Capítulo 17: La verdadera historia de los piccolos.

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✴✴✴✴✴ NARRA FRANCESCO ✴✴✴✴✴
Moví con mucha agilidad mis extremidades y logré atravesar los confines de la Tierra.  Divisé el cielo, y, al llegar hasta la puerta de mi casa, pude ver que, como siempre, allí se encontraban dos guardianes custodiando la gran verja negra que me impedía reunirme con mis padres y con mi hermana pequeña. Al ver que no apartaban sus lanzas de la entrada, alcé la vista hacia ellos y les grité:
Francesco: ¡Dejadme pasar o le diré a Gaetano que os envíe a la Tierra per sempre y no podáis regresar nunca jamás!
Pero ni se inmutaron. Los muy inútiles eran incapaces de reconocerme cada vez que llegaba, me estaba hartando esa situación, sinceramente:
Francesco: ¡Soy Francesco Barone, el hijo mayor de vuestros señores, y os exijo que me dejéis entrar!
Uno de los dos se acercó a con aires de superioridad y me retó:
Guardián: ¿Ah, sí? Pues demuéstralo.
Bufé y me subí la camiseta para mostrarles mi marca de nacimiento, esa misma marca que identificaba a todos aquellos que poseyeran el apellido Barone:
Guardián: Discúlpenos... Señor Francesco.
Por fin se apartaron de mi camino y, con desprecio, les susurré:
Francesco: Bastardos...
Me encaminé hacia la mansión, coloqué la palma de la mano en el identificador de huellas y el panel secreto se hizo a un lado. Eché a andar por los infinitos corredores y atravesé el portalón del salón:
Francesco: Padre...
Él se dio la vuelta y sus ojos se abrieron de par en par al mismo tiempo que me regalaba una cálida sonrisa de bienvenida:
Gaetano: ¡Fran!
Se apresuró para abrazarme:
Gaetano: ¡Al fin me has traído a Piero de regreso!
Ouch... La verdad es que yo no vivía en la mansión, pero Piero que lo hacía... Hasta que empezó a juntarse con los angelitos del pueblo. Nuestra familia era la más importante y poderosa de todo el cielo. Nuestros padres eran los que gobernaban todo para que el reino estuviera completamente en calma y que los ángeles adultos pudiesen ayudar a los mortales sin que estos últimos descubriesen que existíamos. Papá quería abdicar desde hace ya mucho tiempo, y yo era su sucesor, pero, a diferencia de en la Tierra, aquí no estaba obligado a aceptar el cargo. Y no lo acepté. Además, a papá no le importó porque todavía le quedaba mi hermano, pero cuando le llegó el momento, el muy estúpido quiso rechazarlo también, y en el reino se consideraba una vergüenza tener más de un hijo varón y que ninguno quisiera gobernar. Claro que aún estaba Mariagrazia, pero ella aún no tenía la edad suficiente y tampoco estaba muy bien visto que la sucesora fuese una mujer si había hombres. Para colmo de males, a eso había que sumarle la excusa que Piero había dado delante de todos el día en el que lo iban a coronar (porque , mi hermanito creyó que el mejor momento para negar el cargo era justo cuando le iban a colocar la corona).

๑ Adoptada por Il Volo ๑ {Il Volo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora