Capítulo 9: Una llamada que deja a la pulsera perdida en un segundo plano.

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✴✴✴✴✴ NARRA TN ✴✴✴✴✴
TN: ¡¡¡NO ESTÁ!!! ¡¡¡NO ESTÁ LA PULSERA DE KÉMUEL!!!
No pude soportarlo más y me eché a llorar como una desgraciada. Los tres corrieron a abrazarme, pero Ignazio fue el que llegó primero. Me apretó contra él con sus fuertes brazos y me acarició el cabello mientras me susurraba al oído:
Ignazio: No llores, bambina, per favore... Ya verás que la encontraremos, ¿vale?
Aunque él tenía toda la intención de tranquilizarme y transmitirme paz y serenidad, yo no me encontraba apta para hacer caso en esos momentos. Al contrario, lloré con más intensidad y me pegué más a Igna, escondiendo la cara en su cuello:
TN: ¡¡¡NO ES JUSTO, ERA LO ÚNICO QUE ME QUEDABA DEL ORFANATO Y LO HE PERDIDO, JODER!!!
Ahora, fue Piero el que se sentó en mi cama y me frotó la espalda:
Piero: Relájate, ¿está bien? Tú eres demasiado hermosa como para llorar por cosillas tan insignificantes como esa.
TN: ¡¡¡IDIOTA!!!
De pronto, mi mano derecha se hizo reflector de mi ira y angustia y una bofetada estalló en la cara de Piero. Gian e Igna se miraron entre si con visible asombro en sus rostros, pero Piero permanecía impasible. Incluso me atrevería a jurar que ni se movió, ¡como si no hubiese sentido el impacto en su mejilla!:
Gianluca: Piero... ¿Estás...
Piero: Ajá.
Ignazio: Quizá deberías echarte un poquito de agua para refres...
Piero: No.
Noté cómo mi cara se calentaba a medida que iba apreciando el color que habían adquirido sus mofletes por mi culpa:
TN: Piero, yo lo siento mucho, perdóname, no pretendía...
Piero: Chicos, ¿podéis dejarnos a solas, per favore?
Ignazio: Pero...
Piero: Solo será un minuto. Per favore...
Gianluca tomó a Ignazio del brazo y lo fue alejando:
Gianluca: Vámonos, Igna.
Cuando por fin desaparecieron, Piero me dio la espalda, se levantó de mi cama y empezó a rascarse la cabeza y a dar vueltas por toda la habitación:
Piero: Vamos a ver, ragazza... Me has pegado un buen bofetón.
Me miró de nuevo y yo fui incapaz de no bajar la vista al suelo. Estaba demasiado avergonzada:
TN: Me arrepiento muchísimo, de verdad... Ahora me siento súper mal.
Él me sonrió y me ofreció su mano. Yo la acepté y, con nuestras manos entrelazadas, me habló:
Piero: Esa pulsera es muy importante para ti, ¿cierto?
Asentí:
TN: Sí, quizá demasiado.
Suspiró y se acercó más a mí:
Piero: Lo siento.
Me sorprendí con esa disculpa inesperada:
TN: ¿Tú? ¿Por qué?
Piero: Porque... no me he comportado como debería haberlo hecho, ¿sabes? Tú estás sensible y yo no puedo comprender por qué te importa tanto esa pulsera, y te he herido refiriéndome a tu problema como "una cosilla". Debí haber sido más cauteloso.
Entreabrí los labios. Tenía la intención de hablar, pero no pude:
Piero: ¿Puedo preguntarte una cosa?
TN: Claro...
Piero: ¿Qué tiene esa pulsera de especial para que te aterre tanto haberla perdido? Es decir, sé que es de tu amigo del orfanato, ese que se puso celoso cuando le hablé a la chica bajita, ¿no? Pero, aparte de eso... ¿Qué tiene?
Esbocé una sonrisa al recordar el día en que ellos llegaron al orfanato y los celos de Kémuel se hicieron presentes cuando Piero le preguntó a Jadryga si se quería ir a vivir con los tres:
TN: Verás, esa pulserita es más importante para Kémuel que para mí, ¿entiendes? Él llegó al orfanato siendo un bebé y ya traía puesta la pulsera. Es el único recuerdo que tiene de su familia, porque obviamente fueron ellos los que se la pusieron, y nunca, JAMÁS se la sacaba... Ni siquiera para ducharse o dormir. Y me la ha confiado a mí. ¡A MÍ! Dios, y yo la he perdido, estoy segura de que le fue muy difícil separarse de ella y dármela, fue todo un detalle de su parte y... ¡mira cómo la he cuidado!
