Miierda, miierda y más miierda.
¿Por qué no conseguía sacarse al estúpido de su vecino de la cabeza?
Ocho y cuarto.
-Jodete –susurró. Maldito tiempo, que lento era...
Lo peor era que ella se había duchado, sin querer se había arreglado el pelo, y se había maquillado, pero estaba vestida con un viejo camisón. Su vestido verde estaba sobre la cama y los zapatos a los pies de dicha cama.
Pero ella no quería ir con peter, si había preparado todo aquello era porque a lo mejor más tarde salía a tomar algo, una copa, a buscar compañía... no lo sabía.
Cogió el libro que había intentado comenzar a leer tres veces y leyó por décima vez el primer párrafo. Enseguida lo cerró y maldijo por lo bajo. Las ocho y veinticinco.
Maldita fuera todo.
Se levantó y se quitó el camisón mientras se dirigía a su habitación, se puso el vestido negro, se puso las sandalias negras, y se retocó un poco el maquillaje. Cogió su pequeño bolsito negro introduciendo lo necesario y se ahuecó el pelo. Mirándose en el espejo de la salita se dijo que estaba bien.
Las ocho y treinta y cinco.
-Miierda.
Esperaba que aún estuviera en el bar de abajo.
lali entró en el bar como una princesa, todas las miradas masculinas se clavaron en ella, e vestido voló alrededor de sus piernas cuando se giró, su pelo se elevó y cayó sobre sus hombros.
Pero a ella no le importaba nada de eso, no quería la atención de nadie, mas de su vecino... ¿Dónde estaba?
Era el único que no se había girado, su atención estaba clavada en una preciosa morocha que se reliaba el pelo en un dedo.
peter no tardó en notar la presencia de su vecina a su lado, había asistido. Bien. No lo había defraudado.
-¿Llego muy tarde, cariño? –preguntó ella mientras rodeaba uno de sus brazos alrededor de la cintura de peter.
-Claro que no, cielo –contestó él dándole un beso en la comisura de los labios.
Bien, la noche había empezado como uno se sus juegos. ¿Cómo acabaría?
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Jugando con fuego#laliter
Фанфик-Cuando Juan Pedro Lanzani abrió la puerta no pudo evitar fijarse en los increíbles ojos, la sensual boca, y el maravilloso cuerpo de su visitante. Tampoco pudo evitar ver... ¡que estaba loca! -Su nueva vecina, una excitante castaña, lo acusaba de d...