capítulo once

783 43 2
                                    


-Pero... -comenzó incrédula.
-Bueno, cielo -la interrumpió él- ya te dejo en paz...
Sin decir nada más se levantó de la mesa y se alejó de allí. lali estaba enfadada, furiosa, ¿Cómo mierda la había encontrado? ¿Por qué tenía que estropearle la tarde?
-¡La madre que lo parió! -siseó furiosa.
Tardó un rato en reaccionar, en pensar con claridad ¿de verdad peter había echo eso? ¿De verdad la había seguido? Pero...
La muchacha sacudió la cabeza, sabía que iba a pasar, era lo que se habían dicho mutuamente, se iban a joder el uno al otro, y no en el mejor sentido de la palabra. Iban a molestarse, a acosarse. Y ella tenía la culpa.
«Se lo merece» se recordó.
Aunque una parte de ella no sabía si debía de seguir, era cierto que más que nada había actuado por impulso, estaba enfadada con los hombres en general, y peter había sido el elegido para pagar el pato. Por el simple hecho de que su amiga había acudido a ella, y tenía ganas de guerra.
Tal vez debiera de retirarse.
«No»
Nada de eso, ahora eso era personal. Había acabado en su cama, había un nuevo juego, entre ellos dos. E iba a continuar.
-Como que me llamo Mariana Esposito -susurró.
Se levantó y lo buscó por toda la terraza; no estaba. Maldita fuese. ¿Dónde estaba? ¿Dónde se había metido? No se iba a escapar...
Cogió su bolso y entro al interior del bar, donde buscó con la mirada a peter...

Él sonrió al verla entrar por el rabillo del ojo. Sabía que no se iba a quedar sin hacer nada. Y eso le encantaba de ella.
Quería jugar.
Peter concentró su mirada en la rubia pechugona que lo miraba sonriente mientras hablaba como una cotorra diciendo cosas que él no escuchaba, ya que no prestaba atención, estaba demasiado pendiente de la puerta.
Contó hasta cinco, la vio respirar, colocar una sonrisa en los labios y acercarse a él con aire inocente.
«Tres... dos... uno...»
Un brazo de la castaña le rodeo la cintura y se pegó contra su costado, apoyando la cabeza en su pecho.
La oyó coger aire y mirarlo dispuesta a hablarle, seguramente fue a decir alguna de sus cosas. Pero él decidió adelantarse.
Agachó la cabeza hacía ella y la besó levemente en los labios.
-Hola cariño, creía que te habías perdido en el baño.
La notó tensarse, vio como apretó la mandíbula y como había estado a punto de perder los nervios, pero se recompuso. Le encantaba aquella mujer.
Ella sonrió.
-No podría perderme, no me hace bien estar lejos de ti.

Jugando con fuego#laliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora