Me desperté en el Lamborghini Huracán negro de Viktor. Estaba tumbada en la parte trasera, con su chaqueta puesta.
- ¿Que ha...? - Pregunté débilmente. - Oh...- Murmuré al tocarme el pelo, mal cortado. Ahora me llegaba por los hombros. En ese momento lo recordé todo y me volvieron las nauseas.
- Deberías tumbarte Lynn. Estás débil. - Me advirtió Viktor.
Me senté bien en el asiento trasero del coche y me puse el cinturón de seguridad, sin hacer mucho caso a Viktor, el cual hacía prácticamente dos años que no veía. Él era mi mejor amigo cuando eramos niños. Él es dos años mayor y al acabar el instituto se unió a los directivos de la empresa multimillonaria de su padre.
- ¿Que haces aquí? En la ciudad, me refiero. - Pregunté, aferrándome a su chaqueta, que olía a perfume masculino. - Creí que estabas muy ocupado con...
- Me he tomado unas vacaciones. - Dijo él, cortante.
- ¿Como me has encontrado? - Durante unos segundos hubo un gran silencio. Solo se escuchaba el sonido de los coches en la carretera. - ¿Conoces la ciudad?
- No. Simplemente... Lo intuí. - Contestó tajante.
- Agh... Viktor sé que...
- No sabes nada, Lynn. Nada. Nos tenías muy preocupados. ¿Sabes? Y esos... - Viktor contuvo el aliento y paró el coche, haciendo que los coches que tenía detrás dieran un frenazo.
- ¡Viktor! - Me quejé. Él se quitó el cinturón y se giró para mirarme.
- ¡Si no te llego a encontrar esos desgraciados podrían haberte violado! - Me gritó con el ceño fruncido. Sus ojos ámbar brillaban de furia. Mi labio inferior empezó a temblar y me reprimí para no volver a llorar. Viktor se dio cuenta y vi como su rostro se relajaba poco a poco. - Lo siento. - Se disculpó, mientras volvía a disponerse a conducir.
Se escuchaban los pitidos de los coches, de atrás y la razón era totalmente obvia... Yo también habría pitado si un coche se para en medio de la carretera.
Llegamos a mi calle al cabo de media hora. Viktor aparcó y salió del coche. Me aferré a su chaqueta, al sentir el frío que hacía en la calle. De pronto, mi puerta se abrió y mis ojos verdes se encontraron con los ojos ambar de Viktor. Su cara estaba muy seria. No se en que estaría pensando.
- Ven. - Me ordenó, extendiendo los brazos.
- ¿Dónde? - Pregunté incrédula.
- ¿Quieres ir a pié descalzo hasta tu apartamento? - Preguntó él, irónico.
Me desaté el cinturón y me ajusté bien su chaqueta. No sabía como iba a poder entrar en casa, así, solo tapada con una chaqueta. Bueno, al menos me cubría un poco. Me puse de rodillas en el asiento y acto seguido extendí los brazos y abracé a Viktor por el cuello. Él se estremeció un poco, pero no le hice mucho caso a eso.
- Lynn... Se trata de cogerte en brazos, no de abrazarte. - Me dijo, con voz animada.
- Ya...
Viktor me dejó en el asiento y me cogió en brazos, haciendo que inexplicablemente el pulso se me acelerara por completo. Viktor... Había pasado muchísimo tiempo desde que él y yo hablamos en persona, pero nada era distinto en él... Sus ojos de color ambar, su cabello negro azabache, su sonrisa o sus ideales. No. Nada había cambiado en ese chico y eso no se si me gustaba o me aterraba.
A los minutos, estábamos en el portal y Viktor, a petición mía, me bajó al suelo. Me aferré a su chaqueta y miré hacía el suelo, mientras subía las escaleras hacía mi piso. Este, tenía la puerta abierta, y mis amigos y familiares se encontraban en el pasillo de este. Y también Kentin.
Enseguida, agaché la mirada. Me sentía sucia. No podía mirarle a la cara. Se me hacía totalmente imposible. De pronto, sentí la voz rota de Rosalya, la cual gritó una serie de cosas antes de gritar a mis padres que trajeran ropa.
Mi padre me miró con la boca abierta y mi madre vino corriendo hacía mi y me abrazó. Yo solo estaba inmóvil, mirando hacía el suelo.
- ¡¿Dónde te habías metido?! ¡¿Que te ha pasado?! - Gritó desgarrada mi madre.
No respondí. Solo me aferré a la chaqueta de Viktor y lloré en silencio. Alcé un poco la mirada y observe a las personas de mi entorno. Rosalya, lloraba sin parar, junto a Alexy y Violeta. Lysandro, Nathaniel, Castiel y Armin, me miraban impactados y Kentin... Tenía la mirada posada en Viktor. Le temblaban los puños.
- ¿Sabes quién a sido? - Preguntó furioso Kentin a Viktor.
- No. - Dijo serio. - Estaba muy oscuro, no vi nada.
Miré con furia a Nathaniel y él me miró extrañado. Todos se voltearon hacía él.
- ¿Que ocurre? - Preguntó él con el ceño fruncido.
- A sido Ámber y sus secuaces. Oí su voz Nath. Estaba en el callejón. - Solté con asco.
- ¿Qué? No hablas en serio. - Dijo él, enfadado. - ¿Cómo a podido ser tan...? - Se reprimió y no dijo el insulto.
- Voy a matarla... - Añadió Kentin.
- ¿Te ayudo? - Preguntó Rosa.
- No, en serio... Me da igual que sea una chica, ella se las va a ver conmigo.
- Ni lo sueñes. - Bufó Nath. - Mi hermana puede ser muchas cosas, pero no le vas a tocar ni un pelo. ¿Me entiendes?
- Sí, y además... Por lo que tengo entendido la familia de Nathaniel es adinerada. Conseguirían un buen abogado y encima te la cargarías tu. - Añadió Lyss.
- De todas maneras... Os pagaré los mejores abogados del país, para que esa bruja no se vuelva a salir con la suya. Y también contrataré a los mejores detectives, para que abriguen todo sobre los agresores. - Soltó Viktor.
- Gracias Viktor. - Sonrió mi madre. - Eres muy amable. - Miré a Kentin con tristeza, el cual apartó a Viktor delicadamente de mi y se situó delante de mi madre y de mi.
- ¿M...Me permite, señora? - Preguntó a mi madre, la cual todavía me abrazaba.
- Sí, claro joven... - Dijo apartándose un poco de mi, y yendo con mi padre, para seguir llorando.
- K-Ken... - Él, se abalanzó sobre mí y me abrazó. Yo estaba totalmente inmóvil. No podía hacer nada más.
- Lynn... - Sollozó Alexy y corrió a unirse al abrazo. Después de él, también se unieron Rosa y tímidamente Violeta.
- ¡No nos vuelvas a dar un susto así nunca! - Lloró Rosa.
- Tr-Tranquilos...- Me rompí. Empecé a llorar, sin contenerme.
Ese día, casi me dan varios infartos y hasta hoy, puedo lamentarme y decir que ese fue el peor día de mi vida, el día en el que por poco me violan.