Me mordí el labio para retener las nuevas lágrimas que amenazaban con salir. Piero me cogió por la barbilla y me obligó a alzar la cabeza:
Piero: Dime cómo es.
TN: Es... Es de plata y tiene una pequeña bandera francesa como adorno...
Piero: Bien. Yo la encontraré, te lo prometo.
TN: Grazie...
Piero: No hace falta que me lo agradezcas. Ti voglio bene y haré todo lo que esté en mi mano para hacerte feliz.
Me conmovieron sus palabras y, sin pensármelo dos veces, le di un beso en la mejilla y lo abracé:
TN: Eres un sol.
Se rió:
Piero: Bueno, es la primera vez que me enamoro, algo bonito tendré que hacer, ¿no?
Me separé al oír eso:
TN: ¿Cómo has dicho?
Piero: ¿Qué es lo que te sorprende tanto? ¿Que la única persona que conoce todos tus problemas se haya enamorado de ti?
Bufé:
TN: No seas estúpido, Barone. No podrías enamorarte de mí.
Piero: ¿Ah, no? ¿Por qué? ¿Quién lo dice?
TN: Te digo yo que no puedes porque nadie se ha enamorado de mí.
Alzó una ceja:
Piero: ¿Y? ¿Te crees que, por no haber conocido el amore en tus 17 años de vida ya se te ha pasado el arroz?
Negué, confusa:
TN: No, pero...
Piero: Ojalá pudieras dejar de vivir en tu mundo y concentrarte en la realidad.
TN: Eso no tiene ningún sentido.
Piero: Eso es lo que tú te piensas. Qué mal que solo puedas vivir algo paralelo. No sabes cuánto desearía que alguien te abriera los ojos, pero... Eso significaría el fin. El fin de todo esto. Y, a decir verdad, quiero disfrutar de ti por más tiempo.
Sus profundas reflexiones al más puro estilo de Kémuel no conseguían entrar en mi cabeza y cuadrar:
TN: Estás paranoico, Piero.
Piero: Piensa lo que quieras, pero has hecho mella en mi cuore como nunca nadie lo había hecho antes. Y, aunque ti amo, no te quiero a mi lado. Es por pura protección.
TN: Que sí, Piero, que sí, pero ahora lo que quiero es encontrar la pulsera.
Se encogió de hombros:
Piero: De acuerdo. Te ayudaré.
Tras unos 10 minutos buscando los 4 por toda la casa sin éxito alguno, el teléfono sonó. Gian fue el encargado de contestar:
Gianluca: ¿Diga? ¡Oh, buongiorno, señora Cinzia! ¿Come stai?
Tan pronto como escuché "señora Cinzia", dejé de buscar y me abalancé sobre Gianluca, intentando quitarle el teléfono, pero el muy capullo era demasiado hábil esquivándome:
Gianluca: ¿Cómo? ¡Oh, sí, por supuesto que se lo diré, estoy seguro de que le hará mucha ilusión! Claro, como usted quiera, a esa hora nos viene bien. ¡Grazie, arrivederci, señora Cinzia!
Y colgó. Soltó una risita al ver mi expresión de desesperada:
TN: ¿QUÉ TE HA DICHO? ¿PARA QUÉ HA LLAMADO LA SEÑORA CINZIA? ¿HA PASADO ALGO?
Empecé a ponerme muy insistente, así que él me sujetó por los hombros:
Gianluca: Vale, primero... Tienes que calmarte. Y segundo... La señora Cinzia estará mañana de compleanno, y ha querido invitarnos al orfanato porque lo celebrará allí con todos los niños. ¿Tú quieres ir?
TN: ¿¿¿QUÉÉÉÉÉ??? ¿¿¿QUE SI QUIERO IR??? ¡¡¡OBVIAMENTE QUIERO IR, LOS EXTRAÑO MUCHÍSIMO A TODOS!!!
Ellos me dedicaron una sonrisa y se me acercaron:
Piero: Perfecto, yo también tengo ganas de ir.
Ignazio: ¡Y así también te olvidas un poco de esa pulsera!
Gianluca: Bien, entonces está decidido: ¡¡¡MAÑANA IREMOS AL ORFANATO!!!
Tan feliz me hacía el hecho de volver a verlos a todos que comencé a saltar de la emoción. Aunque seguía muy confundida por todo lo que me había dicho Piero, este chico era muy raro... Pero debía reconocer que esa aura de misterio me gustaba. Y mañana sería la bomba regresar al orfanato, y más con él teñido de rosa... ¡A eso sí que no podía esperar!

๑ Adoptada por Il Volo ๑ {Il Volo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora