Me despierto aturdido. Apoyo las manos sobre la cama y me siento. Miro mi ventana que está llena de gotas de lluvia, lluvia fría y ruidosa. Me quedo pensando y haciéndome a la idea del gran día de hoy. Nervios que se acumulan en mi pecho y hace que tiemble, un miedo que me aterroriza por dentro. Miro el reloj de mi izquierda. Son las cuatro de la mañana. Me tumbo e intento pegar ojo, pero mi puerta se abre. Miro quién es y no me extraña mucho.- ¿Puedo quedarme? Por favor…
- Sí, anda, métete.
Es mi hermana menor que quiere dormir conmigo por un temor que le atormenta: que nos elijan a mí o a mi hermano mayor.
Mi hermanita se llama Joan. Tiene siete años, ojos verdes y pelo castaño claro. Es la niña más cariñosa que hay, por ella haría lo que fuese. En cambio mi hermano Derek, alto, fuerte, con ojos verde esmeralda y pelo castaño, es independiente, suele ayudar mucho, pero pocas veces lo veo y me encargo yo de cuidar a mi familia, porque mi padre partió hace tiempo a un viaje en busca de una extraña especie de planta. Él es buscador de plantas poco corrientes. Pocas veces lo veo al año. Sólo en Navidad y en cumpleaños o cosas por el estilo.
Abrazo a mi hermana y consigo que se duerma y poco después me duermo yo.
Me despierto a las seis y mi hermana sigue durmiendo. La tapo con mi manta por el frío y salgo de la cama. Ahora mi hermano está en la cocina desayunando cereales. Veo su pie, que sube y baja. Está nervioso porque faltan cinco horas para que vayamos al Ayuntamiento, donde nos harán pruebas. Es mi primer año y el segundo, y último, de mi hermano. Yo tengo diecisiete años.
Llegan las ocho. Primero me ducho con agua caliente, luego me visto con el uniforme que debo llevar: pantalones largos de color negro y una camiseta negra. Sencillo. Más tarde voy a la cocina y desayuno lo mismo que mi hermano. Termino y me siento impaciente y preocupado, esperando la llegada de las once de la mañana.
- ¿Estás nervioso?
Me pregunta mi hermano. Es obvio, pero como no quiero pelear, sólo digo:
- Sí y supongo que tú también...
- Supones bien.
Pasan las dos horas rápido y antes de que nos vayamos mi madre viene junto a mi hermana.
- Quería despedirse.
Mi madre habla primero con mi hermano y yo voy con mi hermana. Me agacho y me abraza con fuerza.
- No te preocupes, no me elegirán, pero si me elijen, te prometo que volveré con la copa. Te lo prometo. No llores, sé fuerte, porque volveré.
Ahora con mi madre. Me besa la mejilla.
- Mamá, volveré a casa en unas horas. Si no es así... Regresaré.
Me da un abrazo y caminamos hacia la puerta. La abrimos y con la mano nos despedimos.
- ¿Qué hago si me eligen?
- ¿Tú qué crees?
- No lo sé, dímelo tú.
- Yo sólo te puedo decir una cosa y ya la sabrás. Sobrevive y sal con vida. Yo haré lo mismo. No vayas con aire de superioridad, porque irán a por ti.
Lleva razón, no debo ir con esa actitud.
Mientras camino hacía el Ayuntamiento, pienso en el comienzo de todo esto:
Fue hace setecientos cincuenta y tres años. Un hombre llamado Glenn. Ojos color miel, pelo castaño claro y largo. De físico era fuerte y piel morena. Este hombre no era normal. Tenía algo muy especial que nadie tenía en aquellos momentos: los veinte poderes. Cada uno era de un tipo. Tenía de agua, roca, humo, vacío...
ESTÁS LEYENDO
Pruebas de poder
Random"Yo no lo elijo, vosotros me elegís" Esta es una historia de acción, aventura y un poco de romance. Nuestro protagonista es adentrado a un lugar donde tendrá que sobrevivir para regresar a su hogar. Conocerá las garras de la muerte y descubrirá de l...