. - Dije sonriente. Kentin dio un bote y se me quedó mirando fijamente, sin decir nada, con el ceño fruncido. No pude evitar dejar de sonreír al instante.
- ¿No puedes ser menos sigilosa? - Me riñó. - Agh... Estaba preocupado por ti. Como tardabas tanto... - Dijo poniéndose en pié, obligándome a retroceder un poco. Kentin era mucho más alto que yo. ¿Cuanto mediría?
- Lo siento Ken. - Dije, ahora con una sonrisa. - ¡Pero para compensarte, te he traído una sorpresa! - Dije sonriendo.
- ¿El que? - De mi bolso, saqué un cuchillo de plástico, unas galletas sin gluten y un bote sin empezar de nutella. - ¿Todo eso te cabe en ese pequeño bolso? - Me preguntó sonriendo.
- Sí. Siento que no hayan sido galletas de chocolate, pero es que no habían en mi casa y no tenía dinero para comprar más...
- No importa. ¡Muchas gracias Lynn! - Me dijo, colocando mi mano en mi cabeza y acariciándome. Yo me sonrojé y miré hacia el suelo, como pude.
- B-Bueno... ¡Come que se te enfría! - Aparté su mano de mi cabeza, nerviosamente.
- ¿Las galletas? - Se burló Ken sonriente. - ¿Estás bien Lynn?
- S-Sí, pero come... - Ordené, mientras me sentaba en el banco.
Entonces, me puse a untar galletitas y a juntar estas, simulando que eran galletas de chocolate industriales, ósea, compradas. Ken, iba comiendo, mientras yo iba untando y de vez en cuando me ofrecía alguna. Yo las rechazaba diciendo cosas del estilo de " No tengo hambre" o " Ya he comido algunas en casa". Y era cierto. Me había pegado un atracón a galletitas y no me entraba ni una más.
- Lynn, creo que ya has hecho suficientes... - Dijo con las dos manos llenas de galletitas. Entonces me dí cuenta de que había hecho muchísimas... - Parece que quieras cebarme para luego comerme.
Me sonrojé cuando dijo la palabra "comerme". Dejé el cuchillo de plástico en el banco, junto con el bote de nutella y me toqué las mejillas, para notar lo calientes que estaban.