Mis ojos danzaron, moviéndose entre los chicos del aula con descaro. Ellos, miraban al señor Farres sin saber lo que estaba ocurriendo; lo que quizá tenía preparado para uno de ellos. Uno por el momento.
El único que no parecía inmerso en la clase, era Castiel que desde la última fila, componía el acompañamiento musical de una canción.
Él, elevó la mirada durante unos segundos y hizo que nuestros ojos se encontrasen. No aparté la mirada. No podía achantarme. Él, simplemente se limitó a sonreír.
Él. Él podía ser mi presa. Pero Castiel no era un hombre fácil. No. Debía dejar a Castiel para más adelante.
Entonces... Sentí como una mirada se posaba sobre mi. ¿Nathaniel?
Conmigo puedes desahogarte todo lo que quieras Lynn. Estoy aquí. ¿Sabes? Que sea el delegado no significa que no sea un compañero, o incluso un amigo. Cuenta conmigo para lo que necesites. ¿Está bien?
Recordé sus palabras, sintiendo como una sonrisa se dibujaba en mis labios. Espero que el rubio sea plato fácil de degustar